jueves, 16 de julio de 2009

Carta Pastoral de la
Iglesia Episcopal Hondureña*
Llamado al Diálogo, la Tolerancia, la Reconciliación y la Paz

San Pedro Sula, 3 de Julio de 2009

Después de un día de oración y ayuno, el Ordinario** Diocesano y el Clero de la Iglesia Episcopal Hondureña, preocupados por la situación crítica que hoy nos embarga, hacemos un llamado a todo el pueblo de Honduras a buscar los medios para lograr ser el país que todos y todas queremos tener.
Como Iglesia lo hacemos desde la perspectiva de las Sagradas Escrituras considerando las palabras de Jesús en el Evangelio de Juan “Les dejo mi paz. Les doy mi paz; pero no se la doy como la dan los que son del mundo. No se angustien ni tengan miedo.” (1)
Los acontecimientos de los últimos días han llenado de temor e incertidumbre a este pueblo; y como Iglesia nos sentimos interpelados por nuestro Pacto Bautismal, el cual establece que debemos “luchar por la justicia entre todos los pueblos y respetar la dignidad de todo ser humano” (2) .
Este llamado es a buscar esa justicia en una sociedad a la cual lo menos que le interesa es la justicia de Dios, mucho menos la justicia humana. En esta sociedad donde diariamente se pisotea la dignidad de todos y de todas. El Cristo resucitado que predicamos nos exhorta –sin angustiarnos- a ser la voz profética que anuncia las buenas nuevas y denuncia las injusticias que a diario se comenten en cada rincón de esta bendita tierra.
Con la finalidad de apaciguar esa angustia, y como parte de nuestro deber profético como Iglesia de pronunciarnos acerca de la problemática nacional, lo cual no consideramos una injerencia ilícita en el quehacer político, sino la consecución de nuestro deber de enfocar la vida personal y social de los/las miembros de nuestras comunidades desde la perspectiva del Evangelio con razonamientos, pastorales porque Dios nos ha bendecido “con la memoria, la razón y la destreza” (3), para ser pastores que pronunciemos la verdad, es que hacemos este llamado y escribimos esta carta pastoral.
Como Iglesia estamos llamados a ser agentes de la justicia y voz de los/ las que no tienen voz, y esto lo haremos trascendiendo o favoreciendo esta u otra posición, de forma independiente y objetiva, sólo así podremos –con criterios y valores inderogables-, orientar las conciencias y ofrecer opciones que van más allá de lo meramente partidista y sectario.
Actualmente nuestro país atraviesa uno de sus momentos más críticos en su historia democrática y gubernamental, se encuentra polarizado; gracias a una temática en la forma de una consulta, misma que ha causado polémica, temor y alegría en este pueblo como lo fue la cuarta urna (4) . Somos del parecer que la polémica se presentó porque nadie, ni de un lado ni del otro, se tomaron el tiempo para explicarle al pueblo de una forma clara y suficientemente objetiva la realidad de la susodicha cuarta urna.
La pobreza, la falta de vivienda, los deficientes servicios públicos, los niños y las niñas de y en las calles sumadas al descuido de los adultos mayores, el VIH y Sida, y el AH1N1 siguen siendo grandes problemáticas sociales. El irrespeto a la vida y la propiedad, los asesinatos por encargo,la extorsión, forman un enorme cuadro de inseguridad que anteriormente sucedía en las ciudades de mayor crecimiento, pero ahora esos males lo encontramos en todos los rincones de este país.
Sin embargo, justo es recordar que este no es un momento para confrontaciones, mismo que a nada positivo nos llevará. Cristo, hoy nos ofrece “una paz, paz que el mundo no puede dar” (5) . En este contexto de paz, procuremos buscar los medios de pacificación, busquemos el poder del diálogo, busquemos puntos de encuentro, de tolerancia para lograr el camino de reconciliación y paz.
Por esta paz divina, no podemos concebir que se halle dividido a este país en grupos hegemónicos e irreconciliables. Las posturas filosóficas heterogéneas, características de toda verdadera democracia, no deben convertirse en intransigencia u hostilidad. En estos momentos debe aplicarse el diálogo que busque la aquiescencia, sobre el cual debe asentarse la vida social y política de cualquier sociedad que se considere democrática.
La solución de la problemática social y política de Honduras debe ir más allá del populismo que no va al fondo de los mismos. En la búsqueda de una solución a nuestra problemática no podemos valernos del neoliberalismo que, aunque supone, el “progreso” de la sociedad, lleva inherente, la separación de las masas en nuestro país y la profundización de la iniquidad y la exclusión.
Por esta razón, el Ordinario los y las Clérigos de la Iglesia Episcopal Hondureña apegados a nuestro llamado de ser la voz de los y las que no tiene voz, fortalecidos por ese Jesús de Paz, y fieles a nuestro Pacto Bautismal, de “luchar por la justicia y la paz entre todos los pueblos respetando la dignidad de todo ser humano” revalidamos nuestra representación, con todos y todas los y las cristianos y no cristianos de Honduras, siendo portadores de las buenas nuevas de Jesucristo, cuidando de los abandonados sociales, de los enfermos y a todos los que necesitan de nuestro apoyo, marchando con ellos y ellas hacia el diálogo, la justicia, la paz y el apaciguamiento.
Recordemos que somos hijos e hijas de Dios, nos lo afirma en el Evangelio de San Mateo cuando nos dice: “Bienaventurados los que buscan la paz, porque serán llamados hijos de Dios.” (6) . Como hijos e hijas de Dios, hondureños todos, estamos llamados y llamadas a desarrollar una nueva sabiduría de respeto, tolerancia, inclusión y la aceptación de las personas que difieren de nosotros y de esta forma emprender el camino hacia una concertación y un gran diálogo nacional.
Porque “nuestro auxilio esta en el nombre del Señor” (7) , porque Dios nos dotó de memoria, razón y el discernimiento, por todo esto, exhortamos a todas nuestra congregaciones de miembros, a nuestros programas, proyectos, y a los hondureños y hondureñas de toda raza, creencia religiosa, políticas o condición y clase social, a todos los hombres y mujeres, a orar fervientemente para que la moderación, entereza y la ecuanimidad retornen a Honduras.
Para que juntos y juntas trabajemos por esa paz, que como dicen las Escrituras será fruto de la justicia (8) .
Oremos por nuestra patria:
Oh Dios tú nos has unido en una vida común. Ayúdanos para que en medio de nuestras luchas por la Verdad, la Paz, la Tolerancia y la Justicia, nos confrontemos los unos a los otros sin odio ni amargura y juntos trabajemos con paciencia y respeto mutuos; por Jesucristo nuestro Señor. Amén.


Revdmo. +Lloyd Emmanuel Allen, D.D. II
III Obispo Diocesano

………………………………………….
*Iglesia Episcopal Hondureña es el nombre de la Diócesis anglicana de Honduras.
** Ordinario u Ordinario local es una manera usual de referirse al Obispo Diocesano.
NOTAS:
(1) San Juan 14:27
(2) Pacto Bautismal, en Santo Bautismo, Libro de Oración Común 1979, pág. 225
(3) Plegaria Eucarìstica C, Libro de Oración Común 1979, pág. 293.
(4) Se ha llamado “cuarta urna” a una urna electoral –adicional a las tres normales-, en la que se propuso a los electores hondureños un referéndum para la reforma a la Constitución del paìs.
(5) San Juan 14
(6) San Mateo 5:9
(7) Salmo 124: 8
(8) Isaías 2:4 y 32: 17; San Mateo 5: 43-45;
Salmo 72:7; Salmo 85: 8-13 etc.


U.I.O.G.D.
“…Para que en todas las cosas sea Dios glorificado”