miércoles, 19 de noviembre de 2008

HÉROES DE LA FE
Atilano Coco Martín,
Presbítero y Mártir.
España, 1936

Compilado y aumentado por el
Padre Miguel
Zavala-Múgica
con datos de
Wikipedia: la Enciclopedia libre
http://es.wikipedia.org/wiki/Atilano_Coco
y “Rojo y Azul” (véase abajo: Enlaces Externos).


Atilano Coco fue un presbítero de la Iglesia Española Reformada Episcopal (IERE), que es la expresión eclesiástica del Anglicanismo español, y que había sido organizada a partir de 1868 por el Obispo Joan Baptista Cabrera. Coco nació en Guarrate, provincia de Zamora, en 1902, y fue fusilado en Salamanca el 09 de diciembre (o bien el 08 de noviembre, según otras fuentes) de 1936 era Vicario de la Iglesia de El Redentor y un hombre muy apreciado en la ciudad de Salamanca. Casado con Enriqueta Carbonell-Carratalá, tuvo dos hijos, Alicia y Enrique.
Masón, clérigo y socialista a un tiempo.
Atilano estudió en Inglaterra, allí fue iniciado francmasón en fecha imprecisa entre 1920 y 1921, como la mayoría del clero anglicano británico de aquel entonces. A su vuelta a España, impulsó la masonería; en Alicante ingresó en 1928 en la Respetable Logia Simbólica Constante Alona, del Grande Oriente Español (GOE).

Aspecto del Taller de la Logia Constante Alona, de Alicante, hacia la época en que Atilano Coco era miembro de su Cuadro Logial (Foto: ca. 1935 http://www.logiaconstantealona.org/).


Cuando llegó Coco a Salamanca no había ninguna organización masónica; en 1932 se fundó la logia Helmántica, dependiente de la Gran Logia Española (GLE), pero Coco no participó en ella por pertenecer él a distinta obediencia masónica.

En 1933, Atilano Coco y José María Friera (gobernador civil, del Partido Radical) refundaron la Helmántica, poniéndola bajo la dependencia del GOE, siendo Coco Secretario y más tarde Venerable Maestro. La logia Helmántica nunca superó la veintena de miembros ni tuvo una vida exitosa. De hecho, las tenidas se desarrollaban en la casa pastoral de Coco por carecer de medios para tener un local propio.

Vuelto a España, trabajó en Alicante y en Salamanca (1929) –ya casado con Enriqueta Carbonell–, como evangelista y maestro en la escuela adjunta a la iglesia anglicana, una muy pequeña congregación, aunque arraigada en la ciudad desde 1879. Los anglicanos de Salamanca contaban con un edificio levantado a sus expensas que incluía el templo (la Iglesia de El Redentor), una escuela y la vicaría.

Atilano Coco –a semejanza de otras personalidades de la España Republicana, como Federico García Lorca–, nació en el seno de una familia de labradores acomodados, y llegaría a convencerse de los postulados del socialismo. Su padre, Eugenio Coco, era miembro de la Iglesia Española Reformada Episcopal.

Fue –a la sazón-, miembro destacado del Partido Republicano Radical Socialista fundado por Marcelino Domingo en 1929, y luego, desde su fundación en 1934, formó parte del Comité Provincial de Unión Republicana (UR), partido dirigido por Diego Martínez Barrio, caracterizado por su ideario liberal avanzado y su laicismo radical.

Arriba: Sello del Gran Oriente de Francia, bajo cuya obediencia funcionaron las logias del Grande Oriente Español, cuando la Masonería constituyó delito en la España de Franco y las logias fueron disueltas.

Coco y otros miembros de UR promovieron en 1935 la sección local salmantina de la Liga Española de los Derechos del Hombre, fundada en España en 1932. Este perfil político de Atilano Coco, aunado a su condición de clérigo, está en línea con la fuerte –aunque muchas veces ignorada o silenciada-, tradición de socialismo cristiano tanto en Inglaterra, como en los Estados Unidos.

El Clérigo de la IERE.

La Iglesia Española Reformada Episcopal, había sido organizada en la segunda mitad del siglo XIX, bajo la protección del liberalismo español, por varios ex–sacerdotes católicos romanos españoles, a la cabeza de los cuales estaba Juan Bautista Cabrera -su primer obispo-, quien fue prolífico escritor y traductor de himnos que aún forman parte del patrimonio lírico musical tanto anglicano como evangélico en general.

Muerto Cabrera en 1916, la Iglesia Española, tuvo una historia tan azarosa como los cambios políticos del país. Durante un largo tiempo, esta Iglesia no pudo tener obispo propio, y llegó casi a carecer completamente de clérigos. Hubo pues, de depender de la administración episcopal del Obispo de Dublín, John Allen Fitzgerald Gregg –quien por entonces era el Obispo en funciones para España. (Gregg fue después –en 1939–, elegido Arzobispo de Armagh y Primado de la Iglesia de Irlanda).

En tal capacidad, Gregg viajaba tan constantemente a España como podía, para administrar la Confirmación a los laicos preparados para ella, y la Ordenación de diáconos y presbíteros. El 22 de septiembre de 1933, el Obispo Gregg ordenó de diáconos a dos candidatos españoles: Juan Francisco Torollo y Atilano Coco, y a uno portugués: Antonio Pinto Ribeiro. En la misma ceremonia fue ordenado de presbítero el diácono portugués, Agustín F. Arbiol. El Obispo Gregg concelebró con los presbíteros españoles: Daniel Regaliza (Presidente del Sínodo), Femando Cabrera, Manuel Borobía, Progreso Parrilla y por el portugués Antonio A. Fiandor.

En septiembre de 1935, el propio Atilano Coco era ordenado presbítero en Madrid por el mismo Obispo Gregg.

El Educador durante la crisis de 1936.

En 1936, el año del inicio de la Guerra Civil Española, Atilano Coco obtuvo el título oficial de maestro otorgado por la Escuela Normal de Maestros de la Universidad de Salamanca. En abril de ese año, ya había reorganizado la escuela parroquial, y fue precursor de unas clases de alfabetización para adultos. Fue íntimo amigo del célebre escritor y Rector de la Universidad de Salamanca, Miguel de Unamuno y Jugo (Foto a la derecha). Para el verano, Atilano Coco era ya una persona muy conocida en Salamanca, tanto por ser el único pastor protestante de la ciudad (fraseología del Anglicanismo en España), como por su labor educativa y su notable actividad política.

Unión Republicana se había presentado a las elecciones legislativas de febrero de 1936 formando parte del Frente Popular, coalición que en Salamanca obtuvo las actas de José Andrés y Manso (PSOE), Valeriano Casanueva (PSOE) y Casto Prieto Carrasco (Izquierda Republicana).

Detención, mediación de Unamuno y fusilamiento de Atilano Coco.
(vid. Bibliografía No. 7).

Coco fue detenido por los militares sublevados franquistas el 31 de julio de 1936, acusado de “propalador de noticias falsas” e ingresó en la Prisión Provincial de Salamanca, y puesto a disposición del comandante militar. Durante todo el tiempo que permaneció en prisión nunca fue acusado formalmente de nada, pero en su detención fueron determinantes cuatro cosas, ser: protestante, maestro, republicano y masón.

A finales de septiembre de 1936, Don Miguel de Unamuno se hallaba en una de sus últimas crisis de enfermedad. La esposa de Coco, Enriqueta Carbonell, fue a su casa para dejarle una nota en la que, desesperada, le pedía su ayuda, recordándole la situación su marido.

A principios de octubre, Unamuno –quien era concejal del Ayuntamiento por nombramiento de los sublevados–, hizo gestiones ante el gobernador civil para suplicar inútilmente clemencia para sus amigos presos, entre los que estaba Atilano Coco. Incluso visitó a Franco, quien se hallaba en el palacio episcopal, con idénticos resultados. Este hecho influiría en el cambio de rumbo político de Unamuno, quien en un principio había apoyado a los alzados.

La nota de Enriqueta Carbonell era, precisamente, el papel que Unamuno tenía en el bolsillo, y en cuyo dorso garabateó las notas del discurso en el que pronunció la célebre frase: “Venceréis, pero no convenceréis”, discurso que le costó la destitución como Rector y el ostracismo político para lo poco que le quedaba de vida: Unamuno moriría en diciembre de 1936.

La situación en la prisión provincial de Salamanca era de altísima tensión. Inaugurada en 1931 y prevista para un centenar de presos, a finales de 1936 albergaba a un millar de detenidos, todos ellos presos políticos. El 09 de diciembre de 1936, Atilano Coco oficialmente fue puesto en libertad por orden del gobernador militar nacionalista (08 de noviembre según otras fuentes, véase abajo: “Rojo y Azul”), pero en realidad fue conducido al cementerio local y fusilado contra sus tapias, sin formación de causa –junto con el alcalde y otros dos concejales del municipio. Se supone –como con tantos otros, como en el caso de García Lorca–, que esté enterrado en la fosa común.

El asesinato de Coco no fue un hecho aislado en de la España franquista. Los sublevados persiguieron sañudamente a los masones, pero también los protestantes sufrieron la represión, con el cierre de sus iglesias y otros lugares de culto y sus escuelas. Numerosos pastores fueron detenidos, torturados y fusilados.

En la España dominada por los sublevados se comenzó a fraguar el nacional-catolicismo como doctrina del régimen, sin libertad religiosa, y además se daba por sentado que los protestantes –que habían apoyado la legislación republicana separando la Iglesia del Estado–, eran todos, automáticamente, partidarios del Frente Popular.


El Centro Atilano Coco, residencia universitaria donde se reúne aún la congregación
que pastoreara en su día el Presbítero de origen zamorano.



En 2005 fue inaugurada en Salamanca la residencia universitaria Centro Atilano Coco, promovida por Iglesias Anglicanas de todo el mundo como homenaje al clérigo fusilado en Salamanca.


“Venceréis, pero
no convenceréis…”

Breve extracto de la discusión entre
el General Millán Astray, Don Miguel de Unamuno
y el poeta José María Pemán.

De Wikipedia: http://es.wikipedia.org/wiki/Miguel_de_Unamuno
El 12 de octubre de 1936 tuvo lugar la celebración del Día de la Raza, en el Paraninfo de la Universidad de Salamanca tuvo lugar el célebre encontronazo entre Don Miguel de Unamuno, Rector, y el General franquista José Millán-Astray. En este acto, Unamuno se arrepintió públicamente de su apoyo a la sublevación franquista.
Varios oradores soltaron tópicos acerca de la “anti-España”. El indignado Unamuno, que había estado tomando apuntes sin intención de hablar, se puso de pie y pronunció un apasionado discurso.
Unamuno:
“Se ha hablado aquí de guerra internacional en defensa de la civilización cristiana; yo mismo lo hice otras veces. Pero no, la nuestra es sólo una guerra incivil. (...) Vencer no es convencer, y hay que convencer, sobre todo, y no puede convencer el odio que no deja lugar para la compasión. Se ha hablado también de catalanes y vascos, llamándolos anti-España; pues bien, con la misma razón pueden ellos decir otro tanto. Y aquí está el señor obispo, catalán, para enseñaros la doctrina cristiana que no queréis conocer, y yo, que soy vasco, llevo toda mi vida enseñándoos la lengua española, que no sabéis...”.

En ese punto, el general José Millán-Astray (el cual sentía una profunda enemistad por Unamuno, que le había acusado de corrupción), empezó a gritar:

Millán Astray:
“¿Puedo hablar? ¿Puedo hablar?”.

Su escolta presentó armas y alguien del público gritó:
“¡Viva la muerte!”.
En lo que, según Ridruejo, fue un exhibicionismo fríamente calculado, Millán habló:

Millán Astray:
“¡Cataluña y el País Vasco, el País Vasco y Cataluña, son dos cánceres en el cuerpo de la nación! ¡El fascismo, remedio de España, viene a exterminarlos, cortando en la carne viva y sana como un frío bisturí!”.

Unamuno:
“Acabo de oír el grito necrófilo e insensato de ‘¡viva la muerte!’. Esto me suena lo mismo que, ‘¡muera la vida!’. Y yo, que he pasado toda la vida creando paradojas que provocaron el enojo de quienes no las comprendieron, he de deciros, con autoridad en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. …El general Millán Astray es un inválido. …Me duele pensar que el general Millán Astray pueda dictar las normas de psicología de las masas. Un inválido que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, que era un hombre, no un superhombre, viril y completo a pesar de sus mutilaciones, un inválido, como dije, que carezca de esa superioridad de espíritu suele sentirse aliviado viendo cómo aumenta el número de mutilados alrededor de él. ... El general Millán Astray quisiera crear una España nueva, creación negativa sin duda, según su propia imagen. Y por ello desearía una
España mutilada...

Millán Astray:
“¡Muera la inteligencia!”.

José María Pemán:
“¡No! ¡Viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!”.

Unamuno:
“¡Éste es el templo de la inteligencia! ¡Y yo soy su supremo sacerdote! Vosotros estáis profanando su sagrado recinto. Yo siempre he sido, diga lo que diga el proverbio, un profeta en mi propio país. Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España”.

Arriba Derecha: Entre los amenazantes brazos en "impasible ademán", de los falangistas, Miguel de Unamuno sale del Paraninfo de la Universidad de Salamanca, acompañado del Obispo católico romano de Salamanca Enrique Pla i Deniel, el 12 de octubre de 1936. Paradójicamente, salvó a Unamuno la intervención de Carmen Polo, la esposa de Franco, quien -tomándole del brazo, le puso bajo la protección de su guardia personal.

Bibliografía

1. Severiano DELGADO CRUZ y Santiago LOPEZ GARCIA, "Víctimas y Nuevo Estado, 1936-1940", en: Ricardo ROBLEDO (ed.), Historia de Salamanca. Volumen V: El siglo XX. Salamanca : Centro de Estudios Salmantinos, 2001, p. 219-324.

2. Severiano DELGADO CRUZ y Santiago LOPEZ GARCIA, "Que no se olvide el castigo: la represión en Salamanca durante la Guerra Civil", en: Ricardo ROBLEDO (ed.), Esta salvaje pesadilla : Salamanca en la Guerra Civil española. Barcelona : Crítica, 2007, p. 99-188.

3. Severiano DELGADO CRUZ y Javier INFANTE MIGUEL-MOTTA, "Nadie preguntaba por ellos: guerra y represión en Salamanca" , en: Enrique BERZAL DE LA ROSA (ed.), Testimonio de voces olvidadas. León : Fundación 27 de Marzo, 2007, vol. 1, p. 283-345.

4. Luis P. MARTIN, "La otra cara de la Guerra Civil: la represión de la Masonería salmantina", en: Salamanca: revista provincial de estudio , 1997, n. 40, p. 431-446.

5. Gonzalo REDONDO, Historia de la Iglesia en España, 1931-1939. Tomo II: “La Guerra Civil, 1936-1939”. Pamplona : Rialp, 1993, p. 151-156.

6. Juan Bautista VILAR, "La persecución religiosa en la zona nacionalista: el caso de los protestantes españoles", en: Miguel Carlos GÓMEZ OLIVER (ed.), Los nuevos historiadores ante la Guerra Civil española. Granada : Diputación de Granada, 1990, vol. 2, p. 169-188.

7.a b Paul Preston, Franco, capítulo 7 “La forja de un Caudillo: agosto-noviembre de 1936” , pp. 242-243, ISBN 84-397-0241-8.

Enlaces externos


U.I.O.G.D.
Para que en todas las cosas sea Dios glorificado…