A los diecisiete años de edad, el 29 de marzo de 1770, Hidalgo se convirtió en bachiller, un día antes que su hermano José Joaquín. Ambos pasaron a estudiar a la Real y Pontificia Universidad de México, de la que se graduaron el 24 de mayo de 1773. Su hermano siguió hasta obtener un doctorado en teología; Miguel optó por predicar y dar clases. Durante sus años de teólogo, el obispo de Michoacán Antonio de San Miguel le definió como "el mejor teólogo de la diócesis". En 1782, con treinta y un años, Hidalgo obtuvo un premio de teología en un concurso convocado por el mismo San Miguel, en que su "Disertación sobre el verdadero método de estudiar teología eclesiástica", ganó la competencia, lo que reafirmó entre los círculos clericales de Nueva España su posición como "uno de los más finos teólogos del virreinato".
Tras poco más de diez años de trabajar como docente en el colegio de San Nicolás, Hidalgo fue comisionado como cura de la parroquia de Colima, dependiente del obispado de Guadalajara. Entre el alumnado y los profesores de su antiguo colegio, se pensó que su nombramiento como cura de Colima había sido un castigo por lo que en esa época se consideraba como "libertinaje" y "faltas a la moral", pero en una misiva del Obispo San Miguel a Hidalgo le afirma que esa designación fue muestra de su "gran aprecio", hacia el sacerdote. Como Rector de San Nicolás obtenía 1.200 pesos anuales, mientras que en
Colima, villa de españoles y una de las más prósperas de la Nueva España, ganaba cerca de 4.000 pesos al año. Cuando su padre murió, en 1790, Hidalgo solicitó a su obispo ubicarle en una parroquia cercana a Pénjamo, para así poder manejar mejor los negocios de su familia. En enero de 1791 fue designado párroco de
San Felipe Torresmochas, cercana a su hacienda, donde su sueldo aumentó a 4.500 pesos.
En 1803 su hermano, Párroco de Dolores murió intempestivamente y San Miguel le asignó la plaza. En esta ciudad Hidalgo ganaba más de 8.000 pesos anuales, lo que usaba para invertir en plantaciones de seda y para sus efectos personales, como compra de libros. Dolores fue la parroquia más rica de entre todas las administradas por Hidalgo a lo largo de su vida, pero sin embargo hacia 1805 sufrió una crisis económica que el párroco Hidalgo intentó resolver comprando víveres y efectos para el campo. Su admiración a la cultura ilustrada francesa le llevó a representar obras de Molière, como "
El Tartufo", por lo que su parroquia y especialmente su casa fue conocida como "la Francia chiquita". Por todo esto, Hidalgo obtuvo serios problemas con la
Inquisición española, que le realizó dos juicios sumarios por faltas a la moral y a la fe de la Iglesia Católica Romana en 1807 y1808, de los cuales salió airoso, pero que años más tarde, durante su juicio por sedición en 1811 serían un peso importante para su condena
[7].
A principios de 1804 en España el rey
Carlos IV y su ministro
Manuel Godoy se aliaron con
Napoleón Bonaparte a fin de atacar a Inglaterra. Para financiar la futura guerra, el rey necesitaba obtener fondos y en octubre de ese mismo año llegó a la Nueva España una medida conocida como "
Consolidación de los Vales Reales", por los que se embargaban los bienes de todos aquellos deudores a la Iglesia y a la Corona. Las haciendas y tierras agrícolas de los Hidalgo en Tajimaroa y Corralejo se vieron dañadas y fueron expropiadas por órdenes del virrey
José de Iturrigaray en 1807. El desastre de la armada española en la
Batalla de Trafalgar, en octubre de 1805, generó aún más descontento entre la población de Nueva España, uno de los antecedentes de la
Independencia de México. En el entorno familiar de los Hidalgo, el hermano menor, Manuel, había perdido sus propiedades en la
Ciudad de México y comenzó a dar muestras de locura, por lo que fue internado en un manicomio, donde murió en 1809. Hidalgo guardaría desde entonces un especial rencor contra el dominio español y un sentimiento de culpa por haber provocado, indirectamente y a través de su vida dispendiosa, la muerte de su hermano menor.
La
invasión francesa a España, en 1808 produjo en el virreinato la
crisis política de 1808 en México, caracterizada por el derrocamiento de Iturrigaray a manos de los españoles, seguido de la captura y ejecución de políticos afines a las ideas independentistas, como
Francisco Primo de Verdad y Ramos y el fraile peruano
Melchor de Talamantes. En lugar de Iturrigaray fue nombrado un militar alcalaíno
Pedro de Garibay, quien en mayo de 1809 fue sustituido por el
Arzobispo de México,
Francisco Xavier de Lizana y Beaumont. En diciembre de ese mismo año se descubrió la Conjura de Valladolid, conspiración cuyo único fin fue crear una junta que gobernara al virreinato en ausencia de
Fernando VII, preso en
Bayona. Los culpables fueron arrestados y sentenciados a muerte, pero el arzobispo virrey les perdonó la vida condenándoles a cadena perpetua, razón por la que Lizana fue destituido en abril de 1810 por la junta de Sevilla. Como nuevo virrey fue designado un militar participante de la
Batalla de Bailén, el teniente coronel
Francisco Xavier Venegas de Saavedra [8].
de Querétaro y promotora de la conspiración.
En 1808 se documentó en Dolores la llegada de un agente francés al servicio del general
Moreau, enemigo de Napoleón. El agente dio su nombre como Octaviano D'Almíbar, dijo que estaba en misión rumbo a los Estados Unidos de América y en octubre del mismo año desapareció sin dejar huella alguna.
Cuando
Andalucía cayó en manos de los franceses, en la primavera de 1810, toda España ya estaba en poder del ejército napoleónico. La
Archidiócesis de Zaragoza, encargada de los asuntos religiosos en toda la metrópoli, ordenó a los párrocos de todo el imperio predicar en contra de Napoleón. Hidalgo siguió esta orden. Mientras tanto, en
Querétaro se gestaba una conspiración organizada por el corregidor
Miguel Domínguez y su esposa
Josefa Ortiz de Domínguez, y también participaban los militares
Ignacio Allende,
Juan Aldama y
Mariano Abasolo. Allende se encargó de convencer a Hidalgo de unirse a su movimiento, ya que el cura de Dolores tenía amistad con personajes muy influyentes de todo el
Bajío e incluso de la Nueva España, como
Juan Antonio Riaño, intendente de
Guanajuato y
Manuel Abad y Queipo, Obispo de
Michoacán. Por estas razones se consideraba que Hidalgo podría ser un buen dirigente del movimiento. Hidalgo aceptó, y se puso como fecha de inicio para el movimiento el 1 de diciembre, día de la Virgen de
San Juan de los Lagos, donde muchos españoles se reunían a comerciar en una feria cercana a Querétaro. Allende propuso más tarde hacerlo el 2 de octubre, por cuestiones militares y estratégicas.
Lucha independentista. En la primera semana de septiembre arribó a
Veracruz el virrey Venegas, quien de inmediato recibió información acerca de una conspiración contra el gobierno español en México. El intendente de Guanajuato, Riaño, ordenó al comandante de la plaza investigar sobre aquellos rumores, y el 11 de septiembre se realizó una redada en Querétaro cuyo fin fue capturar a los responsables. Se logró arrestar a
Epigmenio González y se giró orden de aprehensión en contra de Allende, quien escapó a una población del Bajío.
Por medio del alcaide de Querétaro, Balleza, doña Josefa fue informada de la captura de los Ibarra y se dispuso a prevenir a Hidalgo sobre el peligro que corrían; pero antes de salir a Dolores fue encerrada por su marido, sin embargo la corregidora pudo contactar con Allende a través de Balleza, para informar oportunamente a Hidalgo.
En las primeras horas del 16 de septiembre, Allende arribó a la casa cural de Dolores, donde Hidalgo se hallaba pernoctando. Tras despertarlo y charlar un poco acompañados de chocolate, ambos decidieron lanzarse a la lucha armada antes de que los españoles destruyeran sus planes. Alrededor de las cinco de la mañana Hidalgo llamó a misa y dio el llamado
Grito de Dolores, con lo que empezó formalmente la
Guerra de Independencia de México.
Con poco más de seis mil soldados Hidalgo, acompañado de Allende, Aldama y Abasolo inició la lucha. En pocos días entró, sin ninguna resistencia en
Celaya y
Salamanca, donde fue proclamado Capitán General de los ejércitos sublevados. En
Atotonilco, entró al santuario local y tomó el estandarte de la
Virgen de Guadalupe, símbolo de su movimiento.
Al entrar a Guanajuato, el 28 de septiembre, Hidalgo intentó intimidar al intendente de Guanajuato, su viejo amigo
Juan Antonio Riaño; pero el marino español desistió de entregar la plaza sin derramar sangre, prefirió reunir al regimiento local para acuartelarse en la bodega más grande de toda la provincia; la
Alhóndiga de Granaditas, donde también se congregaron miembros de las familias más acaudaladas de la ciudad. Hidalgo ordenó a Allende, brazo armado del movimiento, lanzar a sus tropas contra el edificio. Tras más de cinco horas de combate, el intendente salió a luchar cuerpo a cuerpo, pero fue asesinado de un balazo, que le propinó un indio. Uno de los abogados, quien legalmente debía quedarse a cargo de la intendencia en ausencia del titular
[9], intentó pactar con los insurgentes y alzó una bandera blanca en señal de paz, y la tropa rebelde cesó el ataque. El coronel García de la Corona, comandante militar de la plaza, mató al regidor y reinició las acciones bélicas. Con ayuda de un minero llamado Juan José de los Reyes Martínez, apodado “
El Pípila”, quien quemó la puerta de la bodega, los militares al mando de Allende y Aldama pudieron penetrar en la alhóndiga, y una vez dentro, mataron a todos los españoles, tanto ciudadanos como militares. Acto seguido se dio el saqueo de la ciudad, con lo que los insurgentes pudieron conseguir fondos para batallas posteriores
[10].
Valladolid, capital de Michoacán y una de las ciudades más influyentes del virreinato, fue el siguiente objetivo de Hidalgo y su tropa, quienes salieron de la ciudad de Guanajuato el 3 de octubre, y a los pocos días se dio parte en la capital de la intendencia michoacana. Todos los acaudalados, principalmente españoles, comenzaron a huir semanas antes de la toma de la ciudad. el 17 de octubre, Hidalgo entró a la ciudad con su tropa y tomó parte del patrimonio del episcopado local. Para el 20 de octubre se unió a
Ignacio López Rayón en
Tlalpujahua, y más tarde, ese mismo día, habló con
José María Morelos, en
Charo. Este sacerdote, otrora alumno suyo, pidió permiso para luchar, y a la postre se convertiría en el sucesor de Hidalgo al frente de la lucha.
Toluca cayó en poder de los insurgentes el 25 de octubre y en la capital se rumoraba que un avance de los insurgentes era inevitable. En la mañana del 30 de octubre,
Torcuato Trujillo enfrentó a los insurgentes en la
Batalla del Monte de las Cruces, acción en la que los realistas, inferiores en número de soldados, fueron derrotados por más de ochenta mil insurgentes, quienes –sin embargo-, perdieron gran número de efectivos. El paso siguiente para la tropa era tomar la ciudad de México, pero Hidalgo, queriendo evitar una masacre como la acontecida en Guanajuato, envió a sus emisarios a negociar con el virrey el 1 de noviembre. Tras el rechazo sufrido por parte de Venegas, Hidalgo dudó; la presión de Allende no hizo efecto y decidió retirarse al Bajío a continuar la lucha
[11]. El 7 de noviembre –luego de la retirada-, Hidalgo fue vencido por el Brigadier y Capitán General de
San Luis Potosí,
Félix María Calleja Del Rey, en la
Batalla de Aculco.
Hidalgo y Allende decidieron separarse para continuar con la lucha. Hidalgo marchó a
Valladolid, donde se cometieron masacres de españoles y saqueos contra las propiedades de los peninsulares, situación que se repitió en Guadalajara, a donde Hidalgo llegó el 22 de noviembre. La capital de la intendencia de
Jalisco cayó en manos del jefe insurgente
José Antonio Torres, el mismo día de la derrota en Aculco, es decir, el 7 de noviembre. Allende, mientras tanto, se fortificó en la Alhóndiga de Granaditas, donde aún estaban algunos prisioneros españoles. Cuando se supo de la proximidad de Calleja y el intendente de
Puebla,
Manuel Flon, Allende ordenó la ejecución de los reos. El 26 de noviembre, Calleja y Flon atacaron Guanajuato, recuperando así la ciudad minera. Allende, Aldama y Jiménez se unieron a Hidalgo en Guadalajara el 8 de diciembre.
Calleja recibió órdenes de Venegas para tomar Guadalajara y acabar con los insurgentes. Tras unirse con Flon de nuevo, Calleja inició la marcha hacia Guadalajara al iniciar 1811. En enero, los realistas capturaron algunas poblaciones importantes de la intendencia de Jalisco, como
Zapopan y
San Blas, ciudad portuaria donde fue vencido el cura
José María Mercado, quien pereció al intentar escapar. Calleja acampó a sus tropas en un paraje cercano a Guadalajara, conocido como Puente de Calderón. El 17 de enero, Hidalgo, acompañado de Allende, Rayón, Aldama y Jiménez, avanzó hacia Puente de Calderón a enfrentar a Calleja, en la
Batalla de Puente de Calderón, en la que en un principio la situación fue favorable a los insurgentes, pero luego de la explosión de un carro de pólvora, propiedad de la tropa de José Antonio Torres, los realistas comenzaron a ganar ventaja al punto de hacer huir a los insurgentes, quienes en la retirada perdieron dinero y efectivos.
Captura de Hidalgo. Hidalgo y Allende, los dos principales jefes de la insurrección armada, acrecentaron sus diferencias a raíz de la derrota en el Puente de Calderón. Incluso, Allende confesó haber estructurado un plan para envenenar al "bribón del cura", como llamaba a Hidalgo
[12]. Tras acordarlo con Aldama, Abasolo y Rayón, se acordó despojar a Hidalgo del mando militar en la Hacienda de Pabellón,
Aguascalientes, el 25 de febrero, cuando los insurgentes se disponían a huir a los Estados Unidos, a comprar armamento y seguir la lucha. Justo por aquellos días, Allende recibió comunicación de Ignacio Elizondo, antiguo realista ahora militante en las fuerzas revolucionarias, pero no era más que un espía del gobierno virreinal. Elizondo invitó a los caudillos a detenerse en su zona de influencia de las Norias de
Acatita de Baján, situado en la frontera de
Coahuila y
Texas, entonces parte del virreinato novohispano. El 21 de marzo, Hidalgo y Allende llegaron a las norias, a descansar y luego seguir a la
Alta California. Primero llegó el contingente de Abasolo y sus soldados, quienes fueron capturados por los efectivos españoles. Poco después, y sin percatarse de la captura de Abasolo, Allende, su hijo Indalecio, Aldama y Jiménez bajaron de un coche escoltado por algunos capitanes. Tras ofrecerles algo de comer, fueron aprehendidos; Allende opuso resistencia y Elizondo mató a su hijo. Finalmente apareció Hidalgo, a caballo y escoltado por pocos hombres, cuya captura fue más sencilla que las anteriores. Tras enlistar los presos, Elizondo envió parte a la ciudad de México y en recompensa fue nombrado coronel. Los reos fueron trasladados a
Chihuahua, capital de la intendencia más cercana, donde se les seguiría juicio.
capturada en las Norias de Baján. Allende, Aldama y Jiménez fueron encontrados culpables de alta traición, y se les condenó a muerte en mayo del mismo año. Abasolo aportó datos adicionales sobre la insurgencia que permitieron llevar a cabo redadas donde se obtuvo material para contrarrestar el movimiento. Su colaboración, sumada a los esfuerzos de su mujer, lograron conmutar su condena a la de prisión perpetua en
Cádiz, España, donde murió en 1816. Mientras, en Chihuahua, Allende, Aldama y Jiménez fueron pasados por las armas por la espalda en la plazuela de la ciudad el 26 de junio, más tarde sus cuerpos fueron decapitados y sus cabezas enjauladas. Hidalgo fue enterado de esta noticia la misma noche de la ejecución. Pocos días más tarde, el obispo de
Durango procedió a degradar al ex párroco de Dolores de su condición sacerdotal, para quedar disponible para su ejecución
[13].
Proceso judicial de Hidalgo. Ya en Chihuahua, Ángel Abella, comisionado como Juez por el comandante general de las provincias internas interrogó al Cura Hidalgo quien prometió decir verdad en lo que supiere y fuera preguntado. Si bien no se le dijo la causa de su prisión, se supone que es por haberse levantado para independizar de España la entonces llamada
Nueva España.
Hidalgo confesó haber aprehendido europeos a las cinco de la mañana del 16 de septiembre de 1810, sin más novedad que la de unos cintarazos que se le dieron a don José Antonio Larrincia (Larrinúa); haber levantado al ejército; haber acuñado moneda en Zacatecas; haber construido cañones y armas, fabricado municiones, y depuesto autoridades, europeas o criollas, que no seguían su partido. Persiguió a muchos de éstos y sólo había muerto el Intendente. Se le imputó alta traición, crímenes y asesinatos, sedición, conspiración, y le obligaron a firmar una retractación por “sus errores cometidos contra la persona del Rey y contra Dios”.
El proceso se alargó, con 43 declaraciones de mixto fuero (civil y eclesiástico). Se le colocó entre los amantes de las ideas de la
Ilustración y se le condenó a la degradación.
En un altar arreglado con un crucifijo sobre él en medio de dos cirios encendidos. En una plataforma se colocaron cuatro sillones, viendo al público y dando la espalda al altar, en los cuales se sentaron el Ministro de la degradación y tres prelados asistentes. La orden dada por Francisco Javier Olivares, Obispo de Durango la ejecutó el doctoral del mismo obispo, Francisco Fernández Valentín. Con sádica paciencia se realizó la infame ceremonia.
Con un cuchillo raspó las manos y las yemas de los dedos a Don Miguel Hidalgo al tiempo que exclamaba:
"Te arrancamos la potestad de sacrificar, consagrar y bendecir, que recibiste con la unción de las manos y los dedos...
"…el hábito clerical y te desnudamos del adorno de la Religión y te despojamos; te desnudamos de toda orden, beneficio y privilegio clerical; y por ser indigno de la profesión eclesiástica, te devolvemos con ignominia al estado de hábito seglar..."
Luego con unas tijeras se le cortó algo de cabello y un peluquero terminó la operación, haciendo desaparecer la
tonsura al tiempo de que se le decía:
"Te arrojo de la suerte del Señor, como hijo ingrato, y borramos de tu cabeza la corona, signo real del sacerdocio, a causa de la maldad de tu conducta."
Al final del ceremonial de la degradación le entregaron a los jueces de la curia. El juez Abella le conminó para que expusiera las razones que tuvo para sublevarse contra el Rey y contra la Patria. El embargo de la condena fue de excomunión y pena de muerte por profesar y divulgar ideas exóticas, ser partidario de la ideología de la Revolución Francesa; por disolución social y crímenes de traición a la Patria y lesa majestad.
Muerte. El día de su fusilamiento pidió que no le vendaran los ojos ni le dispararan por la espalda (como era la usanza al fusilar a los traidores). Pidió que le dispararan a su mano derecha, que puso sobre el corazón. Hubieron de ser necesarias dos descargas de fusilería y el tiro de gracia para acabar con su vida, tras lo cual un comandante
tarahumara, de apellido Salcedo, le cortó la cabeza de un solo tajo con un machete, para recibir una bonificación de veinte pesos. Miguel Hidalgo murió el 30 de julio de 1811 fusilado por las fuerzas realistas.
Miguel Hidalgo y Costilla fue fusilado al amanecer, sentado en un banco, con la mano en el corazón, los ojos vendados y un crucifijo en el patio del antiguo Colegio de los Jesuitas en Chihuahua, entonces habilitado como cuartel y cárcel y que en la actualidad es el Palacio de Gobierno de Chihuahua. A pesar de haber recibido tres descargas del pelotón, no murió; por lo que el teniente al mando ordenó a dos de los soldados disparar a quemarropa sobre el corazón del padre Hidalgo, acabando así con su existencia. Su cadáver fue posteriormente decapitado y su cuerpo enterrado en la capilla de San Antonio del templo de San Francisco de Asís en la misma ciudad de Chihuahua; su cabeza fue enviada a
Guanajuato y colocada en la
Alhóndiga de Granaditas, junto a las de Allende, Aldama y Jiménez.
En 1821 fue exhumado su cuerpo de Chihuahua y junto con su cabeza se le enterró en el Altar de los Reyes, de la
Catedral Metropolitana de la Ciudad de México. Finalmente, desde 1925 reposa en el
Ángel de la Independencia, en la capital. En 1868 fue erigido en su honor el
Estado de Hidalgo.
Notas: 1. ↑ No se conservan retratos de Hidalgo realizados durante la vida del prócer, pero después se han realizado varios bocetos.
2. ↑ Miguel Hidalgo; los primeros años (HTML) (en español). Consultado el 2008-02-07.
3. ↑ En 1845 fue renombrado a Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en honor a Hidalgo, quien fue su alumno, maestro y rector.
4. ↑ Colegio de San Nicolás de Hidalgo (HTML) (en español). Consultado el 2008-02-08.
5. ↑ Expulsión de los jesuitas de los dominios españoles (HTML) (en español). Consultado el 2008-02-08.
6. ↑ Certificado de estudios de Miguel Hidalgo (HTML) (en español). Consultado el 2008-02-08.
7. ↑ Enciclopedia de México.
Hidalgo en Dolores (HTML) (en español). Consultado el 2008-02-09.
8. ↑ Colegio Miraflores.
Los últimos años de Iturrigaray (HTML) (en español). Consultado el 2008-01-25.
9. ↑ Según las leyes de la
Corona española, y específicamente a las ordenanzas dictadas por
Carlos III en 1786, parte de las
Reformas borbónicas en Nueva España.
10. ↑ Asalto y toma de la Alhóndiga de Granaditas (HTML). Consultado el 2008-02-13.
11. ↑ Existen desacuerdos sobre la razón o razones que hicieron a Hidalgo tomar esta decisión. Una de ellas es la proximidad de un encuentro militar con las fuerzas de Calleja. Otros historiadores afirman que de haberse tomado México, los insurgentes provocarían un saqueo mucho mayor al de Guanajuato, al que se vería sumada la plebe capitalina, y que la decisión del cura quiso evitar esto.
Lucas Alamán explica que la
Inquisición apresó a los hijos y a la viuda de Manuel Hidalgo, hermano del cura, y que Venegas amenazó con degollarlos si los insurgentes avanzaban
12. ↑ J. E. Hernández Dávalos.
El bribón del cura (HTML) (en español). Consultado el 2008-02-18.
13. ↑ Pues en aquella época, no se podía ejecutar a un miembro del sacerdocio, sin antes ser degradado.
Bibliografía: 1. CASASOLA, Gustavo:
Seis siglos de historia gráfica de México; Tomo 12, México, Editorial Trillas, 1976.
ISBN 968-7013-01-0
2. ESQUIVEL MILÁN, Gloria — colaboración con Enrique Figueroa Alfonso —:
Historia de México, Oxford, Editorial Harla, 1996.
ISBN 970-613-092-63. FUENTES MARES, José:
Historia Ilustrada de México, de Hernán Cortés a Miguel de la Madrid. Tomo II, México, Editorial Océano, 1984.
ISBN 968-491-047-9
4. MORENO, Salvador — colaboración con Amalia Silva —:
Historia de México, México, Ediciones Pedagógicas, 1995.
ISBN 968-417-230-35. ROSAS, Alejandro:
Mitos de la historia mexicana. De Hidalgo a Zedillo, México, Editorial Planeta, 2006.
ISBN 970-37-0555-3
6. SILVA CAZARES, Carlos:
Álvaro Obregón, en la serie
"Grandes protagonistas de la historia mexicana", Barcelona, Editorial Planeta, 2002.
ISBN 870-726-081-57. TREVIÑO, Héctor Jaime:
Historia de México, Monterrey, Ediciones Castillo, 1997.
ISBN 970-20-0019-X
8. VASCONCELOS, José:
Breve historia de México, México, Editorial Trillas — colección "Linterna mágica" —, 1998.
ISBN 968-24-4924-3 Enlaces externos: [1] Documentos Facsimilares de Historia de México]
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