domingo, 29 de noviembre de 2009

Algo de liturgia y mística:
El Himno de los Querubines.





Con la versión bizantina de Theodóros Vasilikós
y la del Monasterio francés de Cantauque.


Padre Miguel Zavala-Múgica+

Mientras lees, abre este enlace aun vídeo que también puedes hallar más abajo en este mismo artículo: http://www.youtube.com/watch?v=AptfaqIHz2c



En la antigua Liturgia de San Juan Crisóstomo –la más usual manera de celebrar la Eucaristía, según el medieval Rito Bizantino o “rito griego”, característico de la Iglesia Ortodoxa-, existe un himno que da marco a una ceremonia llamada (Megálë E’ísoodos) la Gran Entrada. En ella, los ministros -presbíteros y diáconos-, llevan solemnemente, al altar, entre humo de fragante incienso y acólitos que portan cirios y pendones (hexaptérigos) los dones de pan y vino que han de ser consagrados.
El himno llamado Jerubikón (“Querúbico”) o “de los Querubines” es brevísimo, pero se canta larga y acompasadamente mientras se forma y avanza la procesión, como mostrando el hecho de que encierra -en sus palabras-, toda la teología mística del Oriente Cristiano. Algunos himnógrafos occidentales lo han traducido y parafraseado para introducirlo entre la himnodia anglicana, luterana y católica romana (latina), y -en el propio Oriente-, existen bellísimas versiones rusas, árabes, armenias, georgianas, ucranianas y siro-jacobitas.
He aquí el original griego, seguido de mi traducción castellana:

O’i tá jeroubeím mystikoós e'ikonízontes
--kaí të zoopoioó Triádi tón Triságion 'Ýmnon prosádontes--,
pásan tën biotikën 'apóthómetha mérimnan...
'Os ton Basiléa ton 'ólon 'ypodexómenoi,
tais 'aggelikaís 'aorátoos doryforoúmenon táxesin:
'Allëlouïa!, 'Allëlöuïa!, 'Allëlouïa!
.............................................................

"Los que místicamente somos íconos de los querubines
"--y a la vivificante Trinidad, cantamos el himno Tres veces Santo--,
"todo afán material desechemos...
"Para recibir al Soberano del Todo,
"por angélicas huestes, invisiblemente escoltado:
"¡Aleluya! ¡Aleluya! ¡Aleluya!"

El afán del creyente cristiano -en la mística oriental, y en algunas escuelas occidentales-, es “incendiarse en una llama perpetua”, y alcanzar el estado espiritual de la 'apátheía (sin pasiones), verse libre de toda pasión, deseo, necesidad e inquietud, para consumirse sin extinguirse en la llama divina, como la zarza ardiente del Sinaí.
Quienes creen que esto es puro egoísmo, podrían meditar las palabras de un místico griego del siglo XIII --San Gregorio Palamás- que explica así los efectos de la Gracia sobrenatural del Bautismo:
“Una vez iluminado, alcanza el ser humano las cumbres eternas, y ya aquí -en la tierra-, todo él se hace milagro; permaneciendo en la tierra -como un ángel-, conduce hacia Dios a toda creatura...”
Qué bien completan estas palabras el mensaje del Himno Querúbico, y qué insigne parentesco -aunque con otras implicaciones-, tienen estas palabras con las de aquel mantram del Budismo Zen: “Los seres que sienten son innumerables, yo prometo salvarlos a todos...”
Esos querubines no son sólo del mundo celestial, sino que somos aquellos seres humanos que quisiéramos ser –como ellos-, “llamas de amor vivas”, humanos transformados por la acción de la Gracia, y que, con la Gracia, transformemos este mundo en un Edén, para que 'como es arriba, así sea abajo' , para que “venga su Reino...”, para que todas las cosas sean, como el Señor nos enseñó a decir: “...como en el cielo, así en la tierra”.

'E Synáxis toon 'asomátoon: Ícono tradicional que representa el misterio interpretado en el Himno de los Querubines; el ícono se llama: 'E Synáxis toon Asoomátoon (“La Congregación de los Incorpóreos”), y representa a Nuestro Señor Jesucristo, no digamos en su “real”, sino en su Regia Presencia eucarística, escoltado por las angélicas huestes espirituales.

Ahora bien: ¿qué son los querubines?

La idea oriental y mística de lo que es un querubín, es algo muy distinto de la concepción occidental. En Occidente, el arte y la visión popular concuerdan en que los querubines son unos divertidos angelitos regordetes y sonrientes, riendo y jugando cabe la majestad del Eterno o la de la Siempre Bendita Virgen.

Jerub (singular) / jerubím (plural) es una palabra hebrea que designa a una categoría de seres angélicos, espirituales y celestiales que forman parte de las huestes del Dios único de Israel. Estos seres espirituales, en las culturas: hitita, cananea, y las de Mesopotamia (como Babilonia, Asiria o Persia), eran representados en el arte oficial como verdaderos monstruos terribles, zoomorfos, con cabeza humana y cuerpos mixtos de león, toro y alas de águila.

Los serafines (saraf / serafim), son otro tanto, aunque éstos son representados como llamas de fuego, aunque no menos representativos de las ideas de fuerza, poder y ligereza.

Este conjunto de ideas -no la de los angelitos regordetes, que tiene sus propias razones-, es la que va contenida en los textos bíblicos que hablan de querubines y serafines (jerubím / serafim), como Génesis 3: 24, donde Dios pone un querube con flamígera espada, al cuidado del Árbol de la Vida; o bien Éxodo 25: 18-22 donde se mencionan los querubines que custodian el Arca de la Alianza. Y en los dos libros de Samuel y de Los Reyes, se mencionan los querubines como parte de la imaginería o iconografía de Israel (menuda bronca para los que insisten en un iconoclasmo protestante absoluto, con perdón... eh).

El Profeta Ezequiel, en los capítulos 10 y 41, hace una descripción del carro de Dios, de la movilización de la majestad trascendente de Dios con su pueblo exiliado; en este carro, son esenciales querubines y serafines, según la descripción que anteriormente he dado; y en el Salmo 18:10 se presenta la metáfora de Yahvéh “montando sobre un querubín y volando sobre él”.

La descripción de la adoración celestial en el libro del Apocalipsis, en mucho depende de Ezequiel y del Libro del Profeta Isaías, donde el profeta describe a querubines y serafines zoomorfos que se gritan unos a otros:


“¡Santo, Santo, Santo! ¡Yahvéh Tsebaot!
Llenos están cielos y tierra de tu gloria. ¡Hosanná en las alturas!”

La Iglesia ha combinado ese Hosanná con las exclamaciones del Salmo 119 y de la multitud a Jesús, en su entrada a Jerusalén: “¡Bendito el que viene en Nombre del Señor!, ¡Hosanná en las alturas!” (San Mateo 21: 9), para componer el Himno que llamamos Sanctus y al que se hace referencia en el Himno de los Querubines como tón Triságion 'ýmnon (“...la alabanza tres veces santa”). Este himno se canta justo antes de la plegaria de consagración del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Cuentan que Voltaire, el filósofo enciclopedista del siglo XVIII, se echó a reír estrepitosamente cuando conoció esta diferencia entre el concepto original de los querubines y la idea occidental. Aún así, en el misticismo cristiano, las personas buscan hacerse, incendiarse espiritualmente como los querubines y serafines: "todo llama", "todo fuego"...

Un enlace para oír esta música.
En este enlace: http://www.youtube.com/watch?v=AptfaqIHz2c, va el mismo Himno Querúbico, cantado según la forma griega bizantina más tradicional, muy probablemente, tal como se oía en los días del Imperio Romano de Oriente.

Himno de los Querubines
cantado por
Theodóros Vasilikós y sus coreutas.


El psáltis (cantor) que lo entona, y compositor de ésta particular versión, es el Maestro Theodóros Vasilikós -aquí en un vídeo, creo que de los años 70s-, músico y musicólogo laico ortodoxo, famoso por su erudición sobre la liturgia y el canto bizantinos. Vasilikós -como Sakelarídis y otros músicos litúrgicos griegos y chipriotas-, muestra que este tipo de música religiosa, no es un género muerto ni enterrado, sino bien vivo y vibrante.

U.I.O.G.D.
"...Para que en todas las cosas sea Dios glorificado."