viernes, 10 de abril de 2009

Lamentaciones de Viernes Santo:
La luz de esperanza en el fondo del calabozo…

Pbro. Miguel Zavala-Múgica+
Seguro estarás acostumbrado a la lectura de la Pasión según San Juan en Viernes Santo, o a los Cánticos del Siervo Doliente del Profeta Isaías; pero quizá no asocies esta lectura del libro de las Lamentaciones a las que has oído siempre en este día; será tal vez, porque las Lamentaciones son lectura tradicional para los oficios de Maitines y Vísperas (Oración Matutina y Vespertina), y no las del Oficio de Pasión.

Yo te invito a meditar este texto de Lamentaciones 3: 1-33, que la Iglesia nos propone y que no habla directamente de la Pasión de Cristo, pero pone el dedo en la llaga de: dolor, decepción y desesperación humanas. (Tu Biblia quizá indique el título Trenos, en vez del de Lamentaciones, no te preocupes, que es lo mismo).
Para aplicar esta lectura, he elegido el tema de nuestros hermanos y hermanas que han llegado a suicidarse, o que han hecho intentos serios por lograrlo. El suicidio es algo que nadie se merece y que nadie debería cometer. Un gran misterio se cierne –para los que quedamos vivos-, cuando tratamos de comprender lo que ha habido en la mente de las personas suicidas.
Las iglesias cristianas y las comunidades judías, hemos sido muy –pero que muy duros-, para juzgar a estas personas, a quienes hemos tildado de pecadores irredentos; a lo largo de nuestra historia, les hemos negado los sacramentos y los servicios fúnebres, y en ocasiones, hasta a sus familias las hemos marginado del resto de la comunidad, y esto, cuando más necesitan de compasión, apoyo y fortaleza nuestras --¡y como nuestras, de Dios!
Vamos, pues, a leer profundamente este texto, en ejercicio de la lectio divina, así que te sugiero los siguientes:
Cuatro pasos para la lectio divina:
1. Lee “con tus ojos”, la primera vez. Estas palabras que ahora lees, fueron antes la expresión de un profeta en medio de la situación terrible de una Jerusalén invadida y destrozada.
2. Lee “con el corazón”, la segunda, poniendo más atención; hazte aquí una ‘composición de lugar’, dejando que tu imaginación visualice –esto es, que se haga una imagen- de lo que estás leyendo.
3. Recuerda que –en todo esto-, Dios te acompaña. Hoy Dios te dirige también a ti su mensaje. Ora… eleva tu alma y acércate a Dios que está actuando dentro de ti.
4. Reúne todo lo que hasta aquí has hecho: Has leído, has meditado y has orado; ahora contempla, considera y trata de recibir, en tu mente, una idea con la que te quedes.
Pasada esta lectura, nos volvemos a reunir más abajo para pensar un poco juntos y orar…

Lamentaciones 3: 1-33

1 Yo soy el humano que ha visto la aflicción bajo la vara de su furor.
2 Él me ha llevado y me ha hecho andar

en tinieblas y no en luz.
3 Ciertamente contra mí ha vuelto y revuelto
su mano todo el día.
4 Ha hecho que se consuman mi carne y mi piel,
ha quebrado mis huesos.
5 Me ha sitiado y rodeado
de amargura y fatiga.
6 En lugares tenebrosos me ha hecho morar,
como los que han muerto hace tiempo.
7 Con muro me ha cercado y no puedo salir,
ha hecho pesadas mis cadenas.
8 Aun cuando clamo y pido auxilio,
Él cierra el paso a mi oración.
9 Ha cerrado mis caminos con piedra labrada,
ha hecho tortuosos mis senderos.
10 Él es para mí como oso en acecho,
como león en lugares ocultos.
11 Ha desviado mis caminos y me ha destrozado,
me ha dejado desolado.
12 Ha entesado su arco
y me ha puesto como blanco de la flecha.
13 Hizo que penetraran en mis entrañas
las flechas de su aljaba.
14 He venido a ser objeto de burla de todo mi pueblo,
su copla todo el día.
15 Él me ha llenado de amargura,
me ha embriagado con ajenjo.
16 Ha quebrado con guijarro mis dientes,
ha hecho que me revuelque en el polvo.
17 Y mi alma ha sido privada de la paz,
he olvidado la felicidad.
18 Digo, pues: Ha perecido mi vigor,
y mi esperanza que venía del SEÑOR.
19 Acuérdate de mi aflicción y de mi vagar,
del ajenjo y de la amargura.
20 Ciertamente lo recuerda y se abate
mi alma dentro de mí.
21 Esto traigo a mi corazón,
por esto tengo esperanza:
22 Que las misericordias del SEÑOR jamás terminan,
pues nunca fallan sus bondades;
23 son nuevas cada mañana;
¡grande es tu fidelidad!
24 El SEÑOR es mi porción--dice mi alma—
por eso en El espero.
25 Bueno es el SEÑOR para los que en El esperan,
para el alma que le busca.
26 Bueno es esperar en silencio
la salvación del SEÑOR.
27 Bueno es para el ser humano llevar
el yugo en su juventud.
28 Que se siente solo y en silencio
ya que Él se lo ha impuesto;
29 que ponga su boca en el polvo,
quizá haya esperanza;
30 que dé la mejilla al que lo hiere;
que se sacie de oprobios.
31 Porque no rechaza para siempre el Señor,
32 antes bien, si aflige, también se compadecerá
según su gran misericordia.
33 Porque Él no castiga por gusto,
ni aflige a los humanos.
………………...........................……
Prueba a hacerte las siguientes preguntas:
1. ¿Dios quiere nuestro mal; es Él el causante de nuestras vicisitudes?
2. Si pides auxilio, ¿es lógico no recibir ayuda de Dios o de otros?
3. ¿Tú mismo(a) has negado auxilio a otros cuando te lo han pedido?
4. ¿Es parte de tu vida cotidiana un compromiso serio con las penas de los demás, o tratas de alejarte lo más posible de esas cosas?
5. ¿Has sentido que has “olvidado la felicidad”?
6. ¿Hay algo que te permita saber o intuir que “las misericordias del SEÑOR jamás terminan”?
7. ¿Vale la pena “esperar” en el SEÑOR?, ¿por qué crees eso?
8. ¿Tiene algo que ver la humildad en las penas con el aprendizaje de la vida?
9. ¿Tiene algo que ver el texto: “que dé la mejilla al que lo hiere;
que se sacie de oprobios” con la Pasión de Nuestro Señor?
10. ¿Por qué crees que “si Dios aflige, también se compadecerá”; acaso una cosa es condición de la otra?
Reflexiona…

Algo que quizá hemos olvidado –y el Antiguo Testamento nos lo recuerda-, es que Dios está más allá de nuestras opiniones, puntos de vista y conceptos sobre “lo bueno” y “lo malo”, y que es el origen de todo –absolutamente de todo-, tanto de lo que nos parece “bueno”, como de lo que nos parece “malo”. A fin de cuentas, lo nuestro son sólo aproximaciones a la verdad, mientras que Dios es la verdad misma, de ahí que nadie pueda poseerle ni manipularle.
¿Sabes…? Siempre tienes el derecho de pedir auxilio. ¿Sientes que no recibes el auxilio que requieres de aquellos a quienes se lo pides?, pues quizá se trate de que no te hayas expresado lo suficientemente fuerte y claro, o que te haga falta dirigir tu petición de ayuda a personas capaces de comprenderte y dispuestas a ayudarte.
De una cosa puedes estar seguro(a): quien de verdad esté dispuesto a ayudarte, jamás te pedirá que hagas nada que te haga daño, ni que te avergüence. Quien te ayuda no te juzga por tus errores, pero tampoco te los aplaude, sino que te ofrece su fortaleza y su apoyo, sin precio ni condición alguna.
Jesús también tuvo que aprender. Los cristianos creemos que Jesús es Dios, pero a veces estamos tan metidos en eso, que se nos olvida que lo importante de la persona de Jesús es que es el Dios humanado, como antiguamente se decía.
En la Carta a los Hebreos, el autor dice:

“…y aunque era Hijo, aprendió obediencia por lo que padeció.”

(Hebreos 5:8).

Esto significa que –en Jesús-, Dios viene a vivir nuestra vida humana, con sus limitaciones y amarguras, con sus alegrías y expansiones, y a mostrarnos que la esperanza tiene sentido.
Como sugerencia para el tiempo de tu oración, te pido que intercedas por todas las personas que han recurrido al suicidio como salida para sus angustias y problemas. Roguemos por que nadie considere el suicidio como una salida válida.
Oremos…

15 Dios compasivo, encomendamos a tu cuidado a ...N, quien ha muerto por su propia mano. Concede que el conocimiento de tu amor y misericordia, pueda confortar a quienes lloran por él/ella. Fortalece nuestra seguridad en tu propósito redentor para todos tus hijos e hijas, mediante Jesucristo, tu hijo. Amén.
16 Señor Jesucristo, tú has conocido la agonía de morir solo y abandonado. No hemos podido conocer la agonía que ha llevado a …N, a disponer de su propia vida. Nos conduele no haber podido conocer sus necesidades. Consuélanos al enfrentar este aparente triunfo de la muerte; perdónanos si acaso le hemos faltado a …N en tiempo de necesidad; y bríndanos la seguridad de que tú puedes traernos esperanza en el dolor. Amén.

(Oraciones tomadas de A Prayer Book for Australia,
5ª. reimpr. Ed. Broughton Books, 1999, pág. 769
–versión usual del Libro de Oración Común-
para la Iglesia Anglicana de Australia.
Traducción: Miguel Zavala-Múgica.
La parte en negrita ha sido adaptada por el traductor).

Te deseo toda paz y bendición al reflexionar constructivamente en el dolor y la esperanza, y en la Pasión del Señor…


U.I.O.G.D.
…Para que en todas las cosas sea Dios glorificado.