martes, 15 de junio de 2010

Los Anglicanos y el Aborto...
Pbro. Miguel Zavala-Múgica+ *


No estoy seguro de que alguna provincia de la Comunión Anglicana se haya pronunciado oficialmente acerca de este asunto tan delicado y controvertido; sin embargo, creo que el peor error que podríamos cometer los miembros de cualquier Iglesia, sería adoptar posturas dogmáticas --como de "callejón sin salida"-- tomadas desde el miedo y el autoritarismo.
Menos aún deberíamos asumirnos como jueces de la conciencia de las personas o de la reflexión de la sociedad y las comunidades científica y académica, y --peor todavía-- suponer que un reducido grupo de personas en un sínodo, o en un conjunto de clérigos o laicos, tengamos la suficiente ciencia y criterio como para "dictar sentencias" en un asunto tan amplio y tan lleno de agudas aristas.
De manera que mi propuesta aquí sería --principalmente-- aportar algunas pistas de discernimiento, algunos ejemplos de cuestionamientos que deberíamos plantearnos al momento de sentarnos a discernir un asunto que --ciertamente-- a todos nos importa y atañe de un modo u otro, pero que no podemos --como ya dije--: "fallar" o "sentenciar" como si fuésemos dueños de una pretendida verdad absoluta. Somos siervos del Espíritu Santo, no sus captores ni sus controladores.
Mi párrafo anterior presupone que los anglicanos no tenemos más opción que la obligación de discernir y ofrecer --no un posicionamiento tajante--, sino un conjunto de reflexiones teológicas y pastorales, he aquí las que puedo proponer desde mi propia reflexión como creyente, como sacerdote y como persona pensante y preocupada.
Albergo la esperanza de que este texto --en su pobreza y reconocida ignorancia-- sirva a mis hermanos sacerdotes y obispos para instrumentar sus propios diálogos y para animarse a crear cursos para el clero y los agentes laicos de pastoral, donde se busque la ayuda de médicos y filósofos seculares e imparciales.
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Diez propuestas de reflexión cristiana en torno al Aborto
1. La Iglesia --puesto que es familia, comunidad y compañerismo y no una "empresa" que cuide ávidamente sus negocios, ni un "club" que acolite la comodidad de sus miembros, ni un "tribunal" que juzgue y condene a su sazón-- tiene la primordial obligación de ESCUCHAR con respeto --y sin efectuar juicios por adelantado--, las experiencias, pensamientos y sentimientos de las mujeres respecto de su propia vivencia de la sexualidad como tales, y muy particularmente de aquellas que han tenido que enfrentar el aborto como opción elegida de cara a la terrible experiencia de haber sido violadas.
A este respecto, la Iglesia tiene que preocuparse solícitamente por distinguir quiénes y por qué razones desean abortar (o ya han efectuado un aborto) en cada caso en que puede aportar su entendimiento de la Palabra de Dios, y brindar --lo mismo a mujeres que a hombres--, su atención, su apoyo y acompañamiento.
El aborto --tomado como opción de planificación familiar, toda vez que existen otros recursos--, me parece inadecuado y éticamente condenable.
2. En segundo lugar, la Iglesia debe disponer adecuadamente de los recursos de la Sagrada Escritura y de la Tradición, de manera analítica y racional, tomando en cuenta que las condiciones históricas y sociales son muy diferentes en nuestros días respecto de los siglos en que los documentos de la Biblia fueron elaborados --en tanto que reflejan una historia-- así como del desarrollo de la historia misma de la Iglesia.
En este punto, el diálogo con el magisterio de la Comunidad Israelita es esencial para conocer la experiencia de su discernimiento de la Escritura en la formación de la ética judía.
El diálogo ecuménico e interreligioso --como bien sabemos-- enriquece la búsqueda de la Iglesia y le permite participar de la forma misteriosa, pero eficaz, en que el Espíritu Santo se expresa en otras comunidades de fe.
3. La Iglesia --humildemente sabedora de que cuenta con el amor y la ayuda de Dios--, debe por ello mismo mantenerse consciente de sus limitaciones como comunidad humana, y --por lo tanto--, ha de prestar oídos atentos y respetuosos a las comunidades científica y académica --especialmente en los campos de la biología y la medicina, la filosofía, la ética y la axiología.
4. Al respecto de la ciencia, una buena pregunta que me parece que cabe hacer, no es tanto aquella usual de cuándo comienza a haber vida en el proceso de gestación, sino cuándo es científicamente posible establecer que un ser humano está formado, y qué sistemas y órganos deberían estar ya formados y funcionando para poder dar por sentado que un individuo gestante es capaz de percibir y reaccionar a estímulos externos, particularmente el dolor.
La capacidad del producto para sentir dolor --en cualquiera de sus fases--, me parece que es un elemento que se opone éticamente a la ejecución de un aborto, pues al ser sensible el embrión, opino que le condicionaría positivamente para ser ya una Persona humana.
5. Al escuchar la aportación de la Filosofía secular, debe prestarse especial atención a la elaboración de una definición lo más completa posible de lo que es la Persona Humana, y --en esta forma-- determinar cuándo el producto de la concepción --en cualquiera de las fases de la gestación-- puede ser definido como una Persona.
6. En la elaboración de una definición integral de Persona Humana, la tarea de la Teología sistemática es, asimismo, ardua, ya que debe explorar la Sagrada Escritura y la Tradición (retomando el punto 2. ). En este trabajo, un magisterio teológico competente debe asesorar a los obispos en su tarea --como maestros de la fe-- de exponer una antropología que clarifique los conceptos de alma y espíritu.
7. A este respecto, me parece esencial reflexionar sobre cuándo --durante la gestación--, es posible establecer que el alma y/o el espíritu se hacen presentes, constituyendo así a la Persona en cuanto tal. Por supuesto, no se trata de una cuestión sencilla, puesto que la Sagrada Escritura --especialmente en el Antiguo Testamento--, así como algunas doctrinas teológicas clásicas, brindan elementos que llevan a la conclusión de que no habría alma ni espíritu desde el principio de la gestación, sino hasta el momento del nacimiento. Esto choca con otras interpretacionas --clásicas también-- que declaran que Dios crea el alma de modo inmediato a la concepción.
8. Personalmente, no concuerdo con ninguna de las interpretaciones anteriores, y --como he ido mostrando--, me declaro partidario de la idea de que no existen momentos específicamente determinantes para establecer la condición de Persona del producto gestante, sino que esto ocurre a lo largo de un proceso complejo, pero del que sí podríamos formarnos una idea clara.
9. Sin embargo --aunque cualquier conclusión debería tomarse con extremo cuidado--, me parece que las conclusiones científicas son determinantes para establecer la eticidad del aborto en específicos tiempos y formas, como ya algunas legislaciones civiles han tomado la iniciativa de establecer.
10. No puede dejar de tomarse en consideración que ciertas propagandas "ultra-conservadoras", manipulan la información concerniente a todo este asunto. En algunas poblaciones (de México y otros países), lucen enormes anuncios espectaculares con imágenes de cadáveres infantiles que se pretenden derivadas de abortos; y algunas iglesias quisieran tomar el lugar del sector médico para brindar una supuesta información concerniente al aborto que --a mi modo de ver--, luce más como una mera propaganda para infundir miedo, que como auténtica información médica acerca del proceso de gestación intrauterina.
Con mis mejores deseos para una reflexión serena y provechosa.
* El Padre Miguel Zavala-Múgica es Vicario (titular) de la Iglesia de San Juan Apóstol, en Ensenada, Baja California, y presbítero de la Diócesis del Occidente, en la Iglesia Anglicana de México.
U.I.O.G.D.
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