los curas casados anglicanos
José Manuel Vidal
Son 500.000 fieles, 30 obispos y casi mil sacerdotes anglicanos. La mayoría de ellos, casados. Todos ellos, una vez aceptados en la Iglesia católica, pasarán a ser sacerdotes católicos casados. Con evidente agravio comparativo para las decenas de miles de curas católicos que, por haberse casado, fueron obligados a abandonar el ministerio y reducidos al estado laical. Y, hasta tachados de “traidores”. Los curas casados católicos son más de 100.000 en todo el mundo y unos 5.000 sólo en España. A pesar de que, según la doctrina católica, siguen siendo sacerdotes eternamente, porque el sacramento del orden imprime carácter, una vez que se casan, no pueden volver a ejercer como tales. Sólo hay algunas excepciones. Les llaman los “arrepentidos” y son los curas que regresan al sacerdocio, después de haber vivido en familia. Eso sí, siempre que hayan enviudado o que hubiesen tenido la picardía de no casarse por la Iglesia. Porque el reino de los cielos también es de los pillos. En general, la misma Iglesia católica que echa a los curas que se casan y no deja ordenar a los hombres ya casados, admite en su seno a cientos de curas casados anglicanos. Doble rasero. Doble vara de medir. El propio Vaticano lo sabe. Y el guardián de la ortodoxia, cardenal Levada, tuvo que salir como pudo del atolladero. “Este paso será un problema para algunos”, dijo el presidente de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Para reconocer a renglón seguido que “muchos sacerdotes católicos que dejaron la Iglesia para poder casarse, se preguntarán por qué son aceptados ministros casados”. La única salida que encuentra la máxima autoridad doctrinal católica es decir que “puede que entiendan que se trata de excepciones”. Pero las excepciones, como dice Roma, son cada vez más abundantes. Porque a estos curas casados anglicanos ahora aceptados hay que sumar los miles de curas católicos de rito oriental que también pueden casarse. Antes, su presencia se circunscribía a los países del Este, pero ahora ya proliferan en España, a donde se desplazan siguiendo a sus fieles rumanos, búlgaros o ucranianos. Y por mucho que, en España y en Italia, los quieran esconder, comienzan a visibilizarse. Sobre todo en el levante español. La gente ve ya por la calle a curas de sotana con su mujer y sus hijos. (Como puede constatarse en la foto de un cura de rito griego en España). Un precedente, que seguro abre un boquete cada vez mayor en el muro del celibato obligatorio. Y para más INRI, las autoridades vaticanas confirman que incluso los seminaristas de esta nueva prelatura personal de los anglicanos podrán casarse y acceder al sacerdocio. Es decir, no se trata sólo de asumir la situación vital actual de los curas casados anglicanos, sino de concederles un privilegio permanente. Y eso es lo que más indigna a los curas católicos casados. Si los curas casados anglicanos son admitidos en esa nueva Prelatura personal de rito anglicano, ¿se va a permitir a los curas católicos casados pasarse a ese nuevo rito para volver a ejercer su ministerio? ¿Y por qué no? No habría razón alguna para negárselo. ¿O sí? Quizás sí, pero nadie lo entendería, por ser algo totalmente injusto. Un agravio comparativo que, sin embargo, no van a padecer los obispos. Porque Roma ha decidido que los 30 obispos anglicanos, al pasarse al catolicismo, bajan de categoría y sólo son admitidos como simples curas. Para que los obispos católicos no se sientan discriminados. Siempre ha existido el alto y el bajo clero. La decisión vaticana, por otra parte, es un bofetón en plena línea de flotación del diálogo ecuménico. Para los más convencidos del diálogo interreligioso, esta medida conduce al ecumenismo por la integración en la Iglesia católica. Es decir, el pez grande que se sigue comiendo al chico. Se tapona el ecumenismo de la unidad en la pluralidad. El monocolor que prima sobre el mosaico interreligioso.
U.I.O.G.D.
"...Para que en todas las cosas sea Dios glorificado"
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