HOMILÍA DOMINICAL
31 de agosto, A.D. 2008
¿Venganza o Sed de Justicia?El reto de ser humildemente lúcidos
y denodadamente críticos. Pbro. Miguel Zavala-Múgica+ Léanse las lecturas del artículo siguiente:
Propios de la Santa Eucaristía.
Propio 17, Año AJeremías 15:15-21 Salmo 26
Romanos 12:1-8
San Mateo 16:21-27
Hay períodos de la vida cuando las personas nos sentimos agraviadas u ofendidas, o bien, cuando percibimos que hay un des-Orden en torno nuestro, que las cosas no son lo que "deberían", ni suceden como "deberían". En muchos de estos casos, la famosa expresión "¿por qué?" o "¿por qué a mí?" parece ser la clave para entender lo que nos sucede, o al menos un punto de partida que acaba por condicionar todo lo que hacemos.
Especialmente cuando más convencidos estamos de que tenemos razón, acudimos a recordar nuestras propias acciones "justas" delante de Dios.
Bienaventurados los Inconformes... La mayoría de los sermones o catequesis que he escuchado en mi vida se dirigen a restarle razón a las demandas de la gente, a tratar de calmarle los ímpetus y a tildarla de "soberbia", "suficiente" o "engreída" cuando intenta razonar su vida y el medio que le rodea. Los clérigos y la gente de las iglesias -quizá a fuerza de la mediocridad a la que estamos tan acostumbrados-, de inmediato reaccionamos al grito de "soberbia" y "orgullo" cuando vemos que alguien "se molesta" con Dios y se compara a sí misma con la vulgaridad y la ineptitud de otros.
Pues bien, esta vez creo que hay -como dice la segunda lectura-, "llorar con el que llora", e ir a consolar un poco a esos "soberbios" y "orgullosos". Ciertamente, todo el mundo nos agradecerá el que seamos pacíficos, sensatos, humildes y políticamente correctos con Dios y con nuestros prójimos... ¿Y quién entiende a la pobre gente que está harta de la injusticia, la ineptitud, el latrocinio... pero también: de las matanzas, los abusos laborales; y encima que esa gente poderosa e injusta, "se salga siempre -impunemente-, con la suya"?
Entre esta gente inconforme y rebelde con su situación, cabemos -en mayor o menor medida-, toda la humanidad; aunque -más frecuentemente-, todos los reclamos de justicia de personas que no tienen ni para comer-, hacen palidecer los reclamos e inconformidades de otros más afortunados.
El salmo que hoy cantamos, fue usado durante siglos como plegaria secreta del sacerdote al lavarse las manos durante la Eucaristía...
"Lavaré mis manos entre los inocentes
y rodearé tu altar, oh Señor..."
Todo el salmo
parece decir una cosa que suena chocantísima:
"Mira Dios: yo soy justo, bueno, nunca he pecado, y además soy muy cumplido con todo lo que tú mandas; me persigue y me molesta gente que de veras es mala, y a la que quisiera que borraras del mapa cuanto antes... Ah, además castígalos como se merecen. (Amén)."
Lo que acabo de parafrasear suena muy irreverente, pero no soy el primer escritor cristiano en notarlo y señalarlo, ni este es tampoco el único salmo con un contenido semejante a éste. ¿Por qué?, ¿qué significa esto?
Algunos teólogos, especialmente los liturgistas (o que estudian el culto cristiano), se sacan la espina alegando que los salmos están escritos para cantarse en comunión con toda la Iglesia; y como la Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo -siendo nosotros miembros de ese Cuerpo-, nuestra oración se convierte corporativamente en la oración del propio Cristo Jesús.
Y bueeeno... dicho así, parece como que -por arte de magia-, nos hallamos -al orar con los salmos-, repitiendo las palabras que salen de la justicia e inocencia de Cristo, y con eso no salimos afectados... Es cierto que oramos como Cuerpo de Cristo, y que Cristo Jesús es la Palabra misma de Dios encarnada; en ese sentido, la oración de la Biblia es un modelo para todo el Cuerpo Místico de los fieles, pero hay más...
Otros teólogos -más próximos a la ética y a la Teología de la Liberación-, subrayan que sucede a la inversa: los salmos -aunque son parte de la Palabra de Dios, o quizá por ello mismo-, expresan que Dios comprende y hace suya la amargura, la angustia, frustración e ira de los pobres y oprimidos, y la toma en su amor a la humanidad.
Pienso que, si balanceamos estas dos cosas, podemos dar con la clave para entender el tema de las lecturas de hoy: "sed de venganza / sed de justicia" -o mejor dicho-, de lo que quiere decirnos Dios.
La "Venganza Cristiana" Como vemos en Jeremías (1a. lectura), Elías y muchos otros profetas de Israel, han estado a punto de "tirar la toalla", "botar el arpa" o "mandar al diablo" su vocación como testigos de la voluntad de Dios. Es duro bregar a contra-corriente, es frustrante sentirse como el necio o el tonto del pueblo ("todos parecen tener razón, menos yo").
Lo mismo le ha pasado a muchos otros profetas de otras épocas, como el Bienaventurado Martin Luther King (+1968), en su lucha social anti-racista, o el Bienaventurado Paul Jones (+1941), Obispo de Utah (cuya memoria celebraremos en septiembre), a quien su propia iglesia -la democrática y liberal Iglesia Episcopal, quiso amordazar por haber sentenciado que la guerra es un pecado que la Iglesia no puede solapar (él condenaba la I Guerra Mundial).
Dios no se ciega ante nuestra desesperación; tampoco nos desconoce el derecho a sentir y razonar honestamente que tenemos razón en algo, ¡lo que nos pide es CONVERSIÓN!, es decir: volvernos a Él, dirigirnos a Él. En palabras de mi maestro, el Padre Félix Pecharromán (católico romano): ¡Dios nos exige ser humildemente lúcidos y denodadamente críticos!
Por eso San Pablo (2a. lectura), luego de darnos una excelente guía de actitudes para vivir en amor, nos da también la clave de la llamada "Venganza Cristiana"
“No tomen venganza ustedes mismos,
sino dejen que Dios sea quien castigue…”
¿Cómo que "venganza cristiana"? ¿Se trata de dejarse matar o abusar como tontos mientras le dejamos todo a Dios...? No. De lo que se trata es de NO dejarnos vencer y ceder ante la actitud del cruel, el injusto, el asesino o el ladrón, sino en persuadirlo mediante nuestra propia justicia, estimulando en esas personas el dolor de corazón, que es evidencia de un cambio de mente, y condición previa para un giro o conversión hacia Dios.
Una muestra clara la hemos tenido este sábado 30 de agosto. Miles de personas se han volcado a marchar por las calles de la Ciudad de México para rechazar la violencia y la delincuencia organizada. Eso se aúna a la valiente lucha de algunos hombres y mujeres distinguidos y notables de esa misma ciudad, que han vivido el horror del secuestro (e incluso del asesinato) de sus hijos u otros familiares. Éstos NO se han tomado la justicia por cuenta propia, sino que se han propuesto procurarse -humildemente lúcidos y denodadamente críticos-, los medios que algunas autoridades, venales y negligentes, no les han provisto. No recurren a la venganza, pero saben satisfacer su sed de justicia usando medios de comunicación, manifestándose públicamente, y son nuestros Maestros de Actitudes.
No se trata de "dejarse": matar, ni robar, ni abusar en forma alguna, sino que -al defendernos-, no caigamos presa de la maléfica energía que se potencia y magnífica al encontrarse NO con nuestra sed de justicia, sino con nuestra sed de venganza...
Los criterios humanos de Pedro...
Al pobre Pedro (Evangelio), primero lo elevaron a la alta dignidad de la Piedra Angular (piedra bruta, dijimos hace ocho días) y de las llaves, y ahora lo mandan al rincón corrido... ¡¿pues qué dijo...!? Simplemente, no estaba aún a la altura de los criterios de Jesús para discernir las actitudes prioritarias en orden a la salvación: le encantó el poder, el ser colaborador del Señor -y al igual que los demás discípulos-, aún no sabía en la que se estaba metiendo...
Jesús tenía una misión y la había aceptado; anunció lo que iba a pasar con Él, el horror y la humillación de su Pasión: las burlas, los azotes, los juicios, la cruz... No se trata de una afición masoquista por el sufrimiento, sino de saber situarse ante circunstancias que piden de uno lo mejor. Jesús supo lo que quería y cuál era el precio, y lo mostró a sus discípulos. A Pedro no le gustó para nada, y reprendió a Jesús: ¡¿cómo que ir a que lo humillasen y lo mataran!? ¡ni lo mande Dios...!
A la mayoría de la gente nos fascina leer parcialmente los pasajes de la Biblia: ¡qué bonito lo de "Tú eres Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia"! Una congregación -dedicada a San Pedro-, a cuyo párroco conocí hace años, quiso escribir esas gloriosas palabras en el tambor de la nueva cúpula que su obispo iba a bendecir (como para imitar a una cierta iglesia que hay en Europa). El artesano de mosaicos que iba a colocar la cita bíblica, era miembro de la congregación y sabía el manejo de la Biblia, aunque no era muy letrado-, así que a alguno de los miembros de la Junta Parroquial se le ocurrió sólo dejarle la cita bíblica, pero... ¡oh desgracia!, equivocó un versículo. El artesano y sus ayudantes trabajaron con la iglesia cerrada para evitar accidentes. Llegó el gran día de la dedicación de la cúpula, y grande fue el estupor del obispo, el párroco y la furiosa Junta Parroquial, cuando vieron -ostentosa y gloriosa en derredor del domo, y en grandes caracteres romanos-, la sentencia: +APARTATE+DE+MI+SATANÁS+
Así le fue al pobre Pedro... en un ratito (dos renglones para nosotros) pasó del "honor de las llaves" a que lo compararan con "Patas de Cabra"; pero Jesús no rechazó a Pedro (ni tampoco lo "canonizó"). Antes le había dicho que su afirmación:
"Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios Vivo", venía de Dios, ahora le subraya que su criterio que se niega a aceptar el plan de Dios para Jesús es una verdadera seducción maligna. Jesús no fue intolerante con él, pero sí quiso mostrarle la diferencia bien clara.
A la Gloria del Gran Acomodador del Universo. Dios tiene caminos maravilloso para hacer justicia y lograr lo que quiere -no ignora nuestra inquietud por "arreglar el mundo", especialmente cuando somos nosotros los afectados-, pero quisiera que nos detuviéramos antes a poner las cosas en sus manos antes de actuar únicamente con nuestros criterios: gran lección -a este respecto-, la que nos dan los familiares de secuestrados y asesinados que se han enfrentados casi solos a la delincuencia y a autoridades corruptas. Como dice un cántico de los Adventistas del Séptimo Día: "Dios hace todo tan hermoso... a Su Tiempo..."
Mi amiga Maritza Córdova suele decir que Dios es "el Gran Acomodador del Universo y sus circunstancias"; Él sabe en su sabiduría divina, dónde, cómo y cuándo, por qué y para qué son las cosas y las personas en su debido tiempo y lugar. No nos pide que seamos conformistas, ni que nos callemos, ni que NO intentemos cambiar lo que consideremos injusto de la vida, sino que lo hagamos
en espíritu de conversión a Él: humildemente lúcidos y denodadamente críticos.
U.I.O.G.D.
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