domingo, 29 de junio de 2008

La Cábala.
Una colección monográfica.

Compilada, traducida y expandida por

Miguel Zavala-Múgica +, SB Con datos de… Wikipedia, la enciclopedia libre, en las versiones inglesa y catalana de este artículo.
Nota Bene:

Este texto -que está ya concluido-, se irá publicando en este blog por entregas hasta concluir su edición aquí. Espere Ud. las siguientes entregas, que se irán numerando al final de cada tramo publicado. Para quienes se inquietan por la presencia de estos temas aquí, les damos noticia de que las iglesias cristianas hace mucho tratan estos temas con respeto, escepticismo y objetividad. Ejemplo: el libro Los Arcanos Mayores del Tarot, Anónimo, editado por Ed. Herder, y prologado por el Cardenal Hans Urs von Balthasar, de la Iglesia Católica Romana.

Cábala

La palabra Cábala llega al castellano –a través del latín-, de la raíz hebrea .ק.ב.לq.b.l. o qibel = “recibir”, que da קבלה ó קַבָּלָה, qabaláh, literalmente: “recepción”, que se entiende como “tradición” o algo que se transmite, y ulteriormente se ha interpretado en el sentido de “clave de significado”.
En castellano no se presentan diferencias ortográficas en la palabra Cábala, las especificaciones se hacen a través del adjetivo que le siga, así, se hablará de: “Cábala judía o hispano-hebrea”, “Cábala cristiana”, o “Cábala hermética”. En estricto rigor, habría que transliterar la palabra hebrea como: qabaláh, sin duplicar ninguna letra, correspondiendo así a las letras: qof, bet, lámed y he = קבלה. Sin embargo, en inglés y en otras lenguas, la transliteración suele ser: Kabbalah, para referirse al sistema hebreo original; Cabbalah, para el sistema cristiano renacentista, y Qabbalah o Qabalah, para el sistema hermético-mágico desarrollado entre los siglos XIX y XX.
La Cábala es una de las principales corrientes del esoterismo y el misticismo judíos. La base estructural de este estudio consiste en el análisis del esquema conocido como Etz Jayim o Árbol de la Vida; parte de la Cábala hebrea e hispano-hebrea, pasará por la Cábala cristiana y llegará hasta la Cábala hermética. El Árbol de la Vida o Árbol sefirótico, es el común denominador de estas fuentes y derivaciones de la Cábala.
Las raíces primarias de la Cábala se encuentran en la Toráh o Pentateuco, las escrituras sagradas del judaísmo. A causa de su tradición oral centenaria, la Cábala incorporó influencias diversas: gnósticas, neoplatónicas y cristianas. Entre los judíos, esta tradición oral explica y fija el sentido de toda la Sagrada Escritura, y no sólo de la Toráh.
En la antigua literatura judaica, la Cábala era el cuerpo total de la doctrina recibida, además del Pentateuco (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio); e incluía los textos históricos, proféticos y poético-sapienciales del resto de la Biblia hebrea y de las tradiciones orales incorporadas posteriormente a la Mishná. El canon hebreo de la Biblia se conoce como Tanaj –anagrama de: Toráh, Nebiim, Ketubím: Ley, Profetas y Escritos-, las tres secciones en que se distribuyen las escrituras bíblicas hebreas.

Árbol de la Vida de Athanasius Kircher, basado en una versión de 1625 de Philippe d'Aquin hasta la fecha el arreglo más común de las sefirot y los senderos.



1. Orígenes de la Cábala hebrea, primeros tratadistas y derivaciones judías.
De manera legendaria, los cabalistas cristianos del Renacimiento, como Pico della Mirandola, Johannes Reuchlin y Wilhelm Schickard –haciendo eco de algunas tradiciones judías-, afirmaban que la Cábala sería un saber de carácter esotérico que Dios (Yahvéh) habría revelado primero a Adán, después a Abraham y luego a Moisés en el Monte Sinaí, al tiempo que le hacía entrega de las Tablas de la Ley. También se afirma que Yahvéh enseñó sus verdades y misterios a través del Ángel Raziel tras la caída de los primeros seres humanos.
1.1. La diáspora helenística y la edad de oro del cabalismo en España.
Ciertamente la leyenda no es historia, pero aunque la Cábala propiamente dicha [1] surge hacia fines del siglo XII, sus orígenes se remontan hasta el judaísmo de la diáspora helenística o dispersión por el mundo griego (cerca del siglo I a.E.C.) e incluso antes:
Los primeros transmisores de la tradición cabalística, surgen del judaísmo rabínico, especialmente del círculo intelectual de Rabí Yojanán ben Sakkai y de Rabí Akiba ben Yosef, muy influyentes en la Judea del siglo I d.E.C. Los temas principales de esta tradición no escrita, eran especulaciones sobre la descripción bíblica del Gènesis y las visiones del Profeta Ezequiel sobre el trono divino (Ezequiel 1). Esta corriente se denominará posteriormente La Merkabá (en hebreo: מרכבה = “carro”).
Siglos más tarde, aparecen los primeros documentos escritos. Testigo esencial es el Séfer Yeziráh (“Libro de la Formación”) redactado entre los siglos III y VI; éste contiene la presentación de las diez Sefirot y de las veintidós letras del Alefato o alfabeto hebreo, así como los nombres originales y las relaciones en las que se basa el mundo. Todo ello se expone gráficamente mediante el Etz Jayim o Árbol de la Vida cabalístico.
La Cábala sale a la luz, como tal, entre los siglos XII y XIII en las regiones –hoy francesa y española-, de Provenza y Cataluña, a través de las comunidades judías de la zona, vinculadas al Oriente próximo. La tradición cabalística nace en Sefarad –las comunidades judías españolas-, sobre todo de Cataluña y Aragón. La Cábala es el pozo de todas las tradiciones místicas judías acumuladas desde antes de Cristo y que llegaron a reinterpretar las Escrituras de tantas y tan variadas maneras que llegaron a crear una mística cercana al gnosticismo y que derivó en el Jasidismo.
Una importante contribución a la Cábala se debe a Abraham Abulafia (nacido en Zaragoza en 1240). Una de las fuentes más importantes es el Zóhar o Libro del Esplendor, escrito por Simeón Ben Yojai. La idea básica allí expuesta es que, del seno mismo de la Divinidad Oculta o Infinito (el Ayn Sof), surgió un rayo de luz que dio origen a la Nada (Ayn), identificada con una esfera (sefiráh) o región, que recibe el nombre de Kéter (“corona”). A partir de esta corona suprema de Dios, emanan otras nueve esferas (sefirot). Estas diez esferas constituyen los distintos aspectos de Dios mediante los cuales éste se automanifiesta.
En la alta Edad Media, el gran movimiento cabalista fue la llamada “Cábala profética” de la Península Ibérica, representada por Abraham Abulafia y Yosef ben Abraham Gikatilla. A partir de esta tradición de los judíos sefaradíes, a fines del siglo XIII, se redactan los escritos más importantes de la Cábala: el principal es el Zohar (en hebreo, זהר, = “esplendor”).
Se supone que el autor del Zohar fuera el cabalista castellano Moisés de León, muerto en 1305, quien pretendió atribuir sus escritos a una autoridad más antigua; su viuda confesó, más tarde, que el rabino lo había hecho para dar fuerza y aceptación a sus enseñanzas, costumbre –por otra parte-, muy presente en multitud de autores antes de que se reclamaran derechos de autor.
Con todo, es seguro que, la obra de Moisés de León no sólo incluye materiales propios, sino que –en gran parte-, compila materiales más antiguos y de diversos autores.
Portada de la primera edición del Zohar, Mantua, 1558.

El Zohar contiene estudios e interpretaciones muy amplios y variados de la Toráh, relatos del origen místico del judaísmo (especialmente sobre Rabí Shimón ben Yojai) y especulaciones sobre el valor de las cifras y las letras como fundamento del mundo. El Zohar es –después del Tanaj (o canon hebreo de la Biblia), y del Talmud-, el texto más importante del judaísmo.

Después de la expulsión de los judíos de España en 1492, la localidad de Safed, en Galilea llegó a ser el centro de las enseñanzas cabalísticas, nuevamente otro exilio: esta vez, la diáspora sefaradí. La imagen del exilio del alma –muy coloreada también de neoplatonismo-, será muy importante –y con razón-, en la tradición cabalística.

Uno de los personajes más destacados es Isaac Luria (1534-1572), quien hará aportaciones muy interesantes en cuestiones relacionadas a la creación del mundo, entre las cuales destacan la imagen del “encogimiento” de Dios para dejar lugar a la Creación (Zimzum), y la liberación de las emanaciones de luz divina (shebirat hakelim), especulaciones sobre el infinito (Ayn Sof) y diversas enseñanzas sobre la transmigración de las almas (gilgul). El objectivo de todos los esfuerzos humanos es reconstruir, en un proceso de perfeccionamento (tikkun), el primer estado sagrado del mundo de la existencia divina.

Estos conocimientos se explican en descripciones muy detalladas y mediante imágenes muy complejas y minuciosas. La Cábala luriánica se entiende como una ciencia sobre Dios, el mundo y la persona, y como interpretación mística de un exilio de la humanidad y de su salvación en el horizonte cosmológico.

...Continuará...

U.I.O.G.D.
Nuestra próxima entrega...
1.2. La Cábala entre los judíos ashkenazíes.

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