Propios de la Santa Eucaristía
para el Domingo 8 de Junio de 2008.
para el Domingo 8 de Junio de 2008.
V Domingo después de Pentecostés (Propio 6)
Colecta del Día.
Guarda, oh Señor, te rogamos, a tu familia –la Iglesia-, en tus constantes fe y amor; por amor de nuestro Salvador Jesucristo, quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.
Amén.
Colecta del Día.
Guarda, oh Señor, te rogamos, a tu familia –la Iglesia-, en tus constantes fe y amor; por amor de nuestro Salvador Jesucristo, quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.
Amén.
Lectura del Libro del Éxodo (19:1-8a).
Al tercer mes de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. Partieron de Refidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon en el desierto; allí, delante del monte, acampó Israel. Y Moisés subió hacia Dios, y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo:
--“Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: ‘Ustedes han visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo los he tomado a ustedes sobre alas de águilas y los he traído a mí. Ahora pues, si en verdad escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán ustedes mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa’. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.”
Entonces Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso delante de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. Y todo el pueblo respondió al unísono, y dijeron:
--“Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho”.
Palabra del Señor.
Salmo 100
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
1 Aclama con júbilo al SEÑOR,*
toda la tierra.
2 Sirvan al SEÑOR con alegría;*
venid ante El con cánticos de júbilo.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
3 Sepan que Él, el SEÑOR, es Dios;*
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
pueblo suyo somos y ovejas de su prado.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
4 Entren por sus puertas con acción de gracias,
a sus atrios con alabanza.*
Denle gracias, bendigan su Nombre.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
5Porque el SEÑOR es bueno,
para siempre es su misericordia,*
su fidelidad por todas las generaciones.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
Al tercer mes de la salida de los hijos de Israel de la tierra de Egipto, ese mismo día, llegaron al desierto de Sinaí. Partieron de Refidim, llegaron al desierto de Sinaí y acamparon en el desierto; allí, delante del monte, acampó Israel. Y Moisés subió hacia Dios, y el SEÑOR lo llamó desde el monte, diciendo:
--“Así dirás a la casa de Jacob y anunciarás a los hijos de Israel: ‘Ustedes han visto lo que he hecho a los egipcios, y cómo los he tomado a ustedes sobre alas de águilas y los he traído a mí. Ahora pues, si en verdad escuchan mi voz y guardan mi alianza, serán ustedes mi especial tesoro entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra; ustedes serán para mí un reino de sacerdotes y una nación santa’. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.”
Entonces Moisés fue y llamó a los ancianos del pueblo, y expuso delante de ellos todas estas palabras que el SEÑOR le había mandado. Y todo el pueblo respondió al unísono, y dijeron:
--“Haremos todo lo que el SEÑOR ha dicho”.
Palabra del Señor.
Salmo 100
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
1 Aclama con júbilo al SEÑOR,*
toda la tierra.
2 Sirvan al SEÑOR con alegría;*
venid ante El con cánticos de júbilo.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
3 Sepan que Él, el SEÑOR, es Dios;*
Él nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos;
pueblo suyo somos y ovejas de su prado.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
4 Entren por sus puertas con acción de gracias,
a sus atrios con alabanza.*
Denle gracias, bendigan su Nombre.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
5Porque el SEÑOR es bueno,
para siempre es su misericordia,*
su fidelidad por todas las generaciones.
R.-/ Den gracias al SEÑOR, bendigan su Nombre.
Lectura de la Carta del Apóstol San Pablo a los Romanos (5:1-11)
Hermanos: fuimos justificados por la fe, por eso tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por medio de Él, también la fe nos ha dado entrada a esta Gracia, y en ella estamos firmes, y nos enorgullecemos en la esperanza de la gloria de Dios.
No sólo esto; también nos gloriamos en las crisis, sabiendo que la crisis produce paciencia; y la paciencia, un carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
Mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los malvados. A duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por una persona verdaderamente buena. Pero Dios demuestra su amor para nosotros, en que –siendo aún pecadores-, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, ahora que su sangre nos ha justificado, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El.
Si cuando éramos sus enemigos, la muerte de su Hijo nos reconcilió con Dios, con más razón, ya reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos enorgullecemos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Palabra del Señor.
Hermanos: fuimos justificados por la fe, por eso tenemos paz con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo. Por medio de Él, también la fe nos ha dado entrada a esta Gracia, y en ella estamos firmes, y nos enorgullecemos en la esperanza de la gloria de Dios.
No sólo esto; también nos gloriamos en las crisis, sabiendo que la crisis produce paciencia; y la paciencia, un carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado.
Mientras aún éramos débiles, a su tiempo Cristo murió por los malvados. A duras penas habrá alguien que muera por un justo, aunque tal vez alguno se atreva a morir por una persona verdaderamente buena. Pero Dios demuestra su amor para nosotros, en que –siendo aún pecadores-, Cristo murió por nosotros. Entonces mucho más, ahora que su sangre nos ha justificado, seremos salvos de la ira de Dios por medio de El.
Si cuando éramos sus enemigos, la muerte de su Hijo nos reconcilió con Dios, con más razón, ya reconciliados, seremos salvos por su vida.
Y no sólo esto, sino que también nos enorgullecemos en Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo, por quien ahora hemos recibido la reconciliación.
Palabra del Señor.
Santo Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo, según
San Mateo 9:35-38 y 10: 8-15
San Mateo 9:35-38 y 10: 8-15
+ En aquel tiempo, Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en las sinagogas de ellos, proclamando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia. Viendo las multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban angustiadas y abatidas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: --“La mies es mucha, pero los obreros pocos; por eso, rueguen al Señor de la mies que envíe obreros a su mies…”
“Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios; lo que de gracia recibieron, de gracia denlo. No se provean ustedes de oro, ni de plata, ni de cobre para llevar en la cintura, ni morral para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bordón; porque el obrero merece su salario. En cualquier ciudad o aldea donde entren, averigüen quién es digno en ella, y quédense allí hasta que se marchen. Al entrar en la casa, saluden con la paz; si la casa es digna, que el saludo de paz de ustedes venga sobre ella; pero si no es digna, que el saludo de paz se vuelva a ustedes. Cualquiera que no los reciba ni oiga las palabras e ustedes, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. En verdad les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.
El Evangelio del Señor.
“Sanen enfermos, resuciten muertos, limpien leprosos, expulsen demonios; lo que de gracia recibieron, de gracia denlo. No se provean ustedes de oro, ni de plata, ni de cobre para llevar en la cintura, ni morral para el camino, ni dos mudas de ropa, ni sandalias, ni bordón; porque el obrero merece su salario. En cualquier ciudad o aldea donde entren, averigüen quién es digno en ella, y quédense allí hasta que se marchen. Al entrar en la casa, saluden con la paz; si la casa es digna, que el saludo de paz de ustedes venga sobre ella; pero si no es digna, que el saludo de paz se vuelva a ustedes. Cualquiera que no los reciba ni oiga las palabras e ustedes, al salir de esa casa o de esa ciudad, sacúdanse el polvo de los pies. En verdad les digo que en el día del juicio será más tolerable el castigo para la tierra de Sodoma y Gomorra que para esa ciudad.
El Evangelio del Señor.
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