lunes, 10 de noviembre de 2008

La Jornada 01 de noviembre.
Día de Muertos,
¿prehispánico o mestizo?

La calabaza en dulce, “casamiento” entre españoles y los pueblos originarios de América.

Aleyda Aguirre Rodríguez.

Sobre la losa que guarda los restos de Marcel Proust, en el cemeterio de Pére Lachaise, en París, alguien dejó una copia del libro En busca del tiempo perdido... Unas piedras evitan el robo del viento y una flor, quizá de agradecimiento, por las letras de uno de los siete libros que conforman una de las obras más destacadas e influyentes de la literatura del siglo XX, creadas por el hombre que yace ahí dentro. Proust, escritor francés a quien el asma y la depresión empezaron a surcarle el camino a la muerte. Vivió casi encerrado en el 102 del Boulevard Haussmann en París, donde cubrió las paredes de corcho para aislarse de ruidos y trabajar tomando café y comiendo poco. La muerte, disfrazada de bronquitis, llegó finalmente el 18 de noviembre de 1922.
Colocar un altar en honor a los muertos es un acto con el que se evocan “siglos de historia”. Las calaveras de azúcar, la calabaza y el camote con miel, el mole, los tamales, el pulque o tequila, el pan, el incienso, las flores de cempasúchil o pata de león, las veladoras y el papel picado, son algunas de las piezas que hoy se colocan en las ofrendas, evidencia del “triunfo” del mestizaje o la hibridación que nació con la conquista española.
Existe la idea generalizada de que los altares actuales, dedicados a los difuntos son prehispánicos, sin embargo, en ellos se depositan y conviven tradiciones tanto de las culturas mesoamericanas como europeas, en particular españolas.
El Día de Muertos, explica la antropóloga Isaura Cecilia García López, catedrática de la Universidad del Claustro de Sor Juana, tiene orígenes prehispánicos, pero existen grandes diferencias entre las ofrendas de aquella época y la actual.
Para empezar, se tendría que pensar en desenterrar la ofrenda, porque los aztecas, ejemplifica, las ponían en las tumbas, se han encontrado evidencias que así lo indican: cerámica, vasijas, vestigios de alimentos y semillas. Y no dedicaban uno o dos días a este culto, sino que era común sepultar a las personas fallecidas con objetos y semillas para que germinaran y de ese modo celebrar la fertilidad y la cosecha. En algunos casos como el de Oaxaca, había alimentos preparados, entre ellos, “una especie de mole, alejado de los que conocemos ahora”. Todo esto dependía de la región y la época en la que se vivía.
El pan de muerto, aclara, es del siglo XVIII. “A finales de la Colonia se buscaba incrementar el consumo de la harina de trigo y con ello, empezó la elaboración de diferentes tipos de panes y aparecieron las panaderías”. Se mezclaron estas piezas con azúcar y se creó el pan de pulque, “resultado de la hibridación”. Antes de la llegada de los españoles no había levadura. El trigo vino con la conquista. “El pan que tenemos ahora, no existía en la época prehispánica”, los españoles llamaban pan “a las tortillas dobladas elaboradas con maíz”.
En cuanto a los tamales, los colonizadores trajeron la manteca, el cerdo y la mantequilla, que se incorporaron paulatinamente a estos productos gastronómicos. No obstante, en un principio sólo se cocían o se asaban y se les agregaba “aceite de aguacate”, como da cuenta Fray Bernardino de Sahagún, comenta la también historiadora.
En las ocho regiones del país se preparaba gran variedad de tamales: de pejelagarto, de maguey, con amaranto, de capulines, de hueso de mamey, de frijol, de calabaza, de chipilín, de pigua –camarón de río–, de guajolote en pibil, de maíz azul y chile ancho, de iguana y muchos más…
La calabaza en dulce, es un “casamiento” entre el dulce de los españoles y la calabaza de los pueblos originarios de América. Las diversas culturas prehispánicas, comparte, tenían a la calavera como objeto de uso común, se colocaba su imagen en los muros, en los templos, en las pirámides, en los relieves, joyas, máscaras, y de ahí pasamos a las calaveritas de azúcar que “son del siglo XIX y tienen su origen en los mazapanes y buñuelos españoles”.
Oro dulce
En el siglo XVIII el consumo de azúcar “se vuelve popular”. En el XVI sólo la usaba la gente rica, su peso valía oro: “una reina podía traer un anillo con una cucharada de azúcar; era signo de riqueza y poder”. La muerte es también, dice Isaura García, un “signo de control social” y en aquel entonces se buscaba integrar a los conquistados a la cultura española: resultado de ello es, quizá, señala, la calavera de azúcar y el pan de muerto.
Independientemente de la confusión en torno a aquello que es prehispánico o mestizo, el Día de Muertos es gran ocasión para realizar una fiesta gastronómica, en la que cada estado de la República contribuye con diversidad de sabores, olores, colores y mitos.

U.I.O.G.D.
Para que en todas las cosas se Dios glorificado.
REVISTA SIEMPRE, 19 OCTUBRE

Ojo, será divertido leer hasta el final este artículo publicado ANTES de la elección del ahora Presidente Electo Barack Obama.

El neoliberalismo: Una falsa deidad

Frida Modak
El colapso del neoliberalismo ha dado origen a toda suerte de interpretaciones, calificaciones y especulaciones, mientras se resuelve por cual vía seguiremos caminando. El beneficio, claro, hasta ahora, es que el mercado ha caído de su pedestal y ya no podrá seguir siendo adorado en la forma abusiva en que lo ha sido en las últimas décadas, cuando se le atribuyeron poderes rayanos en la divinidad para solucionar todos los problemas.
Detrás de esa falsa deidad estaban los intereses muy terrenales de los que incrementaron o amasaron enormes fortunas gracias al mercado. El resto de la humanidad recibía sólo aquello que convenía al mercado. No se podían aumentar los sueldos porque eso afectaba los costos y la libre competencia y en esas condiciones los empresarios no podrían crear nuevos empleos, se sostenía. Y no subían los sueldos y salarios y tampoco se creaban los empleos porque el avance tecnológico lo hacía innecesario o porque con la teoría de la productividad y la inmoral “flexibilización” laboral, a un trabajador se le podía exigir más por menos.
Las conquistas sociales dejaron de ser un derecho y se volvieron una “carga” para las empresas. Los sistemas previsionales se modificaron para que entraran al juego del mercado y ahora tenemos, especialmente en el mundo en desarrollo, empresas que lucran con los aportes que los trabajadores hacen con la esperanza de tener garantizada la atención médica y una pensión, para encontrarse con que cada día hay nuevas normas que le limitan el acceso a su dinero y al producto de su dinero, que tantas ganancias le ha proporcionado a los que se dedican al negocio de la salud y la previsión.
En otras palabras, derechos fundamentales como éstos han sido, y todavía son, parte de ese castillo de naipes que en alguna medida se ha caído en estas semanas. Y esto me ha hecho recordar el para mí sorprendente planteamiento que hiciera hace pocos años el ex presidente chileno Ricardo Lagos en una conferencia magistral dada en México a invitación del CIDE. En esa oportunidad, Lagos se refirió a los derechos humanos, pero sostuvo que también había que reconocer “los derechos del consumidor” y dejó en el aire cuál era prioritario.
Y de todo esto también se trata lo que hemos vivido en estas agitadas semanas, porque hay países subdesarrollados que exhiben altas cifras de crecimiento, pero los beneficios no llegan a las mayorías, las que se rebelan y protestan y son reprimidas. El hambre ha crecido y también los cientos de millones que no tienen acceso a servicios sanitarios. Sin embargo, seguimos pagando una deuda externa usuraria que ya se ha pagado más de una vez en relación a su monto original. Justamente en la semana que termina se realizó la Campaña Internacional Contra la Deuda Ilegítima, en la que uno de los temas fue ¿quién debe a quién?
El costoso salvavidas
Contra este trasfondo cabe analizar las medidas que se han adoptado para hacer frente al colapso del mercado y que consisten en destinar miles de miles de millones de dólares para salvar a la banca y al sistema financiero. Como héroe de esa cruzada aparece el primer ministro británico, Gordon Brown, por haber propuesto la compra de activos bancarios por los gobiernos de los países desarrollados, lo que a su vez ha originado un debate acerca de lo que eso implica.
Se habla de nacionalización de los bancos, lo que es aplicable a la compra de activos de bancos extranjeros, en este caso cabría también hablar de estatización, pero ninguno de los dos términos es exacto porque lo que se está haciendo en la práctica es inyectarle dinero del Estado a instituciones privadas a cambio de acciones, sin que se tenga claro qué facultades le concede eso a los estados ni en qué forma favorecerá a las mayorías. Lo más claro de todo es que eso ha favorecido a Brown, por cuya permanencia en el cargo nadie daba un peso. Ahora aparece revalorizado, pero no tanto dicen algunos, como para superar al líder conservador David Cameron, que aspira a reemplazarlo.
Este aporte estatal a la banca es simplemente monumental. Alemania, Francia, Bélgica, Luxemburgo, Holanda, España, Estados Unidos, Islandia y Gran Bretaña, han destinado a este fin 2.2 billones de dólares, lo que se escribe así: 2.200.000.000.000. Rusia, para reactivar el crédito bancario, ha ofrecido a esas instituciones 36 mil 400 millones de dólares para préstamos a largo plazo. China controla las acciones de los bancos y ha comprado más, para capitalizarlos a fin de que puedan operar. También hay que considerar que este país tiene 518 mil millones de dólares en títulos del gobierno estadunidense.
En este panorama es que algunos han llegado a decir que se han introducido elementos socialistas en la economía mundial, mientras que Nouriel Roubini, profesor de economía de la Universidad de Nueva York, según cita de la BBC, ha tildado de “comunista” a Bush, al secretario de Tesoro, Henry Paulson, y al presidente de la Reserva Federal, Ben Bernanke. Lo cierto es que la coyuntura es propicia para que el Estado recupere el rol que nunca debió perder, como garante de la democracia y la justicia social.
Racismo electoral
En medio de este positivo cataclismo financiero, la campaña electoral estadunidense se desenvuelve en un clima turbio, como consecuencia de la pérdida de apoyo que registra el republicano John McCain y las “técnicas” que aplican sus publicistas en el intento de recuperar terreno. En vísperas del tercer y último debate entre los candidatos, las encuestas le daban a Barack Obama hasta 14 puntos sobre su rival. Pero, al mismo tiempo, se intensificaba la guerra sucia.
La contrapropaganda admitía la ventaja que los sondeos le daban a Obama, pero paraleamente sugería que podía no ser real porque muchos estadunidenses no estarían diciendo la verdad por no aparecer como racistas. Por eso, optarían por declararse partidarios del candidato demócrata, pero en el momento de sufragar lo harían por el republicano porque no podrían votar por un negro. De más está decir que eso no está avalado por ningún estudio serio, es simplemente una forma de introducir el racismo en la etapa final de la elección.
Eso coincide con el supuesto abucheo que habría recibido McCain de sus partidarios por no atacar más fuerte a Obama. Recuérdese que una mujer le dijo que no le gustaba el demócrata porque “es un árabe”, a lo que el republicano respondió, aparentemente defendiendo a su opositor, que éste no era un árabe sino un “hombre decente”, con lo cual el veneno quedaba lanzado, respaldando lo que se sostiene en sitios de internet y grupos republicanos ultra derechistas.
Es que el colapso neoliberal también afectó las expectativas de McCain, por eso circulan por la web cuentos como el que señala que Obama llega al cielo y San Pedro le pregunta quién es y él responde el presidente de Estados Unidos. San Pedro le pregunta, entonces, que desde cuándo porque no tiene registros de que hubiera allí un presidente negro, a lo que éste contesta: desde hace 20 minutos.
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U.I.O.G.D.
Para que en todas las cosas sea Dios glorificado...
MILENIO
Camiones en Londres llevan la leyenda “Dios probablemente no existe”
Impulsan ateísmo en GB

24-Octubre-08

"Dios probablemente no existe, deje de preocuparse y disfrute de su vida”. Éste es el provocador eslogan que pretende colocar en los autobuses del Reino Unido una campaña a favor del ateísmo impulsada por el famoso biólogo darwinista Richard Dawkins, autor de best sellers como El gen egoísta y El espejismo de Dios.
La campaña está siendo un gran éxito, ya que sus organizadores han logrado recaudar cinco veces los fondos que necesitaban para su puesta en marcha. El objetivo inicial era conseguir 7 mil euros para imprimir carteles con el eslogan ateo, y colocarlos durante cuatro semanas en 30 autobuses urbanos que circulan por el distrito londinense de Westminster.
La campaña ya lleva recaudados más de 35 mil euros en donativos de particulares y empresas, y se prevé la aportación de otros 7 mil, que se ha comprometido a donar Richard Dawkins.
“La religión está acostumbrada a que todo le salga gratis, incluyendo el derecho a lavar el cerebro de los niños. Esta campaña colocará eslóganes alternativos en los autobuses y hará pensar a la gente”, opina el prestigioso biólogo de la Universidad de Oxford.
“Nuestro mensaje es divertido pero tiene un fondo serio: los ateos queremos un país, una escuela y un gobierno laico. El importante apoyo que ha recibido nuestra campaña muestra que muchas personas están de acuerdo con estas ideas”, asegura la escritora.
La Asociación Humanista del Reino Unido se encargará de gestionar los donativos, y el dinero sobrante se destinará a financiar una nueva campaña publicitaria más ambiciosa.Los líderes religiosos británicos han respondido de modo favorable a esta iniciativa. La Iglesia de Inglaterra ha manifestado que defenderá el derecho de cualquier grupo que represente una posición religiosa o filosófica a promover sus ideas a través de los canales apropiados, aunque matizan que las ceencias cristianas no tienen que ver con preocuparse o no disfrutar la vida, sino más bien lo contrario.
“Nuestra fe nos libera para considerar esta vida con la perspectiva apropiada”, dijo un portavoz.
Madrid • Agencias
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NOTA DEL EDITOR DE ESTE BLOG:
Para reflexionar.-
1. ¿Laicismo es lo mismo que ateísmo?
2. ¿Se puede ser creyente religioso y laicista al mismo tiempo?
3. ¿Qué quiere decir la Iglesia de Inglaterra (Anglicana) cuando señala que defenderá el derecho a la libre expresión?, ¿y qué serían los "canales apropiados?
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COQUETERÍA MILENARIA.
Hallan pendiente de oro, perlas y esmeraldas de dos mil años de antigüedad.
10 de noviembre de 2008, 05:36 AM
Jerusalén, 10 nov (EFE).-
Arqueólogos israelíes han encontrado en una excavación de Jerusalén un pendiente de oro, perlas y esmeraldas con más de dos mil años de antigüedad y en perfecto estado de conservación, informó a Efe la Autoridad de Antigüedades de Israel.
"El pendiente fue hallado en las ruinas de un complejo bizantino, del siglo V, pero es de una época anterior, del periodo romano (entre los siglos I y IV)", dijo a Efe el arqueólogo Doron Ben Ami, director de la excavación de Givati Car, en la Ciudad de David de Jerusalén, en la que fue hallada la joya.
Según este experto, la relevancia del descubrimiento radica en que "no es habitual encontrar objetos del periodo romano en Jerusalén fuera de la ciudad vieja y tampoco solemos encontrar objetos de lujo fuera de los lugares donde vivía la gente rica".
Pero también es sorprendente la buena preservación del pendiente, que "está en una condición excelente, podría ser de la época actual", asegura Ben Ami.
El hecho de que una joya de la época romana se encontrase en un complejo bizantino se explica porque "los objetos valiosos se pasaban de una generación a otra".
La joya consta de tres perlas y dos esmeraldas engarzadas con oro y es, según Ben Ami, "sorprendentemente parecida" a los adornos de la misma época encontrados en pinturas de las tumbas de momias de El Fayum (en Egipto). EFE
aca/ik
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Impensable un Estado democrático sin educación laica.
La Jornada miércoles 22 de octubre
Javier Aranda Luna
La indispensable laicidad
Un país se revela cabalmente por sus mercados, como quería Gide, pero en lo esencial por el trato que da a sus minorías. Abundan los ejemplos: los judíos en la Alemania nazi, los latinos en Estados Unidos, los homosexuales en el México porfirista que se niega a desaparecer, los grupos protestantes en el inverosímil y grotesco mundo de San Juan Chamula, donde se cierran las puertas de las escuelas públicas a niños no católicos y se expulsa de sus tierras a los abstemios reacios al aguardiente.
Carlos Monsiváis ha sido uno de los observadores más constantes de las vicisitudes que han enfrentado en nuestro país los grupos minoritarios más vulnerables. Pocos como él han documentado la segregación religiosa, sexual y étnica con tal constancia que ha logrado mostrarnos, muchas veces, la sombra de un país que creíamos superado pero que sigue vivo y activo entre nosotros.
El libro El Estado laico y sus malquerientes, publicado por la Universidad Nacional Autónoma de México y Debate, prueba lo que digo. Monsiváis, como todo clásico que se respete, pone en nuestras narices obviedades que no habíamos visto. O por lo menos que no habíamos visto desde el ángulo revelador que nos propone.
Por ejemplo, que resulta impensable un Estado democrático sin educación laica, una sociedad sana sin la separación de la Iglesia y el Estado, que resulta una barbaridad pretender canonizar a terroristas vuela trenes o a líderes que ordenaron cortarles las orejas a los maestros y a las maestras cercenarles los senos, previa violación frente a sus alumnos, por el terrible pecado de enseñar el alfabeto. Después de leer esa crónica del horror, resulta imposible no coincidir con la sentencia que asegura que la estupidez es una de las formas del mal.
Pero no todo es barbarie en esa crónica: aparecen aquí y allá los momentos de resistencia ante los embates del pensamiento autoritario. Monsiváis rescata, por ejemplo, la frase que el político del PNR Arnulfo Pérez H. imprimía en sus tarjetas de presentación: “Enemigo personal de dios”, o el discurso de ingreso a la Academia de Letrán del entonces joven Ignacio Ramírez, que resumió en el aforismo “No hay dios”.
Pero la originalidad de esta crónica no se limita a los datos casi inverosímiles que cita con su respectiva fuente, sino a la manera en que, desde las primeras páginas del libro, introduce al lector en su reflexión sobre el laicismo.
Para Monsiváis la educación laica se prefigura en nuestra sociedad cuando se consideran otras formas de espiritualidad gracias a la música, las artes plásticas y la poesía. Con ellas se instala una religión de los sentidos donde pasiones y emociones, paisajes y naturalmente el amor van más allá y son más vivos que los sentimientos que refieren los curas. Estas manifestaciones artísticas son un paso firme a la secularización.
La segunda parte del libro está formada por una antología de despapuchos y acciones de los “malquerientes”, que no enemigos, dice Monsiváis, de la laicidad. Malquerientes “porque su inacabable derrota cultural los enfrenta a su límite: la imposibilidad de construir un desafío verdadero a la secularización y a la laicidad”.
Conocer mejor nuestra tradición laica y a sus malquerientes es una obligación democrática. La tolerancia y la apuesta por la diversidad y el conocimiento como fuente de desarrollo son ejes del Estado laico y democrático, y antídoto contra el pensamiento autoritario.
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