jueves, 1 de enero de 2009

El Santo Nombre de Nuestro Señor
JESUCRISTO
Parte I

01 de Enero de 2009

Pbro. Miguel Zavala-Múgica+
El día 01 de enero es uno de los doce días de la estación de Navidad, que va del 25 de diciembre al 06 de enero. Siendo éste el octavo día después de la conmemoración del nacimiento de Jesús, en él se conmemora su circuncisión (en griego: peritomé), por ello antiguamente a esta fiesta, en los calendarios cristianos de occidente, se la llamaba La Circuncisión del Señor.

La Iglesia Ortodoxa sigue celebrando la fiesta con ese mismo nombre, bajo la denominación griega: I Peritomí tu Kyríu imón Iisú Jristú, y al mismo tiempo conmemora -en el santoral-, a San Basilio Magno, Obispo de Cesarea. La Iglesia Católica Romana, en tiempos del Papa Paulo VI, cambió la conmemoración a: Santa María Madre de Dios.

En diversas Iglesias de la Comunión Anglicana, aunque el tema del Evangelio sigue teniendo que ver con la Circuncisión del Niño Jesús, la celebración -que es Fiesta Mayor-, se denomina: El Santo Nombre de Nuestro Señor Jesucristo. Estas iglesias cristianas derivan su enseñanza del mismo Evangelio, y convergen en la misma enseñanza, la manera de celebrar es diversa y hermosa.

El Nombre divino en la Antigua Alianza (Éxodo 3: 1-15).


Moisés apacentaba el rebaño de Yetró su suegro, sacerdote de Madián; y condujo el rebaño hacia el lado occidental del desierto, y llegó al Jóreb, el monte de Dios. Y se le apareció el ángel de YAHVÉH en una llama de fuego, en medio de una zarza; y Moisés miró, y he aquí, la zarza ardía en fuego, y la zarza no se consumía. Entonces dijo Moisés: –“Me acercaré ahora para ver esta maravilla: por qué la zarza no se quema”. Cuando YAHVÉH vio que él se acercaba para mirar, Dios lo llamó de en medio de la zarza, y dijo: --“¡Moisés, Moisés!” Y él respondió: “-Aquí estoy”. Entonces Él dijo: -“No te acerques aquí; quita las sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás parado es tierra santa”. Y añadió: -“YO SOY el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob”. Entonces Moisés cubrió su rostro, porque tenía temor de mirar a Dios.

Y YAHVÉH dijo: -“Ciertamente he visto la aflicción de mi pueblo que está en Egipto, y he escuchado su clamor a causa de sus capataces, pues estoy consciente de sus sufrimientos. Y he descendido para librarlos de la mano de los egipcios, y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, a una tierra que mana leche y miel, al lugar de los cananeos, de los jeteos, de los amorreos, de los ferezeos, de los jeveos y de los yebuseos. Y ahora, mira, el clamor de los hijos de Israel ha llegado hasta mí, y además he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ahora pues, ven, y te enviaré a Faraón, para que saques a mi pueblo, los hijos de Israel, de Egipto.

Pero Moisés dijo a Dios: -“¿Quién soy yo para ir a Faraón, y sacar a los hijos de Israel de Egipto?” Y El dijo: -“Ciertamente YO estaré contigo, y la señal para ti de que YO SOY quien te ha enviado será ésta: cuando hayas sacado al pueblo de Egipto adoraréis a Dios en este monte.

Entonces dijo Moisés a Dios: -“Mira, si voy a los hijos de Israel, y les digo: ‘El Dios de los padres de ustedes me ha enviado con ustedes’, tal vez me digan: -‘¿Cuál es su nombre?’, ¿qué les voy a decir?”. Dijo Dios a Moisés: -“YO SOY EL QUE SOY”. Y añadió: -“Así dirás a los hijos de Israel: ‘YO SOY me ha enviado con ustedes’. ”


Dijo además Dios a Moisés: -“Así vas a decirles a los hijos de Israel: ‘YAHVÉH –Dios de sus padres-, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, me ha enviado con ustedes’. Este es mi Nombre para siempre, y con él se hará memoria de mí de generación en generación.”

La revelación, como modo fundamental del conocimiento de Dios, está en la esencia de las religiones judía y cristiana, y también en la musulmana. Dios desea la comunicación con los seres humanos y -de alguna manera-, se nos manifiesta. Por otra parte, en las tradiciones semíticas, el nombre de una persona o de un objeto, es un símbolo, pues la contiene de manera sintética: es -podríamos decir-, un sacramento, pues es un signo eficaz que sirve de puente entre el ser y el entendimiento, representando la totalidad de la esencia de lo que representa, es decir: lo hace presente.
En el segundo relato de la creación -en el Génesis-, el "Adam" -es decir, el ser humano-, impone, comisionado por Dios, un nombre a todos, y a cada uno de los animales; se convierte con ello en el "Pastor del Ser" -en palabras del filósofo Heidegger-, pues con el poder de su razón, la persona ubica el sitio y la función de cada ser en el mundo: qué riesgosa misión, pues, la del ser humano, con la capacidad de salvar o condenar, con sus determinismos, a la creación, al mundo en el que vive...
Cuando se trata de Dios, éste no se deja aprehender, ni asir por la razón humana; permanece todo Misterio, y en el misterio de su amor eterno, es Él quien se revela y se muestra a un ser humano a quien ha creado para que sea, como dice Agustín de Hipona: capax Dei ("capaz de Dios").
"El Dios de tus padres..."
Al revelarse a Moisés, Dios comienza haciéndose fácil de hallar: "soy el Dios de tus padres..."; es una manera de decir... "soy quien ha acompañado a los tuyos, soy quien ha estado contigo desde tu familia, desde lo que tú reconoces como tu protección y origen..." . Dios se muestra con motivo de la Gracia, no es a causa de la opresión; la opresión de los israelitas es el detonante que hace intervenir a Dios, pero no es la causa, la causa es que se trata de su pueblo; pero no es "su pueblo" por el hecho aislado de que se trate de Israel, sino porque -desde antes-, ya le acompañaba: Abraham -a quien menciona Dios mismo-, era el "amigo de Dios", su relación estaba basada en amistad, confianza y fe, y Dios es fiel a sus promesas... "en ti -le dice a Abraham-, serán benditas todas las familias de la tierra" (Génesis 12 ...).
Como el reencuentro de dos personas que, por la calle, se reconocen e invocan antiguos parentescos y relaciones de amistad... "Ah, tu papá tenía la vulcanizadora a la vuelta de nuestra casa, y tú jugabas con nosotros en el patio..." Entonces, al mencionar a los Abot Israel (a los padres, a Abraham), Dios invoca, ante Moisés, aquella antigua amistad previa a la esclavitud, previa aún a la Ley del Sinai.
Pero se revela desde de una zarza en llamas, símbolo del fuego increado de la luz y el calor de Dios que a un tiempo atrae -como el amor de un hogar-, y aleja, imponiendo el respeto que el fuego mismo destructor merece, y exige acatamiento... "quítate las sandalias" : es el Santo, ha-Kadosh, es decir: el trascendente, el Otro, como en el verbo hebreo kadash = "cortar".
Con comprensible prudencia, Moisés pregunta cómo debe hablar de Dios ante la comunidad, atónito y expectante ante la grandeza de Dios, no se atreve a preguntar: "¿Cuál es tu nombre?", sabe lo que eso significa, conoce el control que supone "utilizar" el nombre de alguien: "utilizar" al ser nombrado: ¡¿cómo "utilizar" a Dios?!
Pero aquí es donde Dios establece "su Nombre para siempre": no es posible controlarle ni utilizarle (salvo en la falsedad de crear ídolos suyos), ¡pero es posible conocerle! Dios se da a conocer y revela su Nombre.
'YO SOY EL QUE SOY'
En este texto, con el YO SOY de Dios no se trata sólo de establecer a Dios como el "Ser Supremo" de la filosofía, o el Primer motor inmóvil de la doctrina aristotélica (para empezar, las épocas ni siquiera coinciden). Se trata de una revelación que Dios hace de sí mismo -como dice el teólogo católico romano Hans Küng-, "en clave de promesa". La aparente pobreza de matices gramaticales del hebreo bíblico permite -en cambio-, una vasta riqueza en la interpretación: el contundente 'ëhyéh 'ásher 'ëhyéh puede ser: "Yo soy el que soy", "Yo soy el que he sido", "Yo soy el que seré".
Dios no autoriza, pues, el control humano (ni siquiera el control institucional) por medio de la manipulación de su Nombre; sin embargo, establece una ruta segura -aunque ardua y laboriosa-, para conocerle y encontrarse con Él: su providencia, su amor en cada generación (YO SOY para ti... YO he sido, YO soy y YO seré para ti). Se identifica como el Dios de nuestro pasado, que acompañó a mi familia de origen; el Dios de nuestro presente, que me acompaña en mis problemas "de hoy" y se compromete con la liberación de la persona, la libertad de la comunidad humana. Es también el Dios de nuestro futuro, en quien puede descansar y activarse mi fe.
Dios ha creado al ser humano y le ha dado la investidura de "pastor del ser", pero es ahora Él mismo -el SER supremo, absoluto-, quien se revela como Supremo Pastor, como "pastor de pastores"; quiere ser, Él mismo, Pastor de Israel (Salmo 80). Y en la entrega de su amor quiere "ser para nosotros", y así, ser nuestra clave de sentido.
Cuando se habla del compromiso de Dios con la liberación humana, no se trata únicamente de sentidos figurados, la esclavitud de Israel era real, concreta, histórica; era la explotación del trabajo de las personas por una civilización -la egipcia-, que habrá sido muy gloriosa y mística, pero que igual basaba su esplendor en el aprovechamiento del sufrimiento y la esclavitud de los indefensos, humildes y pobres. Esclavitud histórica, sí, aunque las crónicas del Éxodo no sean historiográficamente exactas.
La triple forma básica de interpretar la revelación del Nombre de Dios, abre las posibilidades para descubrir su presencia y acción en toda nuestra vida personal, y en nuestra historia humana, y nos obliga moralmente al balance entre el ayer de "nuestros padres", el hoy de nuestros retos, y el mañana de nuestras incertidumbres: es el anuncio, ya desde la Antigua Alianza, de la presencia divina en el devenir humano, en la dialéctica de Escritura, Tradición y Razón, de la Unidad en Trinidad que reflexionará luego la Comunidad de la Nueva Alianza.



U.I.O.G.D.

Para que en todas las cosas sea Dios glorificado...



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