domingo, 8 de junio de 2008

Propios de la Santa Eucaristía para el
Domingo 8 de Junio de 2008.
IV Domingo después de Pentecostés (Propio 5)




Colecta del Día:
Oh Dios, de quien procede todo lo bueno: Concede, por tu inspiración, que pensemos lo justo y, guiados por ti, podamos hacerlo; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos. Amén.


Lectura del Libro del
Profeta Oseas 5:15---6:6


Así dice Yahvéh: --“Volveré luego a mi lugar, hasta que ellos reconozcan su pecado y vengan a buscarme. ¡En medio de su angustia, me buscarán!”
--Vengan todos, volvámonos a YAHVÉH. Él nos destrozó, pero también nos sanará; nos hirió, pero también nos curará. En un momento nos devolverá la salud, nos levantará para vivir delante de él. ¡Esforcémonos por conocer a YAHVÉH! YAHVÉH vendrá a nosotros, tan cierto como que sale el sol, tan cierto como que la lluvia riega la tierra en otoño y primavera.
Dice YAHVÉH: --“¿Qué haré contigo, Efraín?, ¿qué haré contigo, Judá? El amor que ustedes me tienen es como niebla de la mañana, como rocío de madrugada, que temprano desaparece. Por eso los he despedazado mediante los profetas; por medio de mi mensaje los he matado. Mi justicia brota como la luz. Lo que quiero de ustedes es que me amen, y no que me ofrezcan sacrificios; que me reconozcan como Dios, y no que me ofrezcan holocaustos.
Palabra del Señor.
Salmo 50

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


1 El Señor, el Dios de los dioses, ha hablado;*
ha llamado a los que habitan la tierra
del oriente al occidente.
2 Dios resplandece desde Sión,*
la ciudad de belleza perfecta.

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


3 Nuestro Dios viene, pero no en silencio:*
delante de él, fuego destructor;
a su alrededor, fuerte tormenta.
4 Desde lo alto, Dios llama al cielo y a la tierra*
a presenciar el juicio de su pueblo:

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


5 “Reúnanme a los que me son fieles,*
a los que han hecho alianza conmigo
ofreciéndome un sacrificio.”
6 El cielo declara que Dios es juez justo.

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


7 “Escucha, Israel, pueblo mío;
voy a poner las cosas en claro contigo.*
¡Yo soy Dios! ¡Yo soy tu Dios!
8 No te censuro por los sacrificios*
y holocaustos que siempre me ofreces.

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


9 No te pido becerros de tu ganado*
ni machos cabríos de tus corrales,
10 pues míos son todos los animales salvajes,*
lo mismo que los ganados de las serranías;
11 mías son las aves de las montañas*
y todo lo que bulle en el campo.

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


12 Si yo tuviera hambre, no te lo diría,*
pues el mundo es mío, con todo lo que hay en él.
13 ¿Acaso me alimento de carne de toros,*
o bebo sangre de machos cabríos?

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


14 ¡Que sea la gratitud tu ofrenda a Dios;*
cumple al Altísimo tus promesas!
15 Llámame cuando estés angustiado;*
yo te libraré, y tú me honrarás.”

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


16 Pero al malvado Dios le dice:*
“¿Con qué derecho citas mis leyes
o mencionas mi alianza,
17 si no te agrada que yo te corrija*
ni das importancia a mis palabras?

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


18 Al ladrón lo recibes con los brazos abiertos;*
¡te juntas con gente adúltera!
19 Para el mal e inventar mentiras*
la lengua y los labios se te sueltan.

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


20 Calumnias a tu hermano;*
¡contra tu propio hermano lanzas ofensas!
21 Todo esto has hecho, y me he callado;
pensaste que yo era igual que tú.*
Pero voy a acusarte cara a cara,
¡voy a ajustarte las cuentas!

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”


22 Entiendan bien esto, ustedes que olvidan a Dios,*
no sea que empiece yo a despedazarlos
y no haya quien los libre:
23 el que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”

R./ El que me ofrece su gratitud, me honra.*
¡Yo salvo al que permanece en mi camino!”



Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo
a los Romanos 4:13-18


Hermanos: Dios prometió a Abraham y a sus descendientes que recibirían el mundo como herencia; pero esta promesa no estaba condicionada al cumplimiento de la Ley, sino a la justicia que se basa en la Fe. Si los que han de recibir la herencia son los que se basan en la Ley, entonces la Fe resultaría cosa inútil y la promesa de Dios perdería su valor, pues la Ley implica castigo; pero donde no hay Ley, tampoco existen faltas contra la Ley.
Así pues, para que la promesa hecha a Abraham conservara su valor para todos sus descendientes, fue un Don gratuito, basado en la Fe. Dicho de otro modo, la promesa no es solamente para los que se basan en la Ley, sino también para todos los que se basan en la Fe, como hiciera Abraham. Así, él viene a ser padre de todos nosotros, como dice la Escritura: “Te he hecho padre de muchas naciones.” Este es el Dios en quien Abraham creyó, el Dios que da vida a los muertos y crea las cosas que aún no existen.
Cuando ya no había esperanza alguna, Abraham puso su Fe y tuvo Esperanza, y así vino a ser “padre de muchas naciones”, conforme a lo que Dios le había dicho: “Así de numerosos serán tus descendientes.”
Palabra del Señor.


Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según
San Mateo 9:9-13


+ En aquél tiempo, Jesús vio a un hombre llamado Mateo, que estaba sentado en el lugar donde cobraba los impuestos para Roma. Jesús le dijo: --“Sígueme”. Entonces Mateo se levantó y lo siguió.
Sucedió que Jesús estaba comiendo en la casa, y muchos de los que cobraban impuestos para Roma, y otras gentes de mala fama, llegaron y se sentaron también a la mesa junto con Jesús y sus discípulos. Al ver esto, los fariseos preguntaron a los discípulos: --“¿Cómo es que su maestro come con cobradores de impuestos y pecadores?”
Jesús lo oyó y les dijo: --“Los que están buenos y sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan el significado de estas palabras: 'Lo que quiero es que sean compasivos, y no que ofrezcan sacrificios.' Pues yo no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores.
El Evangelio del Señor.

Himno.
TENEMOS ESPERANZA

(Letra: Federico Pagura / Música: Homero Perera).

1.- Porque Él entró en el mundo y en la historia;
porque Él quebró el silencio y la agonía;
porque llenó la tierra de su gloria;
porque fue luz en nuestra noche fría.
Porque Él nació en un pesebre oscuro;
porque vivió sembrando amor y vida,
porque partió los corazones duros
y levantó las almas abatidas.

ESTRIBILLO:
Por eso es que hoy tenemos esperanza,
por eso es que hoy luchamos con porfía;
por eso es que hoy miramos con confianza,
el porvenir en esta tierra mía.
¡Por eso es que hoy tenemos esperanza!,
¡por eso es que hoy luchamos con porfía!;
¡por eso es que hoy miramos con confianza,
el porvenir…!

2.- Porque atacó a ambiciosos mercaderes,
y denunció maldad e hipocresía;
porque exaltó a los niños, las mujeres,
y rechazó a los que de orgullo ardían.
Porque Él cargó la cruz de nuestras penas,
y saboreó la hiel de nuestros males;
porque aceptó sufrir nuestra condena,
y así morir por todos los mortales.

3.- Porque ilumina cada senda en gloria
a quienes van con Él por el camino;
porque su Cruz es siempre nuestra historia,
y es compartir con Él vida y destino.
Porque una aurora vio su gran victoria
sobre la muerte, el miedo, las mentiras;
ya nada puede detener su historia,
ni de su Reino eterno la venida.
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En el Ciclo Anglicano de Oración…

Oremos por…:
La Iglesia Anglicana de México.
Revdmo. Carlos Touché-Porter, Obispo de la Diócesis de México, y Obispo Primado de la Iglesia Anglicana de México.

La raíz histórica básica de la Iglesia Anglicana de México se remonta a la Constitución Política de 1857 y a las Leyes de Reforma. Al promulgarse éstas, un pequeño grupo de sacerdotes mexicanos pertenecientes a la Iglesia de Roma, apoyó y defendió públicamente dichas leyes; fueron, por ello, excomulgados, con el posterior establecimiento de una Iglesia Católica Mexicana desvinculada de Roma. Ésta se organizó oficialmente a partir de 1861, y en 1872 tomó el nombre de Iglesia Mexicana de Jesús y, posteriormente, el de Iglesia Episcopal Mexicana. En 1875, y luego en 1906, formalizó su relación con la Iglesia Episcopal de los Estados Unidos y formó parte de la IX Provincia hasta su autonomía, establecida en 1995.
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