miércoles, 13 de agosto de 2008

Santa María Virgen
Madre de Nuestro Señor Jesucristo
(15 de agosto: FIESTA MAYOR).
Texto basado en la versión castellana del manual Fiestas Menores y Días de Ayuno, corregido y aumentado por el
Padre Miguel Zavala-Múgica+
Desde sus primeros días, la Iglesia Cristiana rinde honor a María –la Madre de Jesús. Dos evangelios narran el nacimiento de Cristo. El conocido relato de la Natividad, es testimonio de la convicción de la Iglesia del nacimiento virginal. El Evangelio de San Lucas ofrece un vislumbre de la crianza de Jesús en Nazaret, tiempo en que el Niño se hallaba bajo el cuidado de María y la tutoría paternal de José.
Imagen inicial: Nuestra Señora de las Rosas de William Bouguereau, ha. 1854.
Durante el ministerio de Jesús en Galilea, María iba a menudo junto con otras mujeres que seguían y servían –con sus bienes-, a Jesús. En el Calvario se hallaba entre el pequeño grupo de discípulos que velaba junto a la Cruz. Buen resumen de esta vida de María son los versos del canto del himnógrafo hispano Skinner Chávez-Melo:
De la paja al madero fue a su Hijo siempre fiel,
y entre lágrimas y risas, consagró su vida a Él;
hoy celebro su alegría, hoy celebro su dolor:
Madre tierna y abnegada del Divino Salvador.


La Theotókos abraza a su Hijo muerto: De un ícono bordado en un "epitáfios", o imagen usada en Viernes Santo.
Después de la resurrección se hallaba con los Doce en el Aposento Alto, en vigilia y oración, esperando la Venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
María fue la persona más cercana a Jesús durante los años de mayor influencia. Las palabras del Magníficat, tanto como su aceptación humilde de la voluntad divina, muestran una semblanza más que accidental con el Padrenuestro y con las Bienaventuranzas del Sermón de la Montaña.
Precisamente el Magníficat o Cántico de María, que aparece en el Evangelio de Lucas (1:46-55), muestra que –si María no hubiera sido quien efectivamente lo pronunciara-, al menos sus revolucionarias palabras son las mismas que cambiaron –de raíz-, vidas como la suya. Uno no puede menos que sorprenderse ante expresiones tan fuertes como…

“…derribó del trono a los poderosos
y exaltó a los humildes,
a los hambrientos colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos”.

“…kathile dynástas apò thrònon,
ke `ypsuse tapinús,
pinóndas enéplisen agathôn,
ke plutúndas exapéstile kenús.”


(texto griego).
Con mala razón –en algunas épocas-, hasta la misma Iglesia ha “sobre-adornado” este himno, haciendo sahumar pomposamente el altar con humo de incienso mientras se canta en el Oficio de Vísperas, como para literalmente crear una “cortina de humo” sobre las inquietantes palabras de aquella humilde muchacha de Nazaret, que tanto comprometen a la Iglesia a ser Familia de Dios en el mundo, a ser la familia de los pobres, y profeta de los oprimidos.
La devoción posterior ha atribuido datos y poderes a María que no tienen sustento en las Sagradas Escrituras, y que suelen desvirtuar el mensaje cristocéntrico del Nuevo Testamento; pero lo que sí podemos creer, es que quien gozó de una relación tan íntima con el Hijo encarnado de Dios en la Tierra, debe tener –entre toda la raza humana-, el lugar de más alto honor en la Vida Eterna de Dios, es decir: el mostrarnos, en su propia persona, lo que podemos llegar a ser cuando seguimos a Jesús como ella lo hizo.
Pero es increíble que –después de oír las palabras del Magníficat-, todavía haya quien pregunte qué cosa especial ha hecho María, si “la única misión que tuvo fue ser madre”; por lo visto no se aquilata que la importancia de ella reside en la calidad de la relación con Cristo que cualquiera puede tener, y eso incluye especialmente a María.
La tradición anglicana ha usado -desde hace más de un siglo-, una paráfrasis del Padre John Mason Neale al Megalynárion –un himno griego que se canta en la liturgia bizantina de la Iglesia Ortodoxa-, que expresa esta fe en palabras bien conocidas:

Más alta que el Querubín, más bella que el Serafín,
canta el tierno “Aleluya”; preces tributa en su honor
la Excelsa Madre del Señor…

(Nuestra Señora de los Ángeles de William Bouguereau, 1854. Una imagen como ésta puede verse aún en la Iglesia Anglicana de El Espíritu Santo, Tlalpan, Diócesis de México).

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Propios de la Bendita Virgen María.

Colecta del Día.
Oh Dios, que escogiste a la Bienaventurada Virgen María como Madre de tu Hijo Encarnado; concédenos que –redimidos por la Sangre de Cristo-, compartamos con ella la gloria de tu Reino Eterno. Por Jesucristo, Nuestro Señor, quien vive y reina contigo y el Espíritu Santo, un solo Dios, ahora y por siempre.
Amén.

Lecciones y Salmo.
Isaías 61: 10-11
Salmo 34: 1-9
Gálatas 4: 4-7
San Lucas 1: 46-55

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U.I.O.G.D.

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