domingo, 17 de agosto de 2008

HOMILÍA DOMINICAL
17 de agosto, A.D. 2008
¿Jesús discriminó?
Aprendiendo a distinguir entre
Discriminación y Formación de carácter.
Pbro. Miguel Zavala-Múgica+
Léanse las lecturas del artículo siguiente:
Propios de la Santa Eucaristía.
Propio 15, Año A
Isaías 56: 1-7
Salmo 67
Romanos 11:13-15 y 28-32
San Mateo 15:21-28
La mayoría de las personas hemos sufrido alguna vez una clase de humillación; es horrible padecer desprecio o sentirse ignorado (…a todos nos llega el momento, no hay duda).
La discriminación no está lejos y
ha sido parte de sistemas sociales enteros.
Este mes hemos celebrado la memoria del Bendito Jonathan Daniels, un seminarista anglicano que ofrendó su vida en medio de la lucha civil por los derechos de las personas negras en los Estados Unidos. Apenas en 1965 (¡hace menos de cincuenta años!), había tiendas, mercados, escuelas sólo para negros; estas personas quedaban excluidas de los servicios que sólo se prestaban a los blancos; los negros no podían votar, y si –por ejemplo-, un jovencito blanco subía a un autobús y una anciana negra venía sentada, y no quedaban lugares, la anciana tenía que ceder su lugar al mozalbete y retirarse a la parte reservada a los negros en la parte trasera del autobús. Creo que esto le hace hervir la sangre a cualquier persona decente.
Ayer viernes, me propuse preguntar al menos a diez jóvenes de menos de treinta años, si sabían de la existencia histórica de esta clase de sistemas discriminatorios; es terrible percatarse de la IGNORANCIA (cuidaos de ella), que reina entre los chicos. Esto se debe –en gran parte-, a que a algunas iglesias nos interesan más los enfoques moralistas que los enfoques éticos de la vida (¡hay una gran diferencia!).
¿Discriminación en la Biblia?
¿Hay contradicciones en la Escritura?
A propósito de discriminación, ésta se daba en el pueblo de Israel lo mismo que en cualquier otro pueblo. La Biblia –específicamente la Toráh-, habla de muchas situaciones en que la discriminación no sólo era tolerada, sino ¡prescrita!, como un mandato divino. Lo siento mucho por quienes creen que la Biblia es un dictado de Dios letra por letra, pero hay que discernir que mucho de lo que la Biblia señala como mandato divino, no es sino la interpretación que –en un momento histórico determinado-, hicieron ciertas personas acerca de su manera de vivir como Pueblo de Dios.
Vamos a dar algunos ejemplos (la cita bíblica la busca usted…). En el libro del Levítico queda muy claro que hay ciertas categorías de personas excluidas de entre la comunidad de Israel –la familia de Dios-; por ejemplo, los extranjeros, los miembros de ciertas etnias (contra moabitas y amonitas había un odio mortal de los israelitas que los condenaba hasta varias generaciones); igual pasaba con los varones que tuvieran los testículos aplastados o castrados (los famosos “eunucos”).
Es probable que esto tuviera sus razones de peso en su momento; por ejemplo, los hombres que servían como sacerdotes o hieródulos (sirvientes sagrados) en el culto de ciertas deidades paganas, aceptaban la castración o la emasculación, y esto era una marca de tipo sagrado. Pero también había jovencitos de poblaciones conquistadas, a quienes bandidos o soldados secuestraban y castraban para venderlos como sirvientes de harenes o para prostituirlos. Si no le gusta leer historia, pero sí lee novelas, léase El Muchacho Persa, de Mary Renault, que está bastante bien documentada como novela histórica.
¿Recuerda el tema del libro de Rut?; si no lo recuerda usted, pues léalo en la Biblia, que es muy breve, muy bonito y aleccionador. Rut es una bondadosa y valiente mujer llena de virtudes y de una caridad maravillosa, que comparte la suerte de su viuda y anciana suegra (verdadera hija de Viuda, esta Rut…), ¡¡pero era moabita!!, la tribu maldita y enemiga de Israel. Más que ser una contradicción, se trata de una evolución del pensamiento de Israel, y de un progreso en la Revelación de Dios a su pueblo y a la humanidad. La teología cristiana enseña que la Revelación divina es gradual y va progresando. Eso nos obliga a ver la Biblia en conjunto, tomando en cuenta sus muchos y diferentes escritos y a no agarrarnos de un solo pasaje bíblico que ya nos gustó, o ya nos aprendimos, o del que sacamos la doctrina favorita de la denominación cristiana a la que pertenezcamos… eso es un procedimiento SECTARIO, y es la puerta falsa hacia el FANATISMO (cuidaos de él).
Así, si las personas del Pueblo de Dios –en un tiempo creyeron que alejarse de ciertos pueblos era correcto, y se encomendaron a Dios para ello; más adelante Dios mismo nos muestra cómo esta situación no es una verdad absoluta y va revelándonos su Voluntad, pero para captar esta revelación, debemos razonar nuestra fe…. Cosa que últimamente ni los anglicanos (que presumimos tanto nuestro sentido crítico) hacemos muy bien que digamos. Pídale a su clérigo que organice un estudio bíblico constante y bien hecho (a lo mejor a usted sí le hace caso)…
Pero hablábamos de extranjeros …y de eunucos, y de su exclusión del Pueblo de Dios. Veamos ahora cómo el Profeta Isaías trae otro nuevo enfoque, un nuevo progreso, en la Revelación:

“Practiquen la justicia, hagan lo que es recto, …voy a llevar a cabo la liberación”.

Ándale…, ¿o sea que Dios siempre sí libera a las personas (¿pues no que eso de la liberación es una moda anticuada de los 60’s?)…, ya ve que no.
“Dichoso quien …respeta el Día de Reposo y no lo profana.”

Se refiere al Shabat hebreo… ¡Pero, por amor de Dios!, no se trata nomás de guardar un día de la semana, ni sólo consiste en una observancia ritual o ceremonial, como ir a misa los domingos y punto… El Shabat no nomás es un día –cada siete-, de la semana, también es el descanso a la tierra cada siete años, y la liberación de las deudas incosteables. A una persona que respetara sus deudas –o que incluso se hubiera vendido como esclavo en pago de éstas-, no podía seguírsele cobrando ni esclavizarla por todos los siglos de los siglos (como la famosa “Deuda externa”, que más bien es una “Deuda Eterna”...), había una liberación cada siete y cada cincuenta años (7x7 +1), esos eran los jubileos de Israel. Por cierto que de allí viene la palabra jubilación… cosa que ya alguien se ha encargado de hacer desaparecer, ahora hay “fondos para retiro” que se juegan a la Bolsa de Valores (y si se pierden, adiós años de trabajo…).
¿Ya vio usted lo que Dios exige a los extranjeros entre su pueblo?; no es nomás ir a misa el domingo o a la sinagoga el sábado, sino respetar y cumplir lo que Dios exige en el concepto total de Shabat, de Liberación… Eso se llama Tsedakáh (“justicia”), y es lo que significa que seamos justos. Ajajá…, ¿nos hacemos un examen social a ver con que calificación salimos?
Entonces este asunto no fue tan sencillo, pero qué interesante para un cambio en nuestras vidas. Ah, pero hay más…:
“…El Señor dice: ‘Si los eunucos respetan mi Día de Reposo, y si cumplen mi voluntad y se mantienen firmes en mi Alianza, Yo les daré algo mejor que hijos e hijas; les concederé que su nombre quede grabado para siempre en mi Templo, dentro de mis muros; les daré un nombre eterno, que nunca será borrado.”

Por eso hay un pasaje en el Nuevo Testamento que dice que el Diácono Felipe bautizó a un eunuco que era oficial de la Reina de Etiopía; estas personas también están incluidas en la familia de Dios, y Dios no se pone a preguntar porqué fueron castrados (por puro gusto no creo… ¿qué no ve que no había anestesia?).
“A los extranjeros los haré felices en mi Casa de Oración… aceptaré en mi altar sus holocaustos y sacrificios… mi Casa será declarada Casa de Oración para todos los pueblos.”

¿Entonces?, ¿ya se contradijo Dios de excluir a los eunucos o a los extranjeros? Más bien los profetas nos han enseñado a interpretar su Ley no como si fuésemos Dios, sino como sus súbditos. Los eunucos de hoy… no sé, las comparaciones son muy inexactas y pueden resultar ofensivas… ¿serán las personas homosexuales? –no me refiero a su condición sexual, sino a su exclusión-, fíjese nomás… y nuestros Obispos en la Conferencia de Lambeth fueron a quedar de acuerdo en que la mayoría (la mayoría de ellos, quién sabe el pueblo de sus diócesis…), opina que la Iglesia no puede ser (del todo) Casa de Oración para ellos. ¿No se les puede dar ni una bendición para que vivan sus vidas en paz…? ¡Está bueno…!, si no se las dan los curas, Dios se las ha de dar, al fin esa es la bendición que necesitan.
Mientras la Iglesia siga marginando de su vida a esa clase de personas y rechazando re-interpretar cada mañana la voluntad de Dios, y brindarles una Educación de valores cristianos sin rechazarles y equipándolos para vivir la vida en pareja según su naturaleza, muchas de esas gentes (no todas, por supuesto), van a seguir dando el espectáculo de doble moral, de hipocresía y de promiscuidad y frivolidad que suelen dar. Y de eso, Dios nos va a juzgar más duramente a la gente de “adentro” de la Iglesia (le digo… espérese tantito).
¿¡Ahora sí la amolamos con San Pablo!?
Pues oiga usted… todavía no acabamos de “escudriñar” la Primera Lectura, apenas estamos descubriendo cómo Dios sí acepta a extranjeros y eunucos entre su comunidad, y ahora resulta… ¿que viene San Pablo y dice ‘Achtung Juden!!’*?
* (Achtun Juden!! = “¡Atención Judíos!”, es una expresión de pésimo gusto en alemán, y que, en los años del Nazismo -1933-1945-, iba por delante de todos los avisos con los que se hostigaba y maltrataba a los judíos).
Esta homilía la leen por lo menos tres o cuatro personas de la Comunidad Judía –muy queridos amigos para mí-, cuando transcribí la Segunda Lectura pensé en ellos… No deja de causarme conflicto interno, porque parece un texto anti-judío, pero NO, más bien es un reto para nuestro crecimiento.
Para empezar, la Carta a los Romanos está dirigida a cristianos provenientes no del judaísmo (como el propio Pablo), sino del paganismo; el judaísmo no es una raza (en modo alguno), pero Pablo habla de “raza” en términos de nación y pueblo.
“Quiero que algunos de mi propia raza sientan celos de ustedes, y así llevarlos a la salvación...”

“En cuanto al Evangelio, a los judíos se les considera enemigos de Dios a fin de darles oportunidad a ustedes…”

¡Uy!, imagínese; leemos esto después de haber oído a una abuelita o a una catequista ignorante (o a un cura tonto) decir: “Looos judíííooos mataaaron a Criiisto…”, (¿ah sí? ¿y luego los romanos…, qué?, ¿a poco ellos se sentaron a llorar?).
Aparte, la Iglesia Católica Romana, todos los Viernes Santos decía: “Oremos también por los pérfidos judíos”… ¡ah qué chula oración, vea nomás qué edificante, y qué cristiana…! Como usted puede darse cuenta, con semejante educación, pues luego posamos los ojos en la Biblia, y esta lectura de la Epístola a los Romanos, pues la vemos como con unos lentes medievales y anti-judíos. ¿Qué hemos de hacer?, pues quitarnos esa clase de lentes y tratar de ponernos en situación con San Pablo…
Los desprecios hacia los judíos en la Europa y la Iglesia medievales, y en la Alemania Nazi, son resultado –en gran parte-, de una interpretación convenenciera de este pasaje. Fíjese nomás, que el querido San Agustín (por allá del año 430), recomendaba a los príncipes cristianos que estorbaran a los judíos, pero que no los exterminaran, porque servían de ejemplo de cómo “se cumple” la voluntad de Dios… Luces y sombras tenemos todos, ¡ah, pero que tinieblas las de esta filosofía política de Agustín!
En tiempos de San Pablo, ni se había inventado la Inquisición, ni el Nazismo, ni nada de eso; más que entenderlo como una crítica al Pueblo Judío, hay que entender su texto en la línea de la protesta del propio Jesús en contra de las autoridades religiosas judías (crítica que le viene “de perlas” a las jerarquías cristianas de ayer y hoy, por cierto…).
En Isaías (la Primera Lectura) vimos, al final, el texto:
“Mi Casa será declarada Casa de Oración para todos los pueblos.”

Recordaremos que Jesús –al grito de esas palabras-, sacó a fuetazos a los mercaderes del Templo ¿y por qué?, ¿por lo del comercio en suelo sagrado?: seguramente que sí…, pero principalmente, por que los comerciantes tenían ocupado el patio que los sacerdotes asignaban a los no-judíos que también venían a adorar al Dios de Israel (Atrio de los Gentiles), eso era vil discriminación por parte de un sistema sacerdotal jerárquico, plagado de desvergüenza e HIPOCRESÍA (cuidaos de ella también).
Jesús y sus seguidores interpretaron que el tiempo había llegado en que se cumplieran esas palabras de Isaías, y que el sistema del Templo impedía que la voluntad de Dios se cumpliera.
Ojalá los que retuercen el sentido de esta Escritura, se fijaran también en el texto que dice:
“Dios todavía los ama a ellos, porque escogió a sus antepasados, porque lo que Dios da, no lo quita, ni retira tampoco su llamamiento.”

Cuando dice:
“Dios sujetó a todos por igual a la desobediencia, con el fin de tener compasión de todos por igual.”

Hay que entenderlo a la luz no de una discriminación hacia los judíos, sino a la luz de una igualación de las personas ante Dios, como cuando el propio Pablo dice en la Carta a los Gálatas, que…
“Ya no importa ser judío o griego, esclavo o libre, ni hombre ni mujer”


¡¡Increíble!!
Jesús… ¡¿le entró también a la moda de
la discriminación y los malos tratos!?
A ver… ¿cómo estuvo? Una pobre señora, con una hija enferma, viene pidiendo que Jesús intervenga para sanar a su niña, y pues –en su desesperación-, viene gritando como loca. Los Apóstoles –machos cretinos-, sugieren algo así como: --“Oooye, desaparece a ésta, que la gente nos está volteando a ver feo…”
Aaah, pero además la señora es extranjera: “cananea”, dice Mateo, “siro-fenicia”, dice el texto de Marcos, “griega”, dice Lucas… Total, como no se ponen de acuerdo, hay que concluir que lo que importa es que, judía, no era.
Y Jesús…, como puerto peruano: “Callao…”
Veamos… : hace dos semanas leímos que los discípulos se fijaron que no había nada para dar de comer a cinco mil gentes, y sugirieron que Jesús “despidiera” a la gente para que se las arreglaran por su cuenta… Jesús, con su típica cortedad de palabras dijo:
“…Y por qué se han de ir; ustedes denles de
comer...”
...se queda callado…, pero ahora va a hablar, espérese tantito…
Fíjese: por lo visto, a los discípulos les preocupaba mucho su propia comodidad más que el bien de la gente; no habían aprendido a confiar en la Gracia de Dios, sino sólo en sus propias fuerzas.
Luego mire: cuando leemos este relato, siempre llegamos a él, suponiendo que se trata de la anécdota de un milagro; bueno, pues no lo es, el milagro queda en segundo término, al autor (Mateo), no le interesa saber qué pasó con la chavita enferma. No nos va a mostrar a Jesús como Médico Divino (como ocurre en otros pasajes), sino como ¡MAESTRO! Regrésese y vea qué palabras he ido poniendo con mayúsculas y en rojo (jamás uso mayúsculas sin motivo), si tiene ojos para ver: verá…
En este texto, lo que importa es cómo nos enseña Jesús. Jesús es el supremo Maestro de Actitudes, o también –si lo prefiere-, el divino Maestro de Virtudes. Es una dimensión en la que no estamos acostumbrados a reconocerlo, porque nos es más cómodo únicamente adorarle como nuestro Salvador y amarle como a nuestro Redentor –lo cual es legítimo y justo-; pero aquí se trata de ¡seguirle!, como nuestro Maestro.
Jesús usa una actitud de aparente displicencia y alega que sólo ha venido a tratar con el Pueblo de Israel… La pregunta es: ¿qué hace Jesús de paseo por el Líbano?, el texto dice que andaba por Tiro y Sidón (eso es el Líbano, la Syrie naturelle, de los geógrafos de lengua francesa).
La señora cananea “se pone de tapete” (¿sabría Jesús qué actitud tomaría la mujer?, yo pienso que sí sabía). ¿Qué es “ponerse de tapete”?, ¿usted ha llegado a ver al médico cuando intuye que le van a dar un mal diagnóstico, o con un hijo muy enfermo en brazos?, ¿ha ido a pedir un préstamo para remediar una apuración en su casa? (y –de ribete-, el de los préstamos esboza una sonrisa estúpida y soberbia…); ¿ha ido a ver a un jefe policiaco a rogarle que saquen a su marido o a su hijo del “tambo”?, ¿ha ido a pedir trabajo porque le urge mucho darle de comer a su familia?; entonces supongo que sabe “algo” de lo del famoso tapete: es presentarse en crisis, vulnerable, como estar desnudo en público…
--“¡Señor, ayúdame!”

--“No está bien quitarles el pan a los hijos para dárselo a los perros.”

¡¡Órale!!, ya ni los judíos más ortodoxos de la época, ellos no habrían respondido siquiera. ¿Entonces para qué contesta Jesús, y luego con esa actitud? Algunos comentaristas dicen que muchos relatos de la vida de Jesús pueden haber sido resúmenes de muchas situaciones durante su ministerio que el escritor reunió en un solo relato…, quizá eso ayudaría a entender el porqué de esta respuesta; pero es evidente que todos, los discípulos, la mujer, nosotros, estamos pendientes de los labios de Jesús y de lo que va a provocar…
Este pasaje me recuerda otro:
La Resurrección de Lázaro (San Juan 11).
Marta y María, cada una a su modo, le reclaman a Jesús –con las mismas palabras-, el tiempo que se ha tardado en venir a ver a Lázaro enfermo… tanto tiempo, que hasta se murió:
--“¡Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto!”

Dado el carácter de cada una de las dos hermanas, me atrevo a pensar que Marta habló en tono de reproche enfadado, mientras María lo hizo como un reproche compungido. Esto me permite la libertad de suponer que la respuesta de la señora libanesa (siro-fenicia o lo que haya sido), no fue un simple “ceder al chantaje”, ni “ponerse de tapete”…, sino un reclamo parecido al de Marta; la mujer es insistente ¡y se sale con la suya!, pese a la actitud (estoy seguro que ficticia y deliberada) de parte de Jesús.
Ella le dijo: --“Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.”

Si yo pudiera hacerle al “José Saramago Apócrifo”, y escribir unas “apostillas al Evangelio” con lo que la gente pensó mientras hablaba, yo escribiría según la mente de la mujer:
--“Ah no… ya me insultaste, pero ni las migajas me das; pero ahora no te vas, no te dejo hasta que me cures a mi pobre hija que no tiene la culpa ni de tu actitud grosera, ni de yo no sea judía… ¡No te vas, no te dejo ir, aunque se infarten los fatuos y sangrones de tus apóstoles!”

Jesús no alaba en ella el hecho de que se humille, como podría suponer una interpretación desde una vieja moral de confesionario, sino su insistencia y tenacidad –que interpreta Jesús como muestra de la Fe de ella-, hay que recordar la parábola de la viuda que va todos los días a llevar su caso ante un magistrado que nunca le hace caso, hasta que lo cansa y la atiende para sacársela de encima.
Entonces le dijo Jesús: --"¡Mujer, qué grande es tu fe! Que se haga como tú quieres". Y desde ese mismo momento su hija quedó sana.

Esto es la prueba de que la actitud de Jesús iba predeterminada, fue –a la vez-, una triple lección:
1. De Criterio, para los discípulos (el aprendiz aprende viendo actuar al Maestro) acerca de la actitud correcta hacia las personas “extrañas”, “marginales”, etc.,
2. De Formación de carácter para la señora,
y la más alta de todas las lecciones, la que fue para el propio Jesús porque…
"Aunque era Hijo, aprendió obediencia..."
3. De admiración ante la capacidad de respuesta del Ser humano.
Jesús se admiraba con frecuencia de las personas, sobre todo de la actitud de fe: se admiró de la fe de un Centurión romano, de la fe de los parientes de un paralítico; se admiró hasta de la falta de fe de ciudades duras de corazón. Jesús también quiso aprender, y con su majestuosa humildad y noble sencillez nos dejó la más alta de las enseñanzas: ¡Él, el humilde Maestro de Galilea!
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U.I.O.G.D.