jueves, 21 de agosto de 2008

Propios de la Santa Eucaristía.
24 de agosto, A.D. 2008.
XV Domingo después de Pentecostés (Propio 16)
Año A
Colecta del Día:
C oncede, oh Dios de misericordia, que tu Iglesia –congregada en unidad por tu Espíritu Santo-, manifieste tu poder entre todos los pueblos, para gloria de tu Nombre; por Jesucristo nuestro Señor, quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
Lectura del Libro del Éxodo
(1:8-2:10)
En aquel tiempo, entró a gobernar en Egipto un nuevo rey, que no sabía nada de José, y dijo a su pueblo: --“Miren que los hijos de Israel forman un pueblo más numeroso y fuerte que nosotros. Tomemos precauciones contra él para que no siga multiplicándose, no vaya a suceder que –si estalla una guerra-, se una a nuestros enemigos para luchar contra nosotros y escapar del país.” Les pusieron entonces capataces a los israelitas, para sobrecargarlos con duros trabajos. Edificaron así para Faraón las ciudades de almacenamiento de: Pitom y Ramsés.

Pero cuanto más los oprimían, tanto más crecían y se multiplicaban, de tal modo que la gente ya no soportaba a los israelitas. Los egipcios trataron con brutalidad a los Israelitas y los redujeron a esclavitud; les amargaron la vida con duros trabajos de arcilla y ladrillos, y con toda clase de labores campesinas y toda clase de servidumbres que les imponían por la fuerza.

Luego el rey de Egipto se dirigió a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifrá y la otra Púa; les dijo: “Cuando asistan a las hebreas, y ellas se pongan de cuclillas sobre las dos piedras, fíjense bien: si es niño, háganlo morir; y si es niña, déjenla con vida.” Pero las parteras tenían respeto por Dios, y no hicieron lo que les había mandado el rey de Egipto, sino que dejaron con vida a los niños. Entonces el rey llamó a las parteras y les dijo: “¿Por qué han actuado así, dejando con vida a los niños?” Las parteras respondieron: “Es que las mujeres hebreas no son como las egipcias. Son más robustas y dan a luz antes de que llegue la partera.” Dios estaba con las parteras, así que el pueblo creció y llegó a ser muy fuerte; y a las parteras, por haber respetado a Dios, les concedió numerosa descendencia.

Entonces Faraón dio esta orden a todo el pueblo: --“Echen al río a todo niño nacido de los hebreos, pero a las niñas déjenlas con vida.” Un hombre de la tribu de Leví se casó con una mujer de la misma tribu. La mujer quedó embarazada y dio a luz un hijo, y viendo que era hermoso, lo tuvo escondido durante tres meses. Como no podía ocultarlo por más tiempo, tomó un canasto de papiros, lo recubrió con alquitrán y brea, metió en él al niño y lo puso entre los juncos, a la orilla del río Nilo. La hermana del niño se quedó a cierta distancia para ver lo que le pasaba; en eso bajó la hija de Faraón al Nilo, y se bañó mientras sus sirvientas se paseaban por la orilla del río. Al divisar el canasto entre los juncos, envió a una criada a buscarlo, lo abrió y vio que era un niño que lloraba. Se compadeció de él y exclamó: --“¡Es un niño de los hebreos!”

Entonces la hermana dijo a la hija de Faraón: --“Si quieres, yo buscaré entre las hebreas, y me pondré al habla con una nodriza para que te críe este niño.” –“¡Ve!”, le contestó la hija de Faraón. Así que la joven fue, y llamó a la madre del niño. La hija de Faraón le dijo: “Toma a este niño y críamelo, que yo te pagaré.” Y la mujer tomó al niñito para criarlo. Habiendo crecido el niño, ella lo llevó a la hija de Faraón, y pasó a ser para ella como su hijo propio. Ella lo llamó Moisés, pues, dijo: “lo he sacado de las aguas.”
Palabra del Señor.

R./ Demos gracias a Dios.


Salmo 124

R./ Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor,*
que hizo los cielos y la tierra.
1 Si el Señor no hubiese estado de nuestra parte, *
que lo diga ahora Israel;
2 Si el Señor no hubiese estado de nuestra parte, *
cuando los enemigos se levantaron contra nosotros;

3 Nos habrían tragado vivos, *
cuando se encendió su furor contra nosotros;
4 Nos habrían sumergido las aguas, *
hasta el cuello habría subido el torrente;

5 Hasta el cuello habrían subido *
las aguas furiosas.
6 ¡Bendito sea el Señor! *
que no nos ha dado por presa a sus dientes.

7 Hemos escapado cual ave de la trampa del cazador; *
se rompió la trampa, y hemos escapado.
8 Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor, *
que hizo los cielos y la tierra.

R./ Nuestro auxilio está en el Nombre del Señor,*
que hizo los cielos y la tierra.
Lectura de la Carta del
Apóstol San Pablo
a los Romanos.
(12:1-8)
Hermanos, les ruego por la gran ternura de Dios, que le ofrezcan su propia persona como una ofrenda viva y santa capaz de agradarle; este culto conviene a criaturas que tienen juicio. No sigan la corriente del mundo en que vivimos, sino más bien transfórmense a partir de una renovación interior. Así sabrán distinguir cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno, lo que le agrada, lo que es perfecto. La gracia que Dios me ha dado me autoriza a decirles a todos, y cada uno de ustedes, que no se entrometan en cualquier cosa sino que aspiren a lo que se debe buscar. Que cada uno actúe sabiamente según el carisma que Dios le ha entregado. Miren cuántas partes tiene nuestro cuerpo, y es Uno, aunque las distintas partes no desempeñan la misma función. Así también nosotros formamos un solo Cuerpo en Cristo. Dependemos unos de otros y tenemos carismas diferentes según el don que hemos recibido. Si eres profeta, transmite el conocimiento que se te da; si eres diácono, cumple tu misión; si eres maestro, enseña; si eres predicador, sé capaz de animar a los demás; si te corresponde dar, da con la mano abierta; si eres dirigente, actúa con dedicación; si ayudas a los que sufren, muéstrate sonriente.
Palabra del Señor.

R/. Demos gracias a Dios.
+Santo Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo
según San Mateo
(16:13-20)

R./ ¡Gloria a ti, Cristo Señor!

En aquel tiempo: Jesús se fue a la región de Cesarea de Filipo. Estando allí, preguntó a sus discípulos: --“Según el parecer de la gente, ¿quién es este Hijo del Hombre?” Respondieron: --“Unos dicen que eres Juan el Bautista, otros que eres Elías o Jeremías, o alguno de los profetas.” Jesús les preguntó: --“Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?” Pedro contestó: --“Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.”
Jesús le replicó:
--“Dichoso tú, Simón Bar Iona, porque esto no te lo ha revelado la naturaleza humana, sino mi Padre que está en los Cielos. Y ahora Yo te digo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia; los poderes de la Muerte jamás la podrán vencer. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos: lo que ates en la tierra quedará atado en el Cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el Cielo.”
Entonces Jesús les ordenó a sus discípulos que no dijeran a nadie que él era el Mesías.
El Evangelio del Señor.

R./ Te alabamos, Cristo Señor.

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U.I.O.G.D.

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