domingo, 16 de noviembre de 2008

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Dies iræ, dies illa...
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La grande y definitiva
Evaluación final.
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HOMILÍA DOMINICAL
XXVII Domingo después de Pentecostés,
16 de Noviembre, A.D. 2008.

Por el Padre Miguel Zavala-Múgica+

Léanse los Propios de la Santa Eucaristía, artículo que aparece
inmediatamente debajo de éste.



“Quédense tranquilos, tenemos más qué ver con un Dios misericordioso, más parecido a un gentil maestro, listo para enmendar aquello que en nuestra debilidad o ignorancia hubiésemos errado, y presto a sacar lo mejor de lo poco bueno que podamos hacer, que con una especie de sofista capcioso que lleva cuentas de lo peor de cada cosa en la que nos equivocamos…”

Richard Hooker (1554-1600).


Al carácter conciliador y razonante del Anglicanismo siempre le ha repugnado pensar en Dios como un patriarca o un déspota que lleva cuentas del mal. Uno de nuestros padres tradicionales, el Presbítero Richard Hooker –teólogo de tiempos de Isabel I-, y cuya memoria celebramos el 03 de noviembre–, tuvo que batallar muchísimo, contra las supersticiones acumuladas en la Iglesia del Medievo, pero sobre todo contra el determinismo calvinista que pugnaba por entrar –con sus estrictos énfasis moralistas–, dentro de la Iglesia de Inglaterra, como hasta la fecha trata de hacerlo, diezmando la Comunión Anglicana desde dentro.
Sin embargo, ni el pensamiento cristiano en general, ni el anglicano en lo particular, son ajenos a la responsabilidad que tenemos las personas con las bendiciones que hemos recibido de Dios. El primer crimen, –como lo narra el Génesis-, fue el asesinato de Abel a manos de su hermano Caín, y de inmediato es la voz de Dios la que le pide cuentas sobre su responsabilidad. La respuesta insolente de Caín es un rechazo irresponsable: “¿Soy yo acaso guardián de mi hermano?”
Luego entonces, tenemos una responsabilidad recíproca y común hacia los demás seres humanos, y ahí es donde Dios se muestra –no tiránico ni “cuentachiles” como decimos en México–, pero sí, ciertamente serio y listo a defender a sus hijos de sus otros hijos que vulneran sus derechos.
El Día de Yahvéh: Shabat de liberación.
A eso se refiere la expresión de El Día de Yahvéh de la que habla el Profeta Sofonías: el “día de ira” que inspiraría el cántico medieval Dies irae escrito por el franciscano Tomás de Cellano. Detrás de esta idea se halla también la idea del Shabat, el Sábado, el día sagrado de la tradición judía. Dios creó el mundo –según el relato simbólico–, en seis días, y descansó el séptimo, también es un día instituido para celebrar la liberación del pueblo de Dios de su esclavitud en Egipto, una especie de Pascua semanal.
Pero no sólo se trata de eso; el Shabat tiene implicaciones éticas poderosísimas, las órdenes de guardarlo están en los mandamientos mismos de Dios:

" ‘Acuérdate del sábado, para consagrarlo a Yahvéh. Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día es de reposo consagrado a Yahvéh tu Dios. No harás ningún trabajo servil en ese día, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que viva contigo. Porque el Yahvéh hizo en seis días el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descansó el día séptimo’. Por eso Yahvéh bendijo el sábado y lo declaró día sagrado.”

(Éxodo 20: 8-11).

La razón principal que plantea el legislador de la Toráh es: “...porque tú también fuiste esclavo en Egipto”, veamos esta otra glosa del mismo mandamiento:

“ ‘Ten en cuenta el sábado para consagrarlo a Yahvéh, tal como Yahvéh tu Dios te lo ha ordenado. Trabaja seis días y haz en ellos todo lo que tengas que hacer, pero el séptimo día es día de reposo consagrado a Yahvéh tu Dios. No harás ningún trabajo en ese día, ni tú, tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu buey, ni tu asno, ni ninguno de tus animales, ni el extranjero que vive en tus ciudades, para que tu esclavo y tu esclava descansen igual que tú. Recuerda que también tú fuiste esclavo en Egipto, y que el Señor tu Dios te sacó de allí desplegando gran poder. Por eso el Señor tu Dios te ordena respetar el día sábado’.”
(Deuteronomio 5: 12-15).

De esta manera, el sentido ético del Shabat tiene que ver con ponerse en el lugar de las personas, compartir... transmitir a otros la liberación que Dios ha efectuado en nosotros, y también a los animales y la creación entera. Es hacernos responsables por la creación de Dios: trabajarla y conservarla, no esclavizarla, explotarla ni aniquilarla. No se trata simplemente de guardar un día para el culto litúrgico, sino para la adoración que Dios exige de nosotros, que es la práctica de la justicia.
Ese es el sentido principal de lo que significa el Día de Yahvéh, en otras palabras: el “Día del Señor”. El Dios de toda misericordia –por ello mismo–, es también el Dios de toda justicia, por eso el profeta Sofonías reprende a quienes se burlan de Dios diciendo: ‘¡ Yahvéh no hará nada, ni bueno ni malo!’, o que, al menos, no “le temen” (respetan), como diríamos en un lenguaje eclesiástico quizá un poco anticuado.
Sofonías hablaba de las consecuencias concretas de la falta de observancia del Shabat, es decir, de la falta de caridad y de justicia en la sociedad: “En el día de la ira de Yahvéh, no salvará a la gente ni su plata ni su oro, porque el fuego del enojo de Yahvéh consumirá todo el país...”.
La Segunda Venida: la última Evaluación.
El tema del Día del Señor se extiende al Nuevo Testamento –en la segunda lectura), como el Día del Regreso del Señor (de Jesús), al que conocemos como Parusía ( en griego: “Presencia”) que...

“...llegará cuando menos se lo espere, como ladrón que de noche llega. Cuando la gente diga: --“Todo está en paz y tranquilo”, entonces vendrá de repente sobre ellos la destrucción...”

Lo primero que habría que entenderse es que no hay que abusar de la paciencia de Dios, y que –como ya veíamos la semana pasada–, el tiempo se acaba y hay que aprovecharlo sabiamente; en estos últimos días de nuestro calendario litúrgico, reflexionamos las postrimerías del ser humano, y la realidad de nuestra muerte, del fin de este mundo, pero, especialmente, del juicio personal y universal.
Pero San Pablo señala también la importancia de lo que somos espiritual y místicamente como cristianos en relación a la Segunda Venida del Señor.

“...Ustedes, hermanos, no están en la oscuridad, como para que el Día del regreso del Señor los sorprenda como ladrón.”

“...no debemos dormir como los otros, sino mantenernos despiertos y en nuestro sano juicio.”

Habla de oscuridad y sueño, opuestos a luz y estar despiertos. La iniciación cristiana en el Bautismo es un despertamiento de una conciencia eficaz (como dice la 1a. Carta de Pedro) es un nacer de nuevo a una experiencia interior de la iluminación de Dios que nos hace ver la vida con nuevo enfoque y ojos nuevos.
Cuando se habla de una evaluación a la que serán sometidas las obras de nuestra vida, surge también el tema de los dones con los que Dios nos ha agraciado. Cada persona hemos recibido un diferente caudal de dones:

“...A uno ...le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad.”

Es importante desechar la envidia por las bendiciones que hayan recibido otros, quizá principalmente por que no sabemos con cuántas cruces Dios mismo ha acompañado tales bendiciones; conocernos y amarnos a nosotros mismos es lo primero que nos puede ayudar a ubicarnos y calcular la medida de nuestros talentos y vicios humanos. Conocer nuestros dones , con humildad –pero también con justicia–, es la mejor forma de ayudarnos a saber de qué y de cuánto somos capaces con la Gracia de Dios.
Lo único que, en este juego, no cabe ante Dios –y lo que Jesús enfatiza que verdaderamente acarrea la indignación de Dios con nosotros-, es la mediocridad. La mediocridad y la mezquindad parecen ser los principales males de la sociedad y de la Iglesia.
Por mediocridad un individuo se aferra –con avaricia-, a un puesto en su trabajo (que además desempeña mal) y lo defiende con uñas y dientes, pese a que haya otros con mejores capacidades que él para desempeñarlo; por mediocridad trabajamos a solas –con pequeñez y pichicatería espiritual-, sin reunir equipos eficaces o sin llamar a otros cuyos talentos puedan hacer sombra a los nuestros; por mezquindad descuidamos la paga de salarios justos y a tiempo a personas que no sólo los merecen, sino que además –siendo fruto de su trabajo, y siendo ellos mismos humildes y pobres-, los necesitan con urgencia.
Por mediocridad y mezquindad no damos felicitación alguna a los miembros de nuestras familias o comunidades, o a compañeros y colegas, cuando desempeñan bien su vida o su trabajo, por un miedo estúpido a que nuestros egos sufran, o a reconocer que puede haber como dice un refrán: “más lindos ojos en otra cara”.
Esa clase de envidia sólo puede empobrecernos; por ello es que el fruto de la generosidad es la abundancia. No todos servimos para todo, pero todos servimos para algo, de aquí las palabras:

“ ‘...al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.’ “

La “oscuridad de afuera” o las “tinieblas exteriores” de que habla el Señor, son la renuncia al cultivo de la luz interior con la que hemos sido bendecidos al abrazar a Cristo y a su ideal en el Bautismo, las tinieblas son la consecuencia de cerrarnos a la luz de la armonía y la paz.
Finalmente, estas palabras de San Pablo en la segunda lectura, se unen a las del Bienaventurado Richard Hooker que mencionamos al principio:

“Dios no nos destinó a recibir castigo, sino a alcanzar salvación por medio de Jesucristo nuestro Señor. Jesucristo murió por nosotros, para que, ya sea que sigamos despiertos o que durmamos con el sueño de la muerte, vivamos juntamente con él.”

Si alguna predestinación existe, pues, es la que Dios ha dispuesto para todos sus hijas e hijos a salvarse y estar para siempre con él. Dios, pues, no es “cuentachiles” ni malintencionado, pero no deja de ser Dios y de tener soberanía sobre nosotros, y nosotros mismos responsabilidad con él y con nuestros hermanos; por ello –“al atardecer de nuestras vidas”–, Él nos examinará en la caridad.

AL ATARDECER DE LA VIDA
Cesáreo Gabaráin
R.- Al atardecer de la vida me examinarán en el amor,
al atardecer de la vida me examinarán en el amor.
1. Si ofrecí mi pan al hambriento
si al sediento di de beber,
si mis manos fueron sus manos,
si en mi hogar le quise acoger.
2. Si ayudé a los necesitados,
si en el pobre he visto al Señor
si los tristes y los enfermos
me encontraron en su dolor.
3. Aunque hablara miles de lenguas,
si no tengo amor nada soy,
aunque realizara milagros,
si no tengo amor nada soy.
4. Venid, benditos de mi Padre,
tuve hambre y me disteis de comer,
estaba solo y me acompañasteis,
estaba triste y me alegrasteis,
estaba feliz y sonreisteis conmigo.
Venid, benditos de mi Padre.
R.- Al atardecer de la vida me examinarán en el amor,
al atardecer de la vida me examinarán en el amor.




U.I.O.G.D.
Para que en todas las cosas sea Dios glorificado...
Propios de la Santa Eucaristía
XXVII Domingo después de Pentecostés.
Propio 28
16 de Noviembre, A.D. 2008.

Colecta del Día:
Bendito Señor, tú inspiraste las Sagradas Escrituras para nuestra enseñanza: Concede que de tal manera las oigamos, las leamos, las consideremos, las aprendamos e interiormente las asimilemos, que podamos abrazar y siempre mantener la esperanza bendita de la vida eterna, que nos has dado en nuestro Salvador Jesucristo; quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Lectura del Libro del Profeta Sofonías
(1: 7 y 12-18)
¡Guarden silencio en presencia de Yahvéh, porque el día de Yahvéh está cerca! ¡ Yahvéh ha dispuesto un sacrificio y ha consagrado a sus invitados!
--“...En aquel tiempo tomaré una lámpara y registraré Jerusalén. Castigaré entonces a la gente que se siente tranquila como el vino reposado, y se dice a sí misma: --‘¡ Yahvéh no hará nada, ni bueno ni malo!’ Por eso, sus tesoros serán saqueados y sus casas destruidas. Construirán casas que no habitarán; plantarán viñas, pero no beberán su vino.”
¡Ya está cerca el gran día de Yahvéh! ¡Ya está cerca, viene de prisa! El estruendo del Día de Yahvéh será amargo: ¡hasta los más valientes gritarán entonces! Será un día de ira, de angustia y aflicción, de ruina y desolación, de oscuridad y tinieblas, nublado y sombras profundas; será un día de trompeta y de clamor contra las ciudades fortificadas y sus altas torres.
Dice Yahvéh: --“Pondré en apuros a la gente: caminarán como ciegos, porque pecaron contra mí; su sangre será derramada como polvo; su carne amontonada como estiércol.”
En el día de la ira de Yahvéh, no salvará a la gente ni su plata ni su oro, porque el fuego del enojo de Yahvéh consumirá todo el país.
¡Todos los habitantes de la tierra quedarán destruidos en un solo instante!
Palabra del Señor.
Pueblo: Demos gracias a Dios.

Salmo
90: 1-8 y 12
R./ Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría.
1 Señor, tú has sido nuestro refugio *
por todas las edades.
2 Desde antes que se formaran los montes
y que existieran la tierra y el mundo, *
desde los tiempos antiguos
y hasta los tiempos postreros, tú eres Dios.
......................
3 Haces que el ser humano vuelva al polvo *
cuando dices: “Vuelvan al polvo, seres humanos.”
4 En verdad, mil años, para ti,
son como el día de ayer, que pasó. *
¡Son como unas cuantas horas de la noche!
......................
5 Arrastras a los hombres con violencia,
cual si fueran solo un sueño;
6 son como la hierba, que brota y florece a la mañana,
pero a la tarde se marchita y muere.
......................

7 En verdad, tu furor nos consume,
¡nos deja confundidos!
8 Nuestros pecados y maldades
quedan expuestos ante ti.

R./ Enséñanos de tal modo a contar nuestros días,
que traigamos al corazón sabiduría.

Lectura de la Primera
Carta del Apóstol
San Pablo a los Tesalonicenses
(5:1-10)
Hermanos: En cuanto a fechas y tiempos, no necesitan que les escribamos. Ustedes saben muy bien que el Día del regreso del Señor llegará cuando menos se lo espere, como ladrón que de noche llega. Cuando la gente diga: --“Todo está en paz y tranquilo”, entonces vendrá de repente sobre ellos la destrucción, como le vienen los dolores de parto a una mujer encinta; y no podrán escapar. Pero ustedes, hermanos, no están en la oscuridad, para que el Día del regreso del Señor los sorprenda como ladrón. Todos ustedes son de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad; por eso no debemos dormir como los otros, sino mantenernos despiertos y en nuestro sano juicio. Los que duermen, duermen de noche, y los que se emborrachan, se emborrachan de noche; pero nosotros, somos del día, y debemos estar siempre en nuestro sano juicio. Debemos protegernos, como con una coraza, con la fe y el amor, y cubrirnos, como con un casco, con la esperanza de la salvación. Porque Dios no nos destinó a recibir castigo, sino a alcanzar salvación por medio de nuestro Señor Jesucristo. Jesucristo murió por nosotros, para que, ya sea que sigamos despiertos o que durmamos con el sueño de la muerte, vivamos juntamente con él.
Palabra del Señor.
Pueblo: Demos gracias a Dios.

Santo Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo según
San Mateo

(25: 14-15 y 19-29)
Pueblo: Gloria a ti, Cristo Señor.
En aquel tiempo, dijo Jesús:
+ “Sucederá con el Reino de los cielos como con un hombre que, estando a punto de irse a otro país, llamó a sus empleados y les encargó que le cuidaran su dinero. A uno de ellos le entregó cinco mil monedas, a otro dos mil y a otro mil: a cada uno según su capacidad. Entonces se fue de viaje...
“Mucho tiempo después volvió el jefe de aquellos empleados, y se puso a hacer cuentas con ellos. Primero llegó el que había recibido las cinco mil monedas, y entregó a su jefe otras cinco mil, diciéndole: --‘Señor, usted me dio cinco mil, y aquí tiene otras cinco mil que gané.’ El jefe le dijo: ‘Muy bien, empleado bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, al frente de lo mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.’ Después llegó el empleado que había recibido las dos mil monedas, y dijo: --‘Señor, usted me dio dos mil, y aquí tiene otras dos mil que gané.’ El jefe le dijo: --‘Muy bien, empleado bueno y fiel; en lo poco fuiste fiel, al frente de lo mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor.’
“Pero cuando llegó el empleado que había recibido las mil monedas, le dijo a su jefe: --‘Señor, yo sabía que usted es un hombre duro, que cosecha donde no sembró y recoge donde no esparció; por eso tuve miedo, y fui y escondí su dinero en la tierra; pero aquí tiene lo que es suyo.’ El jefe le contestó: ‘Empleado malo y perezoso, pues si sabías que yo cosecho donde no sembré y que recojo donde no esparcí, deberías haber llevado mi dinero al banco, y yo, al volver, habría recibido mi dinero con intereses.'’ Y dijo a los que estaban allí: ‘Quítenle las mil monedas, y dénselas al que tiene diez mil; porque al que tiene, se le dará más, y tendrá de sobra; pero al que no tiene, hasta lo poco que tiene se le quitará. Y a este empleado inútil, échenlo fuera, a la oscuridad. Entonces vendrán el llanto y la desesperación.’
El Evangelio del Señor.
Pueblo: Te alabamos, Cristo Señor.

Conmemoraciones de la Semana:
17 de noviembre: Hugo de Lincoln, Obispo (+1200)
18 de noviembre: Hilda de Whitby, Abadesa (+680)
19 de noviembre: Isabel de Hungría, Princesa (+1231)
20 de noviembre: Edmundo de Anglia Oriental, Rey (+870)
22 de noviembre: Clive Staples Lewis, Narrador y apologista (+1963)

Ciclo Anglicano de Oración:
La Iglesia Lusitana
Católica Apostólica y Evangélica
(Portugal).
Diócesis extraprovincial a la Provincia de Canterbury.
Obispo Fernando Soáres
La Iglesia Lusitana se organizó durante la segunda mitad del siglo XIX, fruto del ambiente religioso y social de esa época en Portugal.

La institución de un gobierno liberal y las nuevas ideas culturales y políticas en el mundo, generaron –tanto en Portugal como en otros países-, un clima de cambio y tensión entre muchos sectores de la sociedad y la jerarquía católica romana que continuaba presa de valores anticuados y tardaba en adaptarse a los nuevos tiempos.

En realidad la jerarquía católica romana se mostraba intolerante en la defensa del absolutismo papal, tanto en el plano eclesiástico como secular, situación que se agravó en 1870 con la definición de la jurisdicción universal e infalibilidad papal. Por otra parte, la desconfianza sobre la lectura de la Biblia por los creyentes, el ritualismo distante y pomposo de la liturgia en latín y los excesos del marianismo popular hicieron que muchos cristianos más progresistas se alejaran de la Iglesia Romana.

Entretanto, iba llegando a Portugal la influencia de otras corrientes del cristianismo, relacionadas con las espiritualidad anglicana, la tradición protestante y el movimiento vétero-católico surgido en Suiza y Holanda precisamente para tratar de restaurar en la Iglesia Católica Romana su simplicidad y vivencia ética de los dos primeros siglos del cristianismo. En ese contexto, algunos sacerdores y laicos se separaron de la Iglesia Romana y formaron pequeñas comunidades eclesiales donde se encontraban para vivir y compartir su fe en Jesucristo.

En 1880 se reunió un Sínodo al que fue invitado para presidirlo el anterior Obispo anglicano de México Henry C. Riley; de ese modo se constituyó y reglamentó la Iglesia Lusitana Católica Apostólica Evangélica.


U.I.O.G.D.
Para que en todas las cosas sea Dios glorificado…