Carta Pastoral de Pentecostés (2008) de la
Obispa Primada a la
Iglesia Episcopal.
Hermanos y hermanas en Cristo:
En estos días en que se cierra la estación de Pascua y nos acercamos a la fiesta de Pentecostés, comenzamos a poner atención a la presenciade Dios con nosotros en el Espíritu Santo. La Iglesia primitiva señaló este don como inspiración, y lenguas de fuego: el soplo de una constante nueva vida y el ardiente deseo de una habitual relación con Dios.
El Don del Espíritu Santo nos mantiene vivos y activos, nos orienta hacia nuevos destinos y a desafíos inesperados. Tanto en esta época como en otras, nos enfrentamos a cuestiones de identidad, vocación y misión como miembros del Cuerpo de Cristo. Nuestra entrada a la extensa estación de Pentecostés nos orienta aconsiderar cómo nosotros también hemos de seguir a Jesús inspirados por el Espíritu Santo.
Quisiera presentarles algunos recordatorios a propósito de identidad, vocación y misión que recién he compartido con el pueblo de la Diócesis de San Joaquín.
1) Jesús es Señor: En la misma forma en que los primeros cristianos proclamaron que Jesús -y no el César-, es el Señor. Recordemos que nadie, ni un jerarca ni una autoridad eclesiástica, ni tampoco cualquiera de ustedes, es Señor. Pertenecemos a Dios, a quien conocemos en Jesús y nuestra identidad no puede estar fundada en ningún otro elemento.
2) Todos fuimos creados a la imagen de Dios. Aunque no podemos contemplar la imagen de Dios inmediatamente, somos desafiados a seguir buscándola, especialmente entre aquellos que nos podrían considerar sus enemigos.
3) En el bautismo descubrimos que hemos sido llamados a ser para losdemás de la misma forma que Dios lo es para nosotros. Es decir que lamisión de Dios debe ser nuestro foco principal y no aquello que poneatención nosotros y excluyendo al los demás. Porque cuando excluimosal prójimo, excluimos a Dios.
4) Ninguno de nosotros está solo. No podemos emprender la totalidad de la misión divina estando solos, ni tampoco conocer la plenitud de la realidad de Dios estando solos. Unidos, como miembros del Cuerpo de Cristo, podemos comenzar a tratar.
Y el Espíritu, como fuego ardiente, soplo inspirador y hablante de muchos idiomas, está presente en este Cuerpo, fortaleciéndonos, animándonos y sosteniendo nuestra tarea.
Gracias a Dios, quien continuamente nos renueva.
Su servidora en Cristo,
+Katharine Jefferts Schori.