Propios de la Santa Eucaristía.
31 de agosto, A.D. 2008.
XVI Domingo después de Pentecostés (Propio 17)
Año A
Colecta del Día:
Señor de todo poder y fortaleza, autor y dador de todo bien: Injerta en nuestros corazones el amor a tu Nombre, acrecienta en nosotros la verdadera religión, nútrenos con toda bondad, y produce en nosotros los frutos de buenas obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Señor de todo poder y fortaleza, autor y dador de todo bien: Injerta en nuestros corazones el amor a tu Nombre, acrecienta en nosotros la verdadera religión, nútrenos con toda bondad, y produce en nosotros los frutos de buenas obras; por Jesucristo nuestro Señor, que vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Amén.
Lectura del Libro del Profeta Jeremías
(15:15-21)
Señor, tú lo sabes todo, ¡acuérdate de mí y ven en mi ayuda! ¡Toma venganza de los que me persiguen! No seas con ellos tan paciente que me dejes morir a mí; mira que por ti soporto insultos. Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras; ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón, porque yo te pertenezco, Señor y Dios todopoderoso. Yo he evitado juntarme con los que solo piensan en divertirse; desde que tú te apoderaste de mí he llevado una vida solitaria, pues me llenaste de tu ira. ¿Por qué mi dolor nunca termina? ¿Por qué mi herida es incurable, rebelde a toda curación? Te has vuelto para mí como el agua engañosa de un espejismo.
Entonces el Señor me respondió: --“Si regresas a mí, volveré a recibirte y podrás servirme. Si evitas el hablar por hablar y dices sólo cosas que valgan la pena, tú serás quien hable de mi parte. Son ellos quienes deben volverse a ti, y no tú quien debe volverse a ellos. Yo haré que seas para este pueblo como un muro de bronce, difícil de vencer. Te harán la guerra, pero no te vencerán, pues yo estoy contigo para salvarte y librarte. Yo, el Señor, doy mi palabra. Te libraré del poder de los malvados, ¡te salvaré del poder de los violentos!”
Palabra del Señor.
R./ Demos gracias a Dios.
Salmo 26
R./ Lavaré mis manos entre los inocentes, *
y rodearé tu altar, oh Señor.
1 Señor, hazme justicia, pues mi vida no tiene tacha.*
(15:15-21)
Señor, tú lo sabes todo, ¡acuérdate de mí y ven en mi ayuda! ¡Toma venganza de los que me persiguen! No seas con ellos tan paciente que me dejes morir a mí; mira que por ti soporto insultos. Cuando me hablabas, yo devoraba tus palabras; ellas eran la dicha y la alegría de mi corazón, porque yo te pertenezco, Señor y Dios todopoderoso. Yo he evitado juntarme con los que solo piensan en divertirse; desde que tú te apoderaste de mí he llevado una vida solitaria, pues me llenaste de tu ira. ¿Por qué mi dolor nunca termina? ¿Por qué mi herida es incurable, rebelde a toda curación? Te has vuelto para mí como el agua engañosa de un espejismo.
Entonces el Señor me respondió: --“Si regresas a mí, volveré a recibirte y podrás servirme. Si evitas el hablar por hablar y dices sólo cosas que valgan la pena, tú serás quien hable de mi parte. Son ellos quienes deben volverse a ti, y no tú quien debe volverse a ellos. Yo haré que seas para este pueblo como un muro de bronce, difícil de vencer. Te harán la guerra, pero no te vencerán, pues yo estoy contigo para salvarte y librarte. Yo, el Señor, doy mi palabra. Te libraré del poder de los malvados, ¡te salvaré del poder de los violentos!”
Palabra del Señor.
R./ Demos gracias a Dios.
Salmo 26
R./ Lavaré mis manos entre los inocentes, *
y rodearé tu altar, oh Señor.
1 Señor, hazme justicia, pues mi vida no tiene tacha.*
En ti, Señor, confío firmemente;
2 examíname, ¡ponme a prueba!, *
¡pon a prueba mis pensamientos
y mis sentimientos más profundos!
3 Yo tengo presente tu amor *
y te he sido fiel;
4 jamás conviví con los mentirosos *
ni me junté con los hipócritas.
5 Odio las reuniones de los malvados; *
¡jamás conviví con los perversos!
6 Lavaré mis manos entre los inocentes, *
y rodearé tu altar, oh Señor.
7 y entonar cantos de alabanza, *
y proclamar tus maravillas.
8 Yo amo, Señor, la hermosura de tu casa, *
el lugar donde reside tu gloria.
9 No me quites la vida junto con los pecadores; *
no me hagas correr la suerte de los asesinos,
10 de esos que tienen las manos *
llenas de maldad y soborno.
11 Pero mi vida es intachable; *
¡sálvame, ten compasión de mí!
12 Mis pies están en terreno firme; *
¡bendeciré al Señor en presencia de su pueblo!
R./ Lavaré mis manos entre los inocentes, *
y rodearé tu altar, oh Señor.
Lectura de la Carta del Apóstol
San Pablo a los Romanos
(12:1-8)
Hermanos: Ámense sinceramente unos a otros. Aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. Ámense como hermanos los unos a los otros, dándose preferencia y respetándose mutuamente. Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente.
Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar.
R./ Lavaré mis manos entre los inocentes, *
y rodearé tu altar, oh Señor.
Lectura de la Carta del Apóstol
San Pablo a los Romanos
(12:1-8)
Hermanos: Ámense sinceramente unos a otros. Aborrezcan lo malo y apéguense a lo bueno. Ámense como hermanos los unos a los otros, dándose preferencia y respetándose mutuamente. Esfuércense, no sean perezosos y sirvan al Señor con corazón ferviente.
Vivan alegres por la esperanza que tienen; soporten con valor los sufrimientos; no dejen nunca de orar.
Hagan suyas las necesidades del Pueblo Santo; reciban bien a quienes los visitan. Bendigan a quienes los persiguen: bendigan y no maldigan. Alégrense con los que están alegres y lloren con los que lloran. Vivan en armonía unos con otros. No sean orgullosos, sino pónganse al nivel de los humildes. No presuman de sabios. No paguen a nadie mal por mal. Procuren hacer lo bueno delante de todos. Hasta donde dependa de ustedes, hagan cuanto puedan por vivir en paz con todos.
Queridos hermanos, no tomen venganza ustedes mismos, sino dejen que Dios sea quien castigue; porque la Escritura dice: “A mí me corresponde hacer justicia; yo pagaré, dice el Señor.” Y también: “Si tu enemigo tiene hambre, dale de comer; y si tiene sed, dale de beber; así harás que le arda la cara de vergüenza.” No te dejes vencer por el mal. Al contrario, vence con el bien el mal.
Palabra del Señor.
R./ Demos gracias a Dios.
+ Santo Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo
según San Mateo
(16:21-27)
En aquel tiempo, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:
--¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar!
Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
--¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve
Dios, sino como las ve la gente.
Luego Jesús dijo a sus discípulos:
--Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará. ¿De qué le sirve la persona ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar una persona por su vida? Porque el Hijo del Hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho.
Palabra del Señor.
R./ Demos gracias a Dios.
+ Santo Evangelio de
Nuestro Señor Jesucristo
según San Mateo
(16:21-27)
En aquel tiempo, Jesús comenzó a explicar a sus discípulos que él tendría que ir a Jerusalén, y que los ancianos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley lo harían sufrir mucho. Les dijo que lo iban a matar, pero que al tercer día resucitaría. Entonces Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo, diciendo:
--¡Dios no lo quiera, Señor! ¡Esto no te puede pasar!
Pero Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
--¡Apártate de mí, Satanás, pues eres un tropiezo para mí! Tú no ves las cosas como las ve
Dios, sino como las ve la gente.
Luego Jesús dijo a sus discípulos:
--Si alguno quiere ser discípulo mío, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz, y sígame. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda la vida por causa mía, la encontrará. ¿De qué le sirve la persona ganar el mundo entero, si pierde la vida? ¿O cuánto podrá pagar una persona por su vida? Porque el Hijo del Hombre va a venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles, y entonces recompensará a cada uno conforme a lo que haya hecho.
Palabra del Señor.
R./ Demos gracias a Dios.
Conmemoraciones de la Semana:
1 de septiembre: David Pendleton Oakerhater; Diácono y misionero a los cheyenne, 1931
2 de septiembre: Mártires de Nueva Guinea, 1942
4 de septiembre: Paul Jones; Obispo y promotor de la paz, 1941
R./ Demos gracias a Dios.
Conmemoraciones de la Semana:
1 de septiembre: David Pendleton Oakerhater; Diácono y misionero a los cheyenne, 1931
2 de septiembre: Mártires de Nueva Guinea, 1942
4 de septiembre: Paul Jones; Obispo y promotor de la paz, 1941
En el Ciclo anglicano de Oración, oremos por:
La Iglesia Anglicana del Cono Sur de América.
Revdmo. Gregory James Venables, Obispo de la Diócesis de Argentina y Obispo Presidente de la Iglesia Anglicana del Cono Sur de América.
La presencia anglicana la región comenzó con inmigrantes británicos. El Revdo. William C. Morris a fines del s. XIX y principios del XX, trabajó como filántropo, educador y fundador del hasta ahora existente “Hogar El Alba.” Un capellán traído por el Capitán Robert Fitzroy comenzó una misión entre los pueblos de la Tierra del Fuego, que se convirtió en la Sociedad Misionera Sudamericana que existe aún. En 1974, el Arzobispo de Canterbury delegó su autoridad metropolitana en el Consejo Anglicano Sudamericano y en 1981 se formó la Iglesia Anglicana del Cono Sur de América, con 7 diócesis (Argentina, Norte de Argentina, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay).
La Iglesia Anglicana del Cono Sur de América.
Revdmo. Gregory James Venables, Obispo de la Diócesis de Argentina y Obispo Presidente de la Iglesia Anglicana del Cono Sur de América.
La presencia anglicana la región comenzó con inmigrantes británicos. El Revdo. William C. Morris a fines del s. XIX y principios del XX, trabajó como filántropo, educador y fundador del hasta ahora existente “Hogar El Alba.” Un capellán traído por el Capitán Robert Fitzroy comenzó una misión entre los pueblos de la Tierra del Fuego, que se convirtió en la Sociedad Misionera Sudamericana que existe aún. En 1974, el Arzobispo de Canterbury delegó su autoridad metropolitana en el Consejo Anglicano Sudamericano y en 1981 se formó la Iglesia Anglicana del Cono Sur de América, con 7 diócesis (Argentina, Norte de Argentina, Chile, Perú, Paraguay y Uruguay).
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U.I.O.G.D.
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